
Eguisheim – Turckheim – Kaysersberg
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Nos levantamos sin prisa pero sin pausa en nuestro apartamento alsaciano, hoy nos esperaba a priori uno de los días más bonitos de nuestro viaje. Lo que no imaginábamos era que lo que estábamos a punto de ver superaría cualquier expectativa, incluso podemos decir que fue uno de los mejores días, no solo de aquel viaje, sino de todos nuestros viajes.
Esa misma tarde tocaría hacer la compra para el resto de días que nos quedaban por delante pero hoy no tenemos nada, así que me toca ir a la panadería más cercana a comprar el desayuno. Por suerte hay una buenísima a unos 5 minutos caminando, ¡qué buenos están los croissants! Hoy visitaremos tres de los pueblos más bonitos de Alsacia: Eguisheim, Turckheim y Kaysersberg. ¿Estáis preparados para acompañarnos?
Eguisheim, ¿el pueblo más bonito que hemos visto nunca?
Nuestra primera parada del día es Eguisheim, el village preferée des français 2013 (pueblo preferido de los franceses 2013). Esta es una distinción que conceden los propios franceses en una votación conjunta que se realiza una vez al año y en la que, después de elegir a unos cuantos finalistas, se decide el ganador en una gala final. Curiosamente este año la gala coincide con nuestro viaje así que vamos a tener la oportunidad de seguir la votación de este año por televisión, pero eso ya os lo contaremos en su debido momento…
De modo que Eguisheim fue elegido en 2013 por los franceses como su pueblo preferido. También se encuentra en la prestigiosa lista de la Asociación Les villages les plus beaux de France (los pueblos más bonitos de Francia). Por si fuera poco, no eran pocas las personas que nos habían dicho que Eguisheim es posiblemente el más bonito entre los bonitos, entre ellos nuestra amiga Alicia de Trotajoches, que dedicó un precioso post a esta villa de cuento.
Todos estos eran sobrados motivos para que fuéramos con muchas ganas a nuestra primera parada del día. Salimos del parking privado de nuestro apartamento de Colmar y en unos 15 minutos ya estábamos en uno de los aparcamientos (3€ para todo el día) al aire libre habilitados en el exterior del perímetro de las murallas del pueblo. Creo que hicimos muy bien al ir a Eguisheim a primera hora de la mañana, ya que queríamos disfrutar del pueblo sin demasiados agobios y así fue.
Hemos visitado pueblos muy bonitos a lo largo de nuestros viajes (es una de nuestras debilidades, los pueblos con encanto) pero Eguisheim sin duda quedará a partir de este momento como nuestro preferido. Y lo es por una sencilla razón: porque es el más bonito de todos, no hay discusión posible. La única desgracia del asunto es que a partir de ahora compararemos los pueblos bonitos que nos quedan por ver en el futuro con Eguisheim, y la gran mayoría, estamos seguros de ello, quedarán por debajo. ¿Queréis pruebas? Pues aquí las tenéis.
Le Pigeonnier
Una de las extraordinarias peculiaridades de Eguisheim es su forma circular. En su día se construyó una doble fortificación siguiendo dos elipses, a pesar de que el lugar no tenía vocación militar. Hoy en día se han convertido en dos calles paralelas que dan la vuelta al pueblo rodeándolo por completo. De modo que si uno sigue por ejemplo la Rue du Rempart Nord, por cualquiera de sus sentidos, ¡volverá inevitablemente al punto desde donde partió!
Nada más atravesar una de las puertas de entrada al pueblo, torcemos a la izquierda para tomar la Rue du Rempart Sud. Enseguida nos encontramos con el rincón más célebre de Eguisheim y uno de los más fotografiados de toda Alsacia: Le Pigeonnier (el palomar), el cual, dada su curiosa ubicación, divide la calle en dos. Serían las 9.30h de la mañana, una hora perfecta para fotografiarlo sin apenas gente.


Rue du Rempart Sud y Rue du Rempart Nord
Estas dos calles son en realidad una, aquella que rodea el pueblo en círculo por su perímetro. Bien podría merecer el título de calle más hermosa del mundo: adentrarte en ella es adentrarte en un cuento de colores que embrujaría el sentido de la persona más cuerda.



Para colmo, estamos en plena época de los villes fleuris (pueblos floridos), cuando una serie de pueblos alsacianos escogidos se llenan de flores, sacando a relucir las mejores intenciones de sus vecinos, haciendo gala de una espectacular demostración de alegría. Así, la magia de las típicas casas alsacianas o maisons à colombages, con su característico entramado de madera construido sobre una planta baja de piedra, cobra más vida y color que nunca.



Pasear por el eterno círculo sin fin de la Rue du Rempart es como adentrarse en el País de las Maravillas de Alicia o en los dominios de las sirenas de la Odisea: si no estás atento, puedes quedar seducido y atrapado para siempre. De hecho, nosotros teníamos la previsión de visitar el pueblo en una o dos horas como mucho, pero no pasear sin prisas ni obligaciones por Eguisheim debería estar penado por la ley.


Place du Château
Nos dirigimos ahora a la plaza central del pueblo, la Place du Château, presidida por otra de esas fuentes bellísimas que hay por toda Alsacia, la Fuente de Saint-Leon, dedicada al personaje más ilustre de la villa, Bruno d’Eguisheim, que se convertiría en el Papa León IX en el siglo XI.

En esta misma plaza también encontraremos los dos monumentos más importantes de Eguisheim, el Castillo des Comtes d’Eguisheim y la Capilla de Saint-Léon, ambos situados sobre una plataforma de forma octogonal, recuerdo de los antiguos muros que formaban parte del castillo en época medieval. Ambas construcciones fueron restauradas en el siglo XIX en un estilo neo-romano.


Entramos en la la pequeña capilla, de coqueta construcción, también dedicada a Bruno d’Eguisheim. En su interior, encontramos un relicario que contiene una pieza del cráneo del Papa Leon IX, cuya vida se representa en las escenas de las vidrieras.

Justo en ese preciso instante nuestra pequeña cerecita despertó de su siesta matutina, así que aprovechamos para fotografiarnos en una de las plazas más bonitas, como no podía ser de otra manera, de toda Alsacia.



A continuación, hicimos lo que mejor se puede hacer en Eguisheim: perdernos. Pequeñas placitas y nuevas calles empedradas llenas de encanto se cruzan en nuestro camino, como también numerosas bodegas de vino familiares. Y es que no olvidemos que Eguisheim es una parada obligatoria en la ruta del vino alsaciana, pues desde tiempos inmemoriales ha desempeñado una rica e intensa actividad vitícola gracias a las fértiles tierras que siempre han rodeado la villa. Hoy en día los alrededores de Eguisheim están repletos de extensos dominios cubiertos de viñedos, vigilados por la imponente silueta de los tres castillos (les Trois Châteaux du Haut-Eguisheim). Antaño, las granjas agrícolas, propiedad de nobles y de ricas abadías, eran lugares de venta y producción, y se encontraban todas agrupadas en el interior de la villa para protegerse de los pillajes, de ahí la construcción de las murallas antes mencionadas. Se calcula que en el siglo XVII habían unas veinte granjas de este tipo en Eguisheim, lo cual era una cantidad considerable para una villa tan pequeña, demostrándose así la importante proyección vinícola del pueblo.
Paseando por Eguisheim
Église de Saint-Pierre et Saint-Paul
De repente nos topamos con un nuevo templo (¡con la Iglesia hemos topado!), la Iglesia de Saint-Pierre et Saint-Paul, muy cerca de la Place du Château. Se trata de un edificio construido en el siglo XIII, cuya única parte original que se ha salvado de las reformas posteriores es su campanario gótico. En su interior, hay una interesante virgen de madera policromada, una de las únicas en su género que todavía existe en Alsacia.


Antes de marcharnos de Eguisheim, nos apetece regresar a la Rue du Rempart y a Le Pigeonnier para disfrutarlos una última vez, y es que nos resistimos a irnos de este precioso pueblo de ensueño. A esta hora del mediodía las calles ya se encuentran algo más animadas, aunque todavía es posible pasear sin grandes agobios.





Turckheim, la sorpresa inesperada
En menos de 15 minutos ya estábamos aparcando el coche en un parking gratuito al aire libre justo al lado de una de las tres antiguas puertas de la ciudad que todavía se conservan, concretamente la Porte de Munster.
Porte de Munster
La villa de Turckheim supuso la sorpresa positiva de nuestro viaje, no imaginábamos que fuera a gustarnos tanto ya que teníamos muy pocas expectativas. De hecho teníamos en mente pasar de largo en caso de que fuéramos con el tiempo justo. Menos mal que no fue así porque nos hubiéramos perdido una auténtica joya.
Principio de la Rue des Vignerons
La Grand Rue
Nada más traspasar la Porte de Munster, la Grand Rue nos regala nuevas casas típicas alsacianas de un gran valor patrimonial. Los colores pastel de sus fachadas son tan variados en Turckheim que costaría contarlos todos. A ambos lados de la Grand Rue aparecen de repente encantadores rincones que no podemos pasar por alto.



En Turckheim también encontramos numerosas bodegas familiares que venden sus productos a todo aquel interesado en un buen vino, y es que este pueblo también goza de una envidiable tradición vinícola. A las afueras existe una ruta a pie que atraviesa 3’5 kilómetros de viñedo: se trata del Sentier du dragon (sendero del dragón), cuyo nombre se inspira en una leyenda sobre un dragón que vertió su sangre por estos dominios, una manera muy poética de explicar la tremenda fertilidad de estas tierras. Desgraciadamente nosotros nos quedamos con las ganas de hacerlo pero queda pendiente para la próxima ocasión…

Otra de las peculiaridades de la villa es la figura del Sereno de Turckheim, un personaje muy querido y carismático que pervive desde hace más de 500 años y que vela por la seguridad de los habitantes, todas las noches en época estival a eso de las 22h.

Como era ya hora de comer decidimos buscar un restaurante en plena Grand Rue y encontramos el sitio perfecto en Caveau Restaurant la Forge, donde pudimos degustar una exquisita tabla de quesos y dos tartes flambées (una de las comidas típicas en Alsacia, una especie de torta que incorpora cebolla, queso y bacon ahumado), todo acompañado por una copa de vino alsaciano. Además de la deliciosa comida, pudimos disfrutar de las bellas melodías de un acordeón, y es que en la mesa de al lado había un grupo de profesores rusos de música que habían venido a visitar a una amiga suya alsaciana. Nos preguntaron si nos importaba que uno de ellos tocara música mientras comíamos, ¡cómo nos iba a importar!
Place Turenne
Después de reponer fuerzas, continuamos por la Grand Rue hasta llegar hasta la Place Turenne, plaza principal de Turckheim, de forma alargada. En medio de la misma, el Corps de Garde, edificado en el siglo XVI, y otra preciosa fuente a las que nos tiene acostumbrados esta región, levantada en el siglo XVIII.


En el extremo derecho de la Place Turenne, se encuentra ootro de las antiguas puertas de la villa medieval, la Porte de France.


Al parecer, en la Place Turenne se instala todas las navidades un calendario de adviento gigante en el cual los niños del pueblo abren una ventana cada día a las 17h de la tarde. En el extremo izquierdo de la plaza nos esperan más monumentos dignos de mención por su bella arquitectura, como por ejemplo el Hôtel de Ville, sede del tribunal de Justicia durante el siglo XVII, el Auberge aux deux clefs, un antiguo albergue que data de 1620, y la Église de Sainte-Anne, construida en época medieval y reformada en el siglo XIX.



Aquello que más nos gustó fue el pequeño y cuidado jardín de la plaza, sencillamente precioso. Elia estaba empezando a impacientarse de estar tanto tiempo en el carrito y le vino muy bien corretear por allí durante un rato.



Regresamos en dirección al coche, no sin antes detenernos a fotografiar una de las casas que más me gustaron de todo el viaje, situada en la Rue des Vignerons. A partir de ese momento inicié con mi media naranja una sana discusión acerca de cuál sería nuestra casa ideal, cuyo indicador principal sería la frase: «mira, esa es mi casa».
Casa amarilla en la Rue des Vignerons de Turckheim
Kaysersberg, añadamos agua al cuento
Una vez de nuevo en el coche nos dirigimos hacia el último destino del día, al que llegamos en menos de 20 minutos. Este es otro que, al igual que Eguisheim, figura en la lista de los pueblos más bellos de Francia y elegido como village preferée des français el año pasado, en 2017: Kaysersberg. Precisamente nos encontramos todo el pueblo alborotado por esta razón, pues al haber sido elegido el año pasado, le tocaba ser anfitrión de la gala de 2018 que iba a emitirse por televisión al día siguiente. María del blog Descubriendo Alsacia ya nos había advertido de este hecho (¡gracias amiga!) y aunque esta tarde íbamos a ver algo de animación (técnicos de televisión montando sus aparatos mientras los turistas miran con cara de sorpresa) no podía compararse con el fiestón que iba a tener lugar al día siguiente.
Place de la Mairie
Aparcamos fácilmente en Rue Allée Stoecklin, donde encontré una casa que iba todavía más con mi estilo que la anterior de Turckheim, de modo que me la «agencié» al mismo tiempo que tomaba una foto. Aquello ya empezaba a ser algo enfermizo…

Vamos al centro del pueblo desde allí, dirigiéndonos directamente a la Place de la Mairie, donde se encuentra el Hôtel de Ville, un bello edificio de principios del siglo XVII y, anexo a él por detrás, la Église de la Sainte Croix.

María nos había chivado que si uno entra al patio interior del Hôtel de Ville encontrará una puerta al fondo que da acceso a unas escaleras por las que subes hasta las ruinas del Castillo de Kaysersberg, del siglo XIII, en unos 10 minutos. Desgraciadamente encontramos esa puerta cerrada y desestimé la idea de subir por el sendero largo por el que se tarda una media hora a pie, sin embargo sí que pudimos fotografiarlo desde la parte trasera del edificio, concretamente desde el Jardin des senteurs, donde un inmenso mar verde de viñedos cobija la imponente torre del homenaje del castillo.

Jardin des senteurs, con la torre del homenaje del Castillo de Kaysersberg al fondo.
Place Jean Ittel
Retrocedemos y nos dirigimos ahora a la Église de la Sainte Croix, templo del siglo XIII reformado en el siglo XIX. Antes de entrar nos maravillamos con la plaza que se encuentra justo delante de su fachada principal, la Place Jean Ittel, un nuevo lugar que añadir a la lista de nuestros rincones favoritos alsacianos.

El interior de la iglesia es sobrecogedor. Destaca sobremanera su espléndido Retablo de la Pasión de Cristo, realizado en 1518 por Jean Bongart, una maravilla que conviene admirar con toda la atención posible.

Al salir nuevamente al exterior, volvemos a caer rendidos ante la belleza de la plaza decorada con flores y presidida por una fuente cuyo estilo nos hipnotiza hasta tal punto que no podemos evitar acercarnos a contemplarla. Se trata de la Fontaine de l’Empereur Constantin. ¿Cómo pueden ser tan bonitas las fuentes aquí? Mejor aún: ¿cómo puede ser TODO tan bonito?
Continuamos hacia adelante por la Rue du Géneral de Gaulle donde empezamos a darnos cuenta de que nos encontramos en el primer pueblo que podría rivalizar con Eguisheim en belleza. En esta calle hay casas cuya construcción se remonta a los siglos XVI y XVII, pero lo mejor aún estaba por llegar.


Place du 1er RCA
Pont fortifié
Llegamos a uno de los símbolos de Kaysersberg y también de los más fotografiados, el Pont fortifié (puente fortificado), construido en 1514. Y es que si algo tiene Kaysersberg que lo hace especial y único (algo de lo que carecen la mayoría de los demás pueblos de Alsacia) es que es atravesado por un río, el Weiss. Las vistas que hay desde este lugar fueron de las mejores de todo el viaje y justifican por sí solas una visita a Alsacia.




Aunque parezca imposible, las inmediaciones del Pont fortifié son igualmente bellas y dignas de visitar. Justo al lado del puente hay una antigua panadería de 1616, una casa renacentista de 1592 y la llamada Hostellerie du Pont, del 1600. Ahí es nada…

Antes de cruzar el puente, nos dirigimos a la Rue des Forgerons, otra de esas calles que parecen sacadas de un cuento de los Hermanos Grimm. Aunque lleve a las afueras del pueblo, recomendamos encarecidamente llegar hasta el final de la misma y dar la vuelta para recorrerla en sentido opuesto antes de seguir nuestro camino.



Ahora sí, cruzamos el puente en dirección sur siguiendo la Rue du Géneral de Gaulle en busca de una nueva casa con historia, la casa natal del Doctor Albert Schweitzer, destacado médico, filósofo, músico y teólogo, Premio Nobel de la Paz en 1952.

Nos dirigimos ahora hacia un nuevo punto importante, el puente de la Rue du Collège, desde donde se obtiene una nueva panorámica del río Weiss. Desde el agradable paseo que hay hasta allí, el Castillo de Kaysersberg se asoma, imperial, en varias ocasiones.



Nos adentramos ahora en algunas callecitas cercanas a la Place de la Mairie, el punto inicial de nuestro recorrido, buscando nuevas casas que nos dejen con la boca abierta. Y por supuesto las encontramos…



Lo último que visitaremos en Kaysersberg será el Cementerio militar en memoria de los soldados muertos de la II Guerra Mundial y la cercana Chapelle de Saint Michel, en cuya cripta se encuentra un osario de 1463.


Cuando uno viene a Alsacia no puede evitar hacerse un ránking mental de los pueblos más bonitos. Para nosotros, si bien Eguisheim estaría en el puesto número 1, Kaysersberg subiría sin ninguna duda al top 3. Ya era hora de regresar a nuestro apartamento en Colmar pero antes, ¿qué mejor manera de despedirse de un pueblo como éste comiéndose un buen helado y jugar con Elia en un parque infantil?


Llegamos a Colmar en otros 20 minutos, parando primeramente en un supermercado para realizar la compra para todos aquellos días, ¡había que sacarle partido a nuestra cocina! Llegamos al apartamento a última hora de la tarde, nos duchamos y preparamos una rica cena para los tres.
Mañana tenemos que madrugar porque vamos a visitar… ¡un castillo espectacular!
À demain! Bonne nuit!
2 comentarios
Alicia de Trotajoches.
Cada vez entro a ver tu post me gusta más, y las fotografías ni te cuento.
Ya sabía que te iba a gustar Eguisheim, sobre todo la Rue du Rempart. Es espectacular.
Estoy deseando ver tu próxima entrada, toca el castillo y Riquewihr, verdad? Además visitas otros pueblos que nosotros no pudimos ver!!
Muchas gracias por acordarte de mis post y valoraciones, no sabes la ilusión que me hace.
Un abrazo,
Rafael Ibáñez
Ya sabes que no lo puedo evitar, pues para mí eres una referencia fundamental. Gracias a ti por estos comentarios que me animan a seguir escribiendo y compartiendo nuestras andanzas. Un súper besazo