
Estrasburgo, los secretos de la capital de Europa
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¡Buenos días!
Hoy nos vamos a visitar la capital de Alsacia y una de las ciudades europeas más bellas por las que uno puede perderse: Estrasburgo. Pero antes debemos solucionar el problemilla que nos mantuvo en vilo durante gran parte de la jornada de ayer. Lo primero que hacemos después de desayunar en nuestro apartamento de Colmar es dirigirnos al pequeño supermercado de la ciudad donde pretendíamos comprar una mochila porta-bebés de urgencia para que Elia estuviera más cómoda en la visita de hoy. Desgraciadamente no la encontramos y decidimos ir hasta el Carrefour más cercano, que se encuentra en la localidad de Mulhouse, a unos 40 minutos en coche al sur de Colmar. Esto implicaba ir en dirección contraria a nuestro destino de hoy, sin embargo y puesto que pasaríamos todo el día en Estrasburgo, preferimos perder unas horas a que nuestra peque volviera a sentirse incómoda en su carrito.
Por fortuna, esta vez sí encontramos lo que buscábamos y después de comprar la mochila para Elia pusimos rumbo a unos de los Park & Ride (Park Relais en francés) que se encuentran en los alrededores de Estrasburgo, concretamente el Park & Ride Elsau. Esta manera de aparcar ya la utilizamos en Salzburgo durante nuestro viaje por Baviera y Austria, y resulta de lo más cómodo si pretendes visitar una ciudad grande que tenga importantes dificultades de aparcamiento. El P&R Elsau se encuentra muy cerca de la autopista, por lo que resulta tremendamente fácil llegar hasta allí, sacar tu ticket al llegar, aparcar el coche y por último coger el tranvía (recuerda validar tu ticket en una de las máquinas rojas que hay en la estación) que conecta el aparcamiento con el centro de la ciudad por un módico precio (que incluye el aparcamiento y el traslado de ida y vuelta en el tranvía) que pagas una vez regresas al párking.
Este es el recorrido que seguimos en Estrasburgo:
Estrasburgo, la capital de Alsacia
Eran las 12 del mediodía cuando por fin llegamos a Estrasburgo, ciudad que es sede del Parlamento Europeo, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988 y bautizada popularmente como la capital de la Navidad en Francia, debido a la belleza de los mercados que se instalan en época navideña. Esta ciudad cuenta con una gran cantidad de atractivos por lo que una vez más volvimos a contar con la ayuda de nuestra amiga María del blog Descubriendo Alsacia, la cual nos había aconsejado la mejor ruta posible para hacer en un día por Estrasburgo.
Parecía increíble, pero a Elia sí le apeteció montarse en su carrito aquella mañana. Supongo que la novedad de ir a bordo de su primer tranvía ayudó bastante. El tranvía nos dejó en la céntrica Place Broglie, plaza alargada donde se encuentran regios edificios como la Ópera y el Hôtel de Ville. Además, dicen que fue allí donde se escuchó por primera vez La Marsellesa, canto popular surgido durante la Revolución Francesa de 1789 que posteriormente se convertiría en el himno de Francia.
Place de la Cathédrale y Catedral de Estrasburgo
Desde allí nos dirigimos a pie hasta la gran Place de la Cathédrale, auténtico corazón y alma de Estrasburgo, alrededor de la cual se concentra un intenso y constante trasiego de franceses y turistas venidos de todas las partes del mundo, sobretodo europeos. Y es que Estrasburgo es, dada su condición de sede del Parlamento Europeo, la capital de Europa (con permiso de Bruselas). En esta plaza se encuentran dos de los atractivos más importantes de Estrasburgo: por un lado, la Maison Kammerzell, la casa más célebre de Estrasburgo gracias a su antigüedad (siglo XV) y a su estilo gótico tardío alemán. Su ornamentado de madera en la fachada es sencillamente delicioso.

El otro gran atractivo de la plaza es el gran símbolo de Estrasburgo: la Catedral de Notre-Dame, posiblemente el monumento más importante de toda Alsacia. Curiosamente tuvo la condición de ser la catedral más alta del mundo durante más de dos siglos, desde que en 1647 se instalase en su torre una cruz que llegaba hasta los 142 metros de altura, condición que perdió en 1874, año en que fue superada por la Catedral de Rouen. Al entrar en la plaza, quedamos literalmente conmocionados con el tamaño y la elegancia de este templo colosal. Como ya diría el escritor Victor Hugo, la catedral de Estrasburgo es un prodigio de gigantismo y delicadeza a partes iguales.


La catedral fue construida a lo largo de cuatro siglos, nada más y nada menos, entre los siglos XI y XV. Representa una obra maestra absoluta del estilo gótico gracias a su altura y a la finura de sus elementos arquitectónicos y decorativos. Como se acercaba la hora de comer, decidimos que lo primero que debíamos hacer era entrar a visitar el interior del templo, así que nos acercamos al acceso donde unas cuantas personas hacían cola.



Habíamos leído que la entrada era gratuita, de modo que no entendimos la razón por la que se nos cobró 3€ por persona al acceder al interior. En ese momento desconocíamos que la razón era que el famoso Reloj Astronómico de la catedral, de época renacentista, estaba a punto de ponerse en funcionamiento (a las 12’30h) mediante el desfile de sus figuras autómatas. Sobre una pantalla se estaba proyectando un vídeo que explicaba la historia del reloj y la gente se arremolinaba enfrente del mismo. Lo que no esperaba nadie, nosotros tampoco, era que el reloj se encontraba en rehabilitación y un aparatoso andamio cubría la mayor parte de su preciosa estructura. No se veía literalmente nada de nada, así que en vez de esperar como las demás personas a que aquello se pusiera en marcha, decidimos resignarnos y visitar el resto del templo.


Aunque igualmente espectacular, nos pareció que la catedral es mucho más bonita por fuera que por dentro. Aún así, impresiona pasear por la alta y esbelta nave central mientras que la luz entra a través de las extraordinarias vidrieras y del rosetón de la fachada principal.



Muy cerca de allí está el Palais Rohan, un antiguo palacio que actualmente abarca el Museo Arqueológico, el Museo de Artes Decorativas y el Museo de Bellas Artes. Aunque parezca raro en nosotros, decidimos no entrar porque pensamos que resultaría más provechoso invertir ese tiempo en otros lugares.

Encontramos un sitio para comer bastante decente muy cerca de allí, concretamente en la preciosa Rue du Maroquin, en una pizzería donde celebramos el santo de nuestro Elia (20 de junio) con sendas tartes flambées y refrescos. Hacía un día estupendo, sin duda fue el día más caluroso de todo el viaje, no obstante cuando pusimos a nuestra pequeña en su nueva mochila porteadora, no puso ninguna objeción.

Siguiendo el curso del río…
Después de reponer fuerzas nos dirigimos a la zona del río III, atravesando el puente de la Rue des Bouchers y explorando el Quai Saint-Nicolas. El paseo que sigue el curso del río es francamente agradable y bien merece que se haga de forma reposada y tranquila.


Volvemos a cruzar al otro lado del río a través del puente de la Rue de la Division Leclerc y llegamos a la Église de Saint Thomas, una de las diversas iglesias de Estrasburgo, consagrada al culto protestante. Se trata de un bello ejemplo de arte gótico alsaciano, cuyo coro alberga el impresionante Mausoleo del Mariscal de Saxe, una obra maestra del arte funerario barroco del siglo XVIII.

La Petite France
Nos vamos acercando poco a poco al barrio más hermoso de la ciudad, el conocido popularmente como La Petite France, pero antes nos detenemos en el Pont de Saint Martin, desde donde se obtienen unas vistas preciosas de las antiguas casas con entramado que no debemos dejar escapar bajo ningún concepto. Un inmejorable anticipo de lo que nos viene encima.


Continuamos por la Rue des Dentelles para llegar a la Place Benjamin Zix, uno de los rincones más pintorescos de La Petite France. En este barrio vivían y trabajaban los pescadores, molineros y curtidores de pieles durante los siglos XVI y XVII. Sus tejados inclinados se abren a los desvanes donde antiguamente se secaban las pieles. Una auténtica maravilla digna de ser admirada.


De todas las casas que se han conservado de una manera impoluta desde entonces, destaca especialmente la Maison des Tanneurs, antigua casa de curtidores construida en 1572 que actualmente alberga un restaurante. Desde allí, las vistas hacia el río son tremendamente sugerentes…

Desde allí continuamos atravesando el Pont du Faisan por la Rue des Moulins. De nuevo nos vemos obligados a detenernos a disfrutar de las maravillosas vistas de este peculiar y pintoresco barrio.

Seguimos por el Quai de la Petite France, paseamos por la orilla de una de las ramificaciones del río III que se crean justo en esta zona de Estrasburgo. ¡El paseo es hermoso a rabiar!



Ponts Couverts y Barrage Vauban
Llegamos al puente donde se encuentra otra de las grandes atracciones de la ciudad, los Ponts Couverts, vestigio de la muralla medieval de Estrasburgo.



El tramo más impresionante de los Ponts Couverts es el tramo que discurre entre las cuatro torres del siglo XIV que han sobrevivido al antiguo puente cubierto (de hecho, esa es la traducción literal, puentes cubiertos) cuyos tejados desaparecieron en el siglo XVIII. Inmediatamente después de la incorporación de Estrasburgo a Francia en 1681, el famoso ingeniero militar Vauban construyó un nuevo cinturón de fortificaciones, cuyo edificio más conocido es aquel que se conoce como Barrage Vauban (Presa Vauban), que se encuentra justo enfrente de los Ponts Couverts.

Después de cruzar el puente, nos dirigimos a la Presa Vauban, que en realidad se trataba de una gran esclusa que permitía inundar el sur de la ciudad en caso de necesidad o de ataque militar. Hoy en día es posible subir al tejado de la presa, desde donde pude hacer fotografías fabulosas de la ciudad y de sus canales.



Volvemos a cruzar el río a través del interior de la Presa Vauban, pues es transitable por dentro, ya que este espacio fue utilizado como prisión. Lo cierto es que impresiona bastante cruzar la Presa Vauban de lado a lado.

La Grand-Rue y Place Gutenberg
Llegamos a la Grand-Rue, una de las arterias principales de la ciudad, que recorremos pausadamente, sin prisas, disfrutando del ambiente de los comercios y las tiendas. Allí saboreamos un helado para merendar y rebuscamos libros en una tentadora librería.


Recorremos la calle de arriba a abajo, llegando finalmente a otra de las plazas más carismáticas y animadas de la ciudad, la Place Gutenberg, presidida por una estatua del inventor de la imprenta, que vivió una gran parte de su vida en Estrasburgo. Allí hay un gran carrusel, uno de esos que puedes encontrar por toda Francia, y no dudamos en montar a Elia en él. La tía se lo pasó en grande dando vueltas…


Desde allí volvimos a la Catedral, esta vez accediendo desde la Rue Mercière, el lugar ideal desde donde obtener la mejor panorámica posible de la fachada principal del templo. La relación en altura del templo con respecto a los edificios colindantes hace que el efecto sea vertiginoso.


La última zona que exploraremos hoy será el área donde el río III se separa en dos, creando el Canal des Faux Remparts y provocando la formación de la denominada Grand-Île (gran isla) de Estrasburgo. Caminaremos nuevamente por la orilla del río, pero en dirección opuesta a la de esta mañana, disfrutando de nuevos y bellos escenarios. El más sobresaliente de todos ellos, que inmortalizamos en una fotografía, es el que se sitúa justo en el punto donde el río se divide. A lo lejos se divisa la silueta de la Église de Saint Paul, otra de las iglesias protestantes de Estrasburgo. ¡Precioso!

Para finalizar la visita a esta ciudad maravillosa, seguimos el curso del Canal des Faux Remparts en dirección a la Place Broglie, donde volvimos a coger el tranvía que nos llevaría de vuelta al aparcamiento del Park & Ride Elsau.

Aquella tarde no teníamos ganas de cocinar, así que de regreso a Colmar decidimos parar a cenar en un McDonald’s. Menos de una hora tardamos en llegar desde Estrasburgo.
Una vez en el apartamento, duchita, partido de España (el único que ganamos aquel Mundial…) y a repasar el día de mañana, ¡que aún nos queda mucho por ver en este viaje!
À demain, bonne nuit!

