Ujué – Palacio Real de Olite

¡Buenos días! Aunque no fueron tan buenos para mí…

Después de una noche infernal de constantes viajes al baño y una sensación de malestar que se negaba a abandonarme, no pude probar bocado durante el desayuno en el Hotel Ruta del Tiempo. ¡No hay nada que me fastidie más que no poder desayunar lo que me apetezca durante los viajes!

En fin, la decisión a tomar se presentaba complicada: ¿debíamos volver a casa y perdernos más de la mitad de nuestro viaje o seguir adelante? Aunque me encontraba algo mejor que ayer, no me sentía ni mucho menos recuperado. Finalmente decidimos seguir adelante con nuestra ruta, al fin y al cabo sabíamos que un virus estomacal de estas características suele durar uno o dos días como mucho… ¡No hay quien pueda con los cantineleros!

Nos dio mucha pena tener que despedirnos de nuestra anfitriona Loli, realmente nos sentimos como en casa en el Hotel Ruta del Tiempo y no dudaremos en volver a alojarnos aquí el día en que volvamos a pisar Sos del Rey Católico. Seguro que así será porque es uno de los pueblos que más nos ha gustado de todos nuestros viajes, ¡no nos cansaremos de repetirlo! Hoy volvemos a tierras navarras para visitar primeramente Ujué, considerado el pueblo más bonito de toda la comunidad, y Olite, uno de los platos fuertes de nuestro viaje.

Ujué, balcón de Navarra

Con algo de esfuerzo y resintiéndome todavía de mis dolores estomacales, cogemos el coche y volvemos a cruzar la frontera navarra, esta vez cogiendo la nacional 132 en dirección a Olite, donde dormiremos esta misma noche. Antes de conocerla, sin embargo, no queríamos perder la oportunidad de conocer el que, según dicen muchos, se trata del pueblo más bonito de toda la comunidad navarra: Ujué.

Un trayecto de 35 minutos nos lleva hasta San Martín de Unx, donde paramos un momento en una farmacia de guardia para comprar los medicamentos que me habían recetado en el Centro de Salud el día de ayer. En un principio teníamos planeado visitar también este pequeño pueblito, nuestra amiga Marta del blog Viajando entre rascacielos nos lo había recomendado vivamente, pero como las cosas estaban algo delicadas todavía en mi cuerpo decidimos asegurar y tomárnoslo con calma, dirigiéndonos directamente a Ujué, a solo 10 minutos de allí.

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Pueblo de Ujué

Situado sobre la sierra del mismo nombre a unos 815 metros de altitud, la silueta de Ujué se levanta imperiosa dominando una llanura amarillenta. Seguimos con la racha de buena suerte a la hora de aparcar y justo cuando llegamos a uno de los pocos aparcamientos públicos del pueblo, abarrotado de coches, observamos que uno de ellos acababa de arrancar su vehículo para dejarnos su lugar. Hace un calor sofocante y Elia dice que nanai a la mochila porteadora, que quiere ir caminando y disfrutar, como nosotros, de un pintoresco conjunto urbano repleto de subidas y bajadas.

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Mamá Inma y Elia caminando por Ujué
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Calles de Ujué

El trazado medieval de Ujué fue edificado en torno a una construcción que ilustra en sí misma la identidad de Ujué, villa que actuó durante siglos como avanzadilla militar del reino de Navarra gracias a su altitud. Esta construcción no es otra que una iglesia-fortaleza que curiosamente también ha sido santuario mariano desde la Edad Media cuando, según la leyenda, un pastor encontró la imagen de la Virgen en un agujero de la peña junto al que insistentemente aleteaba una paloma. Se trata de la Iglesia de Santa María, cuyo aspecto militar, regio y contundente, parece más el de un castillo que el de un templo.

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Subiendo a la Iglesia de Santa María
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Iglesia-fortaleza de Santa María

El templo, románico en origen, fue mandado erigir por Sancho Ramírez a finales del siglo XI. A la fase primitiva corresponde probablemente la cabecera, rematada en tres ábsides semicirculares, mientras que su única nave y su portada más destacada, la sur, son obra de época gótica. En su sobrio interior recibe culto la virgen de Ujué, talla románica revestida de plata, importante foco de devoción popular. También aquí se custodia el corazón del rey Carlos II de Navarra.

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Portada meridional, de estilo gótico
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Interior del templo

Sin duda la parte más bonita de la visita de la Iglesia-fortaleza de Santa María es su paso de ronda a modo de terraza, un elegantísimo balcón con unas vistas del entorno nada desdeñables.

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Paso de ronda de la iglesia
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Paso de ronda de la iglesia

Cuando salimos de nuevo al exterior ya era hora de comer, así que buscamos enseguida un lugar donde poder descansar un poco y reponer fuerzas. Encontramos el Mesón las Torres muy cerca de la iglesia, donde madre e hija aprovecharon para comer mientras yo trataba de contentar a mi maltrecho estómago únicamente con un plátano y un yogur. ¡Qué mala suerte no haber podido probar las migas de pastor ni las almendras garrapiñadas por las que es famoso este pueblo!

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Restaurante Mesón Las Torres

Por suerte cada vez iba encontrándome mejor, y subir y bajar por las calles de Ujué, a pesar del calor de agosto, le vino muy bien a mi cuerpo y a mi espíritu.

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Rincones de Ujué
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Rincones de Ujué

Llegamos a la pequeña y proporcionada Plaza Municipal donde se encuentra el Ayuntamiento y nuevamente encontramos rincones en los que detenernos. El color miel de la piedra de Ujué contrasta con el verde de las plantas y con los distintos colores de las flores de sus macetas. Rincones que enamoran a cualquiera que sepa apreciar la belleza.

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Plaza Municipal
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Calles de Ujué
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Calles de Ujué
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Mamá Inma y Elia en Ujué

Regresamos al coche no sin antes echar un último vistazo al paisaje que tenemos ante nosotros. Las ruinas de la Iglesia de San Miguel, templo carente de techumbre, se divisan a lo lejos, casi a las afueras del pueblo. Una vista que deja sin duda un buen sabor de bocaal visitsnte al igual que la extraordinaria belleza de Ujué.

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Entorno de Ujué, con la Iglesia de San Miguel a la derecha

Olite, un palacio de inigualable belleza

Es hora de poner rumbo a otro plato fuerte de nuestra ruta entre los antiguos reinos de Navarra y Aragón, la villa medieval de Olite, a unos 20 minutos de Ujué. Sin duda el Palacio Real de Olite es uno de esos lugares que todo viajero experimentado desea tachar de su lista de deseos viajeros y los cantineleros no íbamos a ser menos. El alojamiento que habíamos elegido para pasar las dos próximas noches, el Hostal Rural Villa Vieja, se encuentra en el corazón mismo del casco histórico de Olite, a escasos metros del Palacio Real. La pega más importante del mismo es que no dispone de párking, así que tuvimos que dejar el coche en el aparcamiento público gratuito que hay a la entrada de la localidad (justo al principio del Paseo de Doña Leonor) y cargar con las maletas durante un rato hasta llegar al hostal. La habitación, aunque limpia, no era lo suficientemente grande para los tres, de modo que pasamos algunas estrecheces. Quizás en el momento de realizar la reserva podrían habernos avisado de que habríamos estado algo más cómodos en una habitación superior…

Llegamos a nuestro alojamiento a primera hora de la tarde y aprovechamos para ducharnos y descansar un rato antes de salir a descubrir esta maravilla urbanística que es Olite.

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Mamá Inma y Elia en Olite, con la silueta de algunas de las torres del Palacio Real al fondo

Olite era ya una villa próspera desde que fuera plaza fuerte del rey godo Suintila hacia el siglo VII. Más tarde el rey navarro García Ramírez otorgó a sus habitantes  en el siglo XII el fuero de los francos de Estella, lo que favoreció su crecimiento demográfico y económico. Sin embargo fue Carlos III el Noble quien se volcó en el desarrollo urbano de Olite mandando erigir además un palacio que fuera inigualable en belleza y elegancia en toda Europa. El Palacio Real de Olite es hoy el conjunto histórico-artístico más representativo de la Comunidad Floral de Navarra, así como también uno de los monumentos más importantes de España.

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Palacio Real de Olite
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Palacio Real de Olite

En un principio nosotros habíamos reservado por Internet la entrada al Palacio Real para el día siguiente, así que comenzamos dando un paseo rodeando el perímetro del palacio (deteniéndonos a hacer fotos en el merendero-jardín que hay en Ronda del Castillo), entrando al casco histórico por una de sus antiguas puertas, atravesando luego la Rúa de San Francisco hasta llegar a la Plaza de los Teobaldos, donde se encuentra el Palacio Viejo (actual Parador de Turismo) y la Iglesia de Santa María. Al ver que íbamos bien de tiempo intentamos cambiar la visita del palacio para aquella misma tarde y muy amablemente nos aceptaron el cambio. ¡Tarde redonda en Olite!

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Puerta de entrada al casco histórico
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Rúa de San Francisco
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Plaza de los Teobaldos

El Palacio Real de Olite

La inconfundible silueta del castillo-palacio es visible desde cualquier punto de la villa medieval. El edificio fue construido entre los años 1402 y 1424 y comprende un conjunto de diversas estancias, jardines y fosos rodeados de altas murallas coronadas por torres rematadas en negros y brillantes pináculos de pizarra.

A algunos reyes de la historia se les recuerda más por su amor a la cultura y a la lujosa vida de palacio que por sus logros militares. Sin duda este fue el caso de Carlos III el Noble, rey de Navarra entre 1387 y 1425, quien nos dejó este impresionante legado en forma de palacio, en su día uno de los más lujosos de Europa. La decoración del palacio ya ha desaparecido, pero nos quedan algunos testimonios como el de un viajero alemán del siglo XV que comentó a propósito del palacio:

«…seguro estoy que no hay rey que tenga palacio ni castillo más hermoso, de tantas habitaciones decoradas… Vilo yo entonces bien; no se podría decir ni aún se podría siquiera imaginar cuán magnífico y suntuoso es dicho palacio».

Actualmente el Palacio Real de Olite está dividido en dos partes: el Palacio Viejo (adjunto a la Iglesia de Santa Maria) y el Palacio Nuevo, única parte visitable del todo el monumento. El Palacio Viejo es el actual Parador de Turismo (cuyo interior por tanto no es visitable a no ser que uno se aloje allí como hizo nuestra amiga Alicia del blog Trotajoches). Se denomina así porque es el núcleo originario del palacio ya que fue reformado por la dinastía de los Teobaldos en el siglo XIII sobre una antigua construcción romana. De aquella época solo nos queda el exterior ya que el interior es completamente nuevo.

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Palacio Viejo de Olite, con el atrio columnado de la Iglesia de Santa María en primer término, del siglo XV

Para visitar el Palacio Nuevo uno debe pasar ante la Iglesia de Santa María, antigua capilla palatina adosada al palacio y comenzada también en el siglo XIII. De nave única, destaca en el exterior su ornamentada fachada, uno de los conjuntos más significativos de la escultura gótica navarra, y el atrio columnado, levantado ya en el siglo XV.

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Portada de la Iglesia de Santa María. Sus arquivoltas exhiben una fina decoración vegetal, mientras que el resto de elementos presentan una profusa iconografía religiosa

Al acceder al interior nos dimos cuenta de que el chico joven que repartía los trípticos informativos se había traído a una damisela para que le hiciera compañía y, de paso, algo de calor humano. Nos pareció curioso cómo ambos se daban cariño mutuamente en un lugar tan sagrado, haciendo caso omiso de las miradas que le echaban los visitantes. Volviendo a lo que nos interesa, la iglesia exhibe un retablo mayor renacentista obra del pintor Pedro de Aponte y un crucificado gótico de gran dramatismo.

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Interior del templo

Para escudriñar el Palacio Nuevo (entrada 3,50€ por adulto en visita libre) debemos ir por partes, ya que se trata de una obra arquitectónica enormemente compleja. Para visitarlo puedes comprar la entrada por libre o bien la entrada con visita guiada teatralizada, una opción muy interesante para cuando nuestra peque sea algo más mayor y regresemos a Olite. Aunque antiguamente la entrada principal estaba situada en el Palacio Viejo, en la actualidad se accede al palacio por la Plaza de Carlos III el Noble, donde encontramos primeramente un patio de armas que antiguamente había sido un jardín (conocido como Jardín Viejo o de los Naranjos, debido a la abundancia de este tipo de árboles plantados en él), uno de los muchos jardines que tenía el palacio tanto en su interior como en sus alrededores. Allí dejamos «aparcado» el carrito de Elia.

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Entrada al Palacio de Olite

Desde allí se accede a la Sala de Excavaciones (hoy sala de exposiciones), la Sala Abovedada y la Sala de los Arcos, una de las más espectaculares del palacio, cuya única función residía en soportar el peso del Jardín de la Reina, que luego visitaremos en el piso superior. Actualmente en ella se lleva a cabo periódicamente el Festival de Teatro Clásico de Olite.

Más tarde accedimos a la parte superior mediante una escalera de caracol y recorrimos también la Cámara de la Reina, la Cámara del Rey y la Cámara de los Yesos, la única que conserva algo de decoración original que consistía en diez paneles de yeso hechos por maestros mudéjares (hoy en día su visita está restringida al público por su delicado estado de conservación). En este punto debemos destacar la extraordinaria delicadeza de la Galería del Rey, formada por una tracería gótica cuyos huecos antiguamente ocupaban vidrieras de colores para evitar las corrientes de aire. Una bella terraza desde la que podemos asomarnos al Patio de la Morera, que podremos ver al finalizar la visita.

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Galería del Rey
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Galería del Rey, en la zona superior del palacio
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Paseando por la zona superior del palacio

Deambulamos un rato por la zona superior del palacio antes de llegar a otra hermosa galería, quizás todavía más que la anterior, la Galería de la Reina, una especie de claustro de pequeño tamaño a la vez que jardín colgante. A pesar de que en la actualidad se encuentra totalmente restaurado, todavía se puede apreciar algún elemento original, como las huellas de asiento de los pilares. Creednos, si hay un lugar bonito y especial en el Palacio Real de Olite, sin duda es este.

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Galería de la Reina

Es hora de conocer las famosas torres del palacio-castillo. En la Torre del Portal Fenero se integra la Puerta Fenera, antigua puerta de entrada a la ciudad, llamada así porque el heno entraba a la ciudad de Olite a través de ella. Desde allí se pasa a través de un puente y se accede a la Torre de la Atalaya, desde donde se controlaba la llegada de cualquier noticia del exterior. También desde allí podemos divisar el pueblo de Ujué, que sirvió durante muchos siglos, tal y como ya dijimos anteriormente, como avanzadilla militar del Reino de Navarra. A su lado, la Torre de los Cuatro Vientos, por cuyos miradores y ventanales góticos los reyes y nobles podían contemplar las justas y torneos que se celebraban en la explanada exterior del palacio.

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Torre de la Atalaya (izquierda) y Torre de los Cuatro Vientos (derecha)
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La Torre de los Cuatro Vientos

Como no podía ser de otro modo, subí hasta el último piso de ambas torres para obtener las vistas más impresionantes posibles y hacer las mejores fotos. No fue tarea fácil, pues muchísimas personas tenían exactamente el mismo propósito que yo, de modo que tuve que emplearme a fondo y abrirme paso entre la multitud. No en vano nos encontramos ante el monumento más visitado de toda la comunidad de Navarra.

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Sombra de un ventanal del Palacio Real de Olite
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Palacio Real de Olite, visto desde lo alto de la Torre de los Cuatro Vientos
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Villa de Olite, con la silueta de la Iglesia de San Pedro, con su particular torre en forma de flecha

Nos dirigimos después a contemplar otras tres torres, la Torre del Aljibe, que albergaba una serie de norias y conducciones para elevar el agua desde el río, la Torre del Homenaje, la más alta de todo el edificio con sus casi 40 metros de altura y de función claramente defensiva, y la Torre de las Tres Coronas, posiblemente la más bella de todo el conjunto palaciego.

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Torre de las Tres Coronas

Justo debajo de esta torre, en el exterior de la muralla y a nivel de calle, se sitúa un curioso pozo de hielo que se asemeja a un huevo gigante de piedra y que ya habíamos vistitado durante nuestro paseo por el jardín de Ronda del Castillo. Bajo este curioso monumento hay un pozo de 8 metros de profundidad donde se guardaba el hielo y la nieve del invierno y los mantenía helados hasta el verano.

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Pozo del hielo

Nuestra pequeña Elia ya empezaba a estar cansada, así que desistí de subir a la tercera planta de la Torre de las Tres Coronas. Suficientemente bien se había portado ya, y es que a veces no somos conscientes de lo que tiene que soportar esta criaturita. Ella aún no lo sabe, pero su papá y su mamá se sienten tan orgullosos de ella… y si bien su memoria no recordará nada de esto, es del todo seguro que todas estas vivencias dejarán una huella imborrable en su memoria sensorial.

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La pequeña Elia descansando en la Galería de la Reina

De camino a la salida nuevamente a la Plaza de Carlos III el Noble, la visita por el interior del palacio finaliza con el Patio de la Pajarera, una especie de gran jaula acondicionada para albergar una gran variedad de pájaros, algunos de ellos exóticos, y el Patio de la Morera, cuya Morera central, de más de 300 años de antigüedad, está declarada Monumento Natural de Navarra. En 1512, con la conquista de Navarra por parte de la Corona de Castilla, comenzó el deterioro del Palacio Real de Olite ya que a partir de ese momento solo se utilizó como residencia esporádica de virreyes, gobernadores e hidalgos. Más tarde, ya en el siglo XIX con la Guerra de la Independencia, fue incendiado intencionadamente para evitar que las tropas francesas lo utilizaran como fuerte. No fue hasta bien entrado el siglo XX que comenzó su restauración definitiva, la cual duró más de 30 años. Un monumento, en definitiva, que trasciende su propia historia.

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Patio de la Morera
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Plaza de Carlos III el Noble

Antes de regresar al hotel nos quedaban aún dos cosicas por hacer. La primera fue detenernos en una gran pastelería que hizo las delicias de Inma (a mí todavía me tocaba portarme bien…) y la segunda, algo que se ganó plenamente Elia, que sus papás la volvieran a llevar al jardín que hay en Ronda del Castillo para que jugarámos con ella un buen rato.

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Papá Rafa jugando con su niña en el jardín de Ronda del Castillo
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Los cantineleros ante el Palacio de Olite
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Cayendo la noche en el Palacio Real de Olite

Esta vez sí, era hora de descansar. Mañana nos espera una apasionante ruta por el centro de la comarca de Navarra, visitando sus monumentos más importantes. Desde el Hostal Rural Villa Vieja de Olite, ¡os deseamos buenas noches!

SIGUIENTE ETAPA. DÍA 5

 

 

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