Anento – Daroca

Un nuevo verano significa un nuevo viaje, ¡nos vamos!

Por el bien de la peque iremos haciendo varias paradas estratégicas. La primera de ellas será en el Hotel Los Abriles, en el municipio de El Toro (provincia de Castellón), para hacer la ida un poco más llevadera. Salimos de Cieza a primera hora de la tarde y llegamos a nuestro primer hotel en apenas 3 horas. Elegimos este hotel principalmente por su ubicación cercana a la Autovía Mudéjar A-23, a medio camino entre Valencia y Teruel. Un alojamiento rural sencillo pero muy limpio y tranquilo, donde pudimos disfrutar de una de las mejores cenas que podemos recordar en su restaurante, una auténtica sorpresa que no esperábamos y que sin duda no dudaremos en repetir si volvemos por estos lares. Eso sí, al tratarse de cocina de autor se trataba de un menú cerrado y no precisamente económico, pero la experiencia mereció la pena. ¡Hay que darse un caprichito de vez en cuando!

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Mamá Inma y Elia delante del Hotel Los Abriles

Al día siguiente pusimos rumbo al norte, donde entraríamos por primera vez en este viaje a la provincia de Zaragoza, para visitar dos de sus localidades más hermosas: Anento y Daroca. En este último haremos noche, en el Hotel Cienbalcones, al cual haremos referencia más tarde.

Anento, el resucitado

A Anento llegamos en aproximadamente una hora y media. A este pueblo le teníamos ganas desde que hace unos pocos años fue elegido como uno de los más bonitos de España por la asociación que lleva el mismo nombre, de hecho es el pueblo más pequeño de entre todos los que figuran en la lista.

Anento se encuentra muy cerca de la salida de la autovía, en la comarca de Campo de Daroca. Protegido por un bello paraje natural formado por montañas de paredes arcillosas, los colores de tierra de sus casas nos recordaron vagamente a la localidad francesa de Roussillon, que visitamos durante nuestro roadtrip por la Provenza. Aparcamos directamente en un amplio descampado habilitado para los coches y nos dirigimos primeramente a la Oficina de Turismo, que ya nos preció una auténtica cucada.

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Oficina de Turismo de Anento

El Aguallueve

La chica que atendía la oficina nos indicó muy amablemente los puntos de interés del pequeño pueblo de Anento. Como la previsión del clima no era del todo buena, decidimos hacer primeramente la excursión al Aguallueve, un precioso manantial a las afueras del pueblo que todo el mundo que viene a Anento no debe perderse por nada del mundo. La excursión hasta el Aguallueve no dura más de 20 minutos a pie por un sendero circular que transita a través de un bosque repleto de árboles y hiedra. Sin dudarlo un segundo, montamos a nuestra pequeña Elia en su mochila porteadora y… ¡a caminar se ha dicho!

El camino es sencillo y sin dificultades de ningún tipo para cualquier persona. Desde el mismo sendero se obtienen unas vistas muy bonitas del pueblo camuflado en su entorno gracias a sus colores rojizos y anaranjados.

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Pueblo de Anento desde el sendero
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Pueblo de Anento desde el sendero

El Aguallueve es un manantial pequeñito pero muy llamativo, presidido por una formación de piedra caliza. Al llegar allí no pudimos sino maravillamos con el espectáculo creado por un incesante goteo de agua que cae sobre las paredes de las rocas repletas de musgo, lo que ha creado un interesante y vistoso paisaje. Este agua posteriormente se acumula en una balsa que se utiliza para el riego de campos y huertas.

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Papá Rafa y Elia en el Aguallueve de Anento
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Paredes del Aguallueve de Anento
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Balsa del Aguallueve de Anento

Resulta curioso saber que ha sido precisamente el manantial el responsable de crear este espectacular relieve kársico, con un agua cargada de sales cálcicas en disolución circulando por el interior de la cueva que, en contacto con la atmósfera, produce una serie de transformaciones que alteran la forma de la roca. Nuestra pequeña adora el agua en todas sus formas, ya os podéis imaginar lo mucho que disfrutó con tanta agua cayendo de las paredes…

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Paredes con musgo del Aguallueve
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Elia disfrutando del agua con mamá

El sendero de vuelta al pueblo resulta igualmente sencillo y cómodo. Hacia la mitad del mismo, uno puede coger otro camino que sube directamente hasta el Castillo de Anento. Como también se puede acceder a él en coche, nosotros decidimos llegar hasta el pueblo y visitar posteriormente el castillo con nuestro vehículo, teniendo en cuenta que hacía bastante calor e íbamos con la peque.

Callejeando por Anento

Una vez en el pueblo, nos dedicamos a explorar libremente y sin rumbo fijo sus pintorescas calles.

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Calles de Anento

Aprovechamos para decir que nuestra visita a Anento no se debía únicamente al hecho de figurar en la lista de los pueblos más bonitos de nuestro país. También nos llamó muchísimo la atención la historia de sacrificio de sus habitantes, los cuales rehabilitaron el pueblo casi desde cero. En los años ochenta el pueblo se encontraba prácticamente deshabitado. Por aquel entonces no era más que una aldea abandonada donde, según se suele contar, solo vivía un pastor que se quedaba a pasar la noche tras encerrar a su rebaño. Los datos dicen que el censo de 1981 era de solo once personas.

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Calles de Anento
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A los pies de la Ermita de Sta. Bárbara

El caso es que los habitantes de Anento se pusieron manos a la obra y en tres décadas demostraron que es posible hacer resurgir a un pueblo entero de sus cenizas. Reconstruyeron sus casas y pintaron sus fachadas con esos mismos tonos amarillentos, rojizos y anaranjados que tienen las montañas que protegen el pueblo. Hoy en día Anento cuenta con un albergue, varias casas rurales y restaurantes. El último censo que se llevó a cabo en 2015 reveló que el pueblo cuenta hoy con más de 100 habitantes. Toda una hazaña de esfuerzo y dedicación. Y también, por qué no decirlo, de amor a su propio pueblo.

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Desde el Mirador de Sta. Bárbara
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Anento
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Anento

A pesar de todo esto y para ser honestos, tenemos que decir que quizás nos esperábamos algo más de esta visita. Y es que el reconocimiento de pertenecer a la lista de los más bonitos de España puede a veces ser una losa demasiado pesada y crear demasiadas expectativas en el visitante, como nos pasó a nosotros. Lo que no se puede negar es que Anento está cuidado a más no poder y posee algunos rincones de soberbia belleza. Para llegar al mejor de todos ellos, deberéis buscar una plaza de piedra vestida con flores conocida como Mirador de Santa Bárbara, cuyo contraste de colores verdes y naranjas resulta hipnótico. Desde allí subid hasta la pequeña Ermita de Santa Bárbara y deleitaos la vista con cada rincón.

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Anento
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La pequeña Ermita de Santa Bárbara
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Campanario de la Iglesia de San Blas

Desde allí nos dirigimos al templo principal de Anento, la Iglesia de San Blas, edificio románico del siglo XII al que se le añadió un pórtico gótico en su lado sur durante el siglo XIV. Únicamente se puede acceder al interior mediante visita guiada en algunas horas concretas.

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Iglesia de San Blas de Anento
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Anento

Por suerte, en el momento de llegar a la iglesia, esta se encontraba abierta con algunos visitantes saliendo por la puerta principal, momento que aprovechamos para «colarnos» rápidamente y admirar la joya más respetada del pueblo: el fabuloso Retablo gótico pintado por el Maestro Blasco de Grañén. Su excelencia técnica lo convierte en uno de los más sobresalientes de todo Aragón.

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Interior del templo, presidido por el retablo gótico

Nuestra visita de Anento, incluyendo la excursión del Aguallueve, fue breve ya que se trata de un pueblo extremadamente pequeño. Nos llevó solamente media mañana. Al terminar comimos en Los Esquiladores, un bar que se encuentra en la zona más nueva de la localidad, cerca del albergue. Aunque comimos de manera aceptable, tardaron bastante en servirnos, se notaba que les faltaba algo de preparación a la hora de atender a más mesas de lo habitual. Detalles como éste nos hizo pensar que quizás a Anento todavía le falta algo de tiempo para adaptarse a la fuerte demanda turística que desde hace poco tiempo se le está viniendo encima. Estamos seguros de que sus vecinos seguirán trabajando con la misma ilusión que hasta ahora y que en breve dispondrán de una oferta mucho más amplia de servicios que hará frente a los nuevos retos del presente.

El Castillo de Anento

Regresamos al coche y, antes de marcharnos de Anento, hacemos una breve parada para visitar lo poco que queda de su castillo, en lo alto de una imponente pared arcillosa y calcárea.

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De camino al castillo

Rodeando el único vestigio del castillo, su frente oriental, un agradable merendero en medio del bosque nos da la bienvenida. Construido presumiblemente en el siglo XIV, esta fortaleza se desplomó a causa de la erosión que provocaron las constantes tormentas. En sus tiempos sirvió como refugio de aquellos que se defendían de los ataques castellanos de Pedro el Cruel.

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Restos del castillo de Anento
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Restos del castillo de Anento

Daroca, la de los Corporales

Apenas 20 minutos separan Anento de Daroca, una de las ciudades más importantes en el devenir histórico de Aragón. Las murallas que protegen el casco histórico, las más extensas de toda la comunidad aragonesa, así como la gran cantidad de templos religiosos que atesora (a pesar de que atesoraba aún más en el pasado) revelan la gran importancia de Daroca y el carácter estratégico de su enclave. Además, la ciudad cuenta con su propia historia milagrosa, lo cual siempre es un añadido para los amantes y curiosos de este tipo de fenómenos. Nos referimos a la leyenda de los Corporales de Daroca, que luego explicaremos. En definitiva, un privilegiado patrimonio monumental y artístico que no podíamos perdernos.

Llegamos al Hotel Cienbalcones, situado en la misma Calle Mayor de Daroca, por lo que tuvimos forzosamente que pasar por debajo de una de sus antiguas puertas de la muralla, la Puerta Alta, de comienzos del siglo XVI, levantada en sustitución de otra anterior. Al llegar, tuvimos que dejar un momento el coche fuera para entrar a la recepción del hotel, un edificio protegido de los años 30 provisto de un amplio patio, y que nos explicaran cómo llegar al aparcamiento, una pequeña cochera situada justo detrás del edifico, en la Plaza Sto. Domingo. Una vez instalados en la habitación, práctica y funcional sin más, decidimos descansar un poco antes de salir a explorar Daroca.

Iglesia de San Juan

Lo primero que hicimos fue dirigirnos hacia el templo más importante de la ciudad, la Colegiata de Sta. María, pero tal y como nos dijeron en la Oficina de Turismo, todavía faltaban unos minutos para que ésta abriera y pudiéramos admirar su interior, de modo que pasamos de largo la gran Plaza de España, donde se encuentra este colosal templo, y llegamos hasta una de las muchas iglesias románicas que guarda la ciudad, la Iglesia de San Juan. En esta iglesia, al igual que su vecina Iglesia de Santo Domingo, podría estar la clave del nacimiento del Arte Mudéjar (un estilo que alcanzó su cénit en Teruel, como ya pudimos comprobar en nuestra escapada a la capital turolense de 2015), pues ambas se iniciaron en el siglo XII en piedra sillar pero fueron culminadas en el siglo XIII con ladrillo y con las primeras trazas mudéjares.

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A la derecha, parte del ábside del templo de San Juan, donde se ve perfectamente el tránsito de la piedra al ladrillo
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Torre de la Colegiata de Sta. María, desde San Juan

Muy cerca de allí, se encuentra la Calle Grajera, una calle que guarda en sí misma la esencia del trazado medieval de Daroca. Desde su extremo norte pudimos admirar un buen trozo de muralla, así como la fachada de la Casa Diablo, un antiguo palacio del siglo XV que posee una singular ventana gótico-mudéjar. Lo de la Casa Diablo le viene porque aquí vivía un declarado anticlerical al que apodaban Diablo Royo. Curioso, ¿verdad?

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Calle Grajera de Daroca
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Casa Diablo

La Colegiata de Santa María y la Leyenda de los Corporales

Abren la colegiata puntualmente y allí que entramos con el carrito de Elia. Es este el hogar de los famosos Sagrados Corporales, reliquia de gran valor para los católicos, que desde hace años peregrinan a Daroca atraídos por la historia milagrosa.

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Plaza de España, donde se encuentra la Colegiata de Sta. María
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Colegiata de Sta. María
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Colegiata de Sta. María
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Colegiata de Sta. María

Vamos a explicar la leyenda: todo se remonta a los tiempos de la reconquista de Valencia a los musulmanes. El 23 de febrero de 1239 tropas cristianas procedentes de Daroca, Teruel y Calatayud se disponían  tomar el castillo de Chío, cerca de Játiva. Como era habitual, el capellán de turno, darocense por cierto, se encontraba celebrando una misa previa a la batalla, consagrando seis hostias destinadas a la comunión de los seis capitanes al mando. Pero un inesperado ataque musulmán provocó que se suspendiera bruscamente la ceremonia, quedando las seis hostias ocultas en los corporales.

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Plaza España
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Colegiata de Sta. María
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Acceso lateral de la Colegiata de Sta. María

Una vez terminada la contienda, aparecieron las susodichas impresas en sangre, un verdadero milagro que dio pie más tarde a una disputa entre darocenses, turolenses y bilbilitanos por la propiedad de aquella prueba incuestionable de revelación divina. Como no consiguieron ponerse de acuerdo, se acordó que fuera el Todopoderoso quien decidiera, así que se ataron los corporales a lomos de una mula a la que dejaron a su aire, disponiendo que allí donde se detuviera la mula, allí se quedaría para siempre su milagrosa carga. La mula atravesó cientos de kilómetros hasta caer muerta por el esfuerzo. ¿Dónde cayó muerta la mula? En Daroca, por supuesto, a las puertas del Convento de la Trinidad. Desde entonces la Colegiata de Santa María, templo principal de Daroca, custodia como oro en paño esta reliquia.

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Capilla que custodia los Sagrados Corporales
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Sagrados Corporales de Daroca

La Colegiata de Santa María es un templo realmente impresionante, tanto por fuera como por dentro. Además, es en sí misma una verdadera clase en historia del arte ya que condensa los estilos románico, gótico y renacentista.

El interior de Santa María es majestuoso, de una gran riqueza ornamental. Nos quedamos especialmente boquiabiertos al admirar su enorme baldaquino del altar mayor, una auténtica obra maestra.

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Interior de la colegiata
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Baldaquino dedicado a la Asunción

La Puerta Baja y la Fuente de los veinte caños

Regresamos a la Calle Mayor, arteria principal del casco histórico, y caminamos en dirección opuesta, hasta llegar hasta otra de las antiguas puertas de la muralla, posiblemente la más fotografiada de las cuatro que tiene Daroca, la Puerta Baja.

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Soportales de la Calle Mayor
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Plaza Santiago de Daroca

La Puerta Baja, de sólidos sillares, daba la bienvenida a los viajeros procedentes de Levante y Castilla. Sus dos robustas torres rematadas por almenas fueron construidas en el siglo XVI. Justo enfrente, ya fuera del límite de la muralla, encontramos otro icono de la ciudad, la Fuente de los veinte caños, la cual hace honor a su nombre. Se levantó en el siglo XVII para demostrar a los visitantes el poder y riqueza de la ciudad, por esa razón se halla junto a la Puerta Baja.

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La Puerta Baja de Daroca
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Fuente de los Veinte Caños
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La Fuente de los veinte caños, con la Puerta Baja al fondo

Desde allí rodeamos el Convento de la Trinidad, del siglo XVI, que se encuentra justo enfrente de la fuente. Fue justo aquí donde se dice que cayó desfallecida la burra que transportaba los Corporales. Subimos por la Calle Rodadera y enlazamos con la Calle Arrabal, al final de la cual volvemos a traspasar la muralla a través de una sencilla puerta en arco, conocida como la Puerta del Arrabal. Allí hay uno de los miradores de la ciudad, desde donde divisamos todo el casco histórico y un trozo de la muralla. Y es que Daroca cuenta con muchos y muy bonitos miradores.

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Daroca desde el mirador de la Puerta del Arrabal, con sus murallas al fondo.

Iglesia de San Miguel

No podíamos marcharnos de Daroca sin visitar otro de sus templos, la Iglesia de San Miguel. Por desgracia ésta, al igual que las demás pequeñas iglesias románicas de Daroca, estaba cerrada y no pudimos ver su interior. Cerca de aquí se encuentra otro mirador, el Mirador de San Miguel, y merece la pena subir hasta él ya que cuenta con fabulosas vistas a la ciudad y al Castillo Mayor, de origen árabe, del que solo quedan unas pocas ruinas en pie. Entorno a él se articuló un complejo sistema defensivo con múltiples torreones que pueden recorrerse a lo largo de kilómetros de murallas. Nos quedamos con muchas ganas de hacer la Ruta del castillo y las murallas, que recorre todo el antiguo perímetro defensivo. Quedará pendiente para una futura visita.

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Trazado medieval de Daroca
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Iglesia de San Miguel
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Daroca
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Daroca, con su castillo y muralla al fondo

Hacía ya algún tiempo que amenazaba lluvia (de hecho, la previsión para hoy no era muy buena, pero no había llovido en todo el día) y decidimos que por hoy ya era suficiente. Al descender de nuevo en dirección a la Calle Mayor pasamos por la Iglesia de Santo Domingo. Recordemos que, junto a San Juan, este templo representa toda una referencia en cuanto a la transición al Mudéjar se refiere.

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Torre de la Iglesia de Santo Domingo, cuyos colores dan fe del cambio de estilo. A lo largo de todo el casco histórico de Daroca, se pueden encontrar fotos antiguas colocadas estratégicamente junto a algunos monumentos y lugares.

De camino al Hotel Cienbalcones paramos en un pequeño supermercado, ¡y es que esta noche tocaba hacernos unos deliciosos sandwiches y cenárnoslos en la habitación! Debió ayudarnos el hecho de haber estado cerca de una reliquia aquella misma tarde, pues no pasaron ni cinco minutos desde que llegamos al hotel cuando el cielo descargó toda su furia en forma de lluvia torrencial. ¡Por los pelos no nos lleva el agua!

Mañana nos esperan más kilómetros y más lugares interesantes.

¡Hasta mañana!

SIGUIENTE ETAPA. DÍA 2

 

 

Un comentario

  • Marta Comesaña

    Magnífico relato Rafa, qué maravilla la cantidad de información tan bien documentada, y soberbiamente ilustrada. Un gusto leerte, sigo con el resto del itinerario. ¡Un saludo!

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