
La Capilla Rosslyn – Saint Andrews – Glamis Castle – Dunnottar Castle
Indice
¡Menuda ruta teníamos por delante! Nuestra idea era ir a St. Andrews para contemplar su castillo y su preciosa catedral y luego, si teníamos tiempo, ir a visitar Glamis Castle antes de llegar a nuestro B&B situado a pocos Km antes de llegar a Stonehaven, una maravilla de sitio del que luego os hablaré. Inma estaba muy interesada en ir a ver la Rosslyn Chapel y poder decidir in situ si su fama de lugar misterioso estaba bien infundada, pero eso dependía de si me haría pronto con la manera británica de conducir.
Antes de nada, he de aclarar que escogimos esta ruta y no la que va por el interior pasando por Pitlochry por dos razones: la primera era que queríamos ver Dunnottar Castle, un castillo que no parecía ser de los más conocidos pero que en todos los diarios que habíamos leído, se decía que te dejaba sin habla. Y la segunda, que Balmoral Castle se encontraba por entonces cerrado.
Este fue finalmente nuestro recorrido:
Así pues, y después de un estupendo desayuno, David nos llamó a un taxi para llevarnos a la oficina de Arnold Clark que se encuentra en el barrio de Sighthill. El conductor del taxi merece capítulo aparte en nuestro diario, era un chico hindú que por lo visto llevaba viviendo en Edimburgo bastante tiempo. Creemos sinceramente que en este país la simpatía se pega (se nos pegó incluso a nosotros, que cuando llegamos a España íbamos dando las gracias a «to quisqui»), este chico fue simpatiquísimo en todo el recorrido y como no sabía dónde se encontraba la oficina de alquiler, ni corto ni perezoso se bajó él mismo a preguntar, cosa que nos pareció inaudita. Hasta nos dio pena despedirnos de él.
Tengo que decir que quedamos encantados con el trato brindado por parte de esta compañía de alquiler, habíamos reservado a través de Celtic Legend. Se paga en el momento de la entrega del coche, todo como habíamos acordado, sin cargos extras. Un coche del grupo 2, automático,con seguro a todo riesgo, 8 días, nos costó £296,56 y el GPS con la opción del español hablado nos costó £25 más. En total: £321,56. Una vez devuelves el coche, te miran el estado del coche, todo muy rápido, y listo. Nosotros decidimos recoger el coche en Edimburgo y devolverlo el último día en la oficina que Arnold Clark tiene en el aeropuerto.
Nos dieron un coche de grupo 2, un Kia Picanto nuevecito. Era pequeño pero nos bastó para meter las maletas, además resultaba súper cómodo. Como tenía mis reservas con lo de conducir por la izquierda, decidí reservar un coche de cambio automático porque así me quitaba una preocupación extra. También nos dieron un GPS (el que teníamos nosotros estaba estropeado) con opción de español hablado, lo habían dejado programado para nosotros. Y al fin, había llegado el momento. Después de arreglar el papeleo y meter las maletas (que no fue tarea fácil), comenzamos nuestra aventura. La oficina de Sighthill está justo al lado de la motorway, lo cual me vino muy bien para acostumbrarme a los mandos y a conducir «raro». Como me vi con confianza decidimos seguir nuestro instinto e ir a Rosslyn, que estaba a unos 20 minutos. Cuando llegamos al aparcamiento, pensamos «primera prueba superada», Inma me sacó unas fotos mientras aparcaba para inmortalizar aquel momento de triunfo.

Rosslyn Chapel
La Rosslyn Chapel está considerada uno de los lugares más enigmáticos de toda Escocia y, gracias a su reciente aparición en la novela El código Da Vinci de Dan Brown (y en la película del mismo título, cuya penúltima escena se sitúa precisamente aquí), uno de los más visitados. Esta capilla católica fue construida a lo largo del siglo XV por iniciativa de William Sinclair, primer conde de Caithness, siendo abandonada como lugar de culto un siglo después debido al auge del protestantismo. Pero esta no es la razón de su extraordinaria singularidad.
Rosslyn Chapel
Resulta que el secreto de la Rosslyn Chapel se encuentra en su interior, concretamente en su exquisita y misteriosa ornamentación, cuya extraña simbología ha despertado las más variopintas teorías, incluyendo aquellas relacionadas con la masonería y los templarios. De hecho en la novela de Dan Brown este lugar es uno de los últimos en custodiar el Santo Grial. Entre los símbolos de la capilla, destaca el llamado Pilar del Aprendiz, las esculturas de la muerte danzando, de la naturaleza y sus ciclos, de los siete pecados capitales, ¡incluso de algo que se asemeja a una mazorca de maíz! (lo cual carece aparentemente de lógica, pues el maíz no fue importado a Europa hasta mediados del siglo XVI).

¿Nuestra opinión sobre la Rosslyn Chapel? Cada cual tiene la suya. Hay quien no recomendaría perder el tiempo en su visita. A nosotros nos fascinó. No sé si hablamos desde la sugestión que provoca el haberla visto sabiendo de antemano algunos de sus secretos, pero lo cierto es que nos pareció que aquel sitio respiraba una atmósfera de misterio. Es pequeñita, muy pequeñita, pero una auténtica maravilla. Además, cada detalle importante se encuentra señalado por carteles que te dan toda la información. La cripta es el lugar que más nos impresionó, no dejéis de verla. En resumen: un lugar absolutamente imprescindible.
Nuevamente nos quedamos en la misma cafetería para reponer fuerzas. ¡Menudos pasteles! Y allí que íbamos de nuevo, con nuestro nuevo compañero de viaje, por las autopistas y carreteras de Escocia, dirección St. Andrews, una de las ciudades más antiguas del país.
St. Andrews, la cuna del golf
Llegamos allí de nuevo sin problemas en aproximadamente una hora y media, ayudados en todo momento por nuestro GPS, y aparcamos en el centro de la ciudad. Saint Andrews es poseedora de la universidad más antigua del país y de una de las playas más famosas de la historia del cine, aquella donde se rodó la famosa escena de los deportistas corriendo en Carros de fuego al ritmo de la inmortal banda sonora de Vangelis. Sin embargo, si por algo es mundialmente conocida esta ciudad es por ser la cuna absoluta del golf (de hecho presume de tener el club de golf más antiguo del mundo, The Royal and Ancient Gold Club of St Andrews). Esta antigua tradición hace que en Saint Adrews hayan proliferado un gran número de campos de golf. Primero visitamos el castillo de St. Andrews y luego la catedral de St. Andrews, ambos con nuestra Explorer Pass.
Castillo de Saint Andrews
Nuestra primera parada fue el Castillo de St. Andrews, un lugar que, a pesar de encontrarse en un estado ruinoso, resulta tremendamente evocador y ofrece unas vistas espectaculares de la costa.

Fundado hacia el año 1200, sirvió durante siglos como residencia de los obispos y arzobispos de Saint Andrews. La fortaleza conserva uno de los mayores complejos de túneles subterráneos y mazmorras de todo el país.

Catedral de Saint Andrews
Muy cerca de allí se encuentra la Catedral de Saint Andrews, uno de los lugares más impactantes que visitamos a lo largo de nuestro viaje por Escocia. Este templo (o lo que queda de él) es quizás el ejemplo más significativo de lo que ya comentamos acerca de edificios que, debido a su buenísimo estado de conservación pese a encontrarse en ruinas, poseen un halo de romanticismo intrínseco.



Si bien solo se conservan algunas partes en pie, uno tiene la oportunidad de imaginar lo que llegó a ser en otro tiempo, la catedral más grande y mejor decorada de Gran Bretaña. Para completar semejante escenario siniestro, una gran cantidad de lápidas que parecían surgir como setas después de un día lluvioso.

Fue en 1160 cuando el obispo de St. Andrews promovió la construcción de una nueva catedral católica, la cual se prolongó hasta casi dos siglos más tarde, convirtiendo inmediatamente a la ciudad en un importante centro de peregrinación. A partir de entonces el edificio fue víctima de constantes inclemencias meteorológicas y religiosas (daños provocados por la Reforma Escocesa del siglo XVI), transformando el lugar en unas ruinas de eterna belleza.


Impresionados aún por tanta belleza, nos comimos un bocata y retomamos nuestro camino, en dirección a nuestro siguiente destino.
Glamis Castle
Para llegar a Glamis Castle desde Saint Andrews debes atravesar la ciudad de Dundee. Este castillo, de aspecto más parecido al de un chateau francés más que a una fortaleza medieval, es uno de los lugares más legendarios y encantados de Escocia. Levantado desde el siglo XIV en adelante, el castillo ha pertenecido a la familia Bowes-Lyon, cuyo miembro más importante de los últimos tiempos ha sido la madre de la actual reina de Inglaterra Isabel II, la reina madre, quien pasó gran parte de su infancia y adolescencia en Glamis Castle. Resulta curioso saber también que la fortaleza es citada en varias ocasiones por Shakespeare en su obra Macbeth (de hecho en su interior encontraréis una sala llamada Duncan’s Hall en honor al rey Duncan I de Escocia, un personaje histórico a quien se supone que Macbeth asesina).
De Glamis Castle solamente puedo mostraros estas dos fotos, hechas por Inma mientras nos acercábamos con el coche por su espectacular entrada.


Y digo que solo puedo mostraros estas fotos porque literalmente no pudimos hacer más fotos de esta visita. Puede que un fantasma tuviera la culpa. Os lo voy a contar: cuando llegas al castillo tienes que pagar desde el coche y luego aparcas en un amplio aparcamiento. Solo puedes entrar con visita guiada y tuvimos suerte, pues justo a la hora que llegamos comenzaba una. Empezamos a adentrarnos por cada una de las salas acompañados por la guía, que hablaba un perfecto inglés, aunque te facilitan un folleto en cualquier idioma. Gracias a eso pudimos saber que Glamis Castle cuenta con mil y una historias sobre fantasmas (el de Earl Beardie y su eterna partida de cartas, el de Janet Douglas, la mujer de gris, o el de la doncella sin lengua, entre otros). Diría que como había tantos, uno de ellos se encaprichó de mí porque a medida que transcurría nuestro recorrido iban entrándome cada vez más náuseas y dolor de cabeza. Pensé que se me pasaría, así que me comí una barrita de un Kit Kat que guardaba en la mochila, pero la cosa se puso peor y cuando estábamos en la capilla (acordaros, lectores, si vais algún día y entráis en la capilla, saludad de mi parte al fantasma que hizo que se me nublara la vista…), sentí que iba a desmayarme por lo que tuve que pedirle amablemente a la guía que avisara a alguien para que nos sacaran de allí. Estábamos solo a 40 minutos en coche de nuestro B&B, pero tuve que tomarme un buen descanso estirado en el asiento de atrás del coche para poder recobrar algo de fuerzas. Hoy, y echando la vista atrás, achaco aquel suceso tan extraño a los nervios que habíamos pasado durante los días previos (la boda, el viaje, el coche…) pero quien sabe… Lo que está claro es que para mí Glamis Castle siempre será el lugar donde temimos por un momento no poder continuar nuestro viaje.
La preocupación y el susto dieron paso al que quizás fuera el B&B que más nos gustó de todo el viaje. Se llama Chapel of Barras Farm B&B. Se trata de un B&B absolutamente alejado de todo. Estás en medio del campo, rodeado solo de vacas y ovejas. Anexo tiene una granja, mediante la cual elaboran sus propios productos. Al entrar en la habitación nos habían dejado una carta para darnos la enhorabuena por nuestra boda y dos bizcochos caseros.


A mí personalmente se me fueron todos los males al llegar allí, me di una ducha reparadora y aunque sabíamos que ya era algo tarde para entrar, decidimos coger el coche y acercarnos a ver el Dunnottar Castle por fuera, pues quedaba solo a unos 10 minutos de allí. Sin lugar a dudas mereció la pena elegir esta ruta para contemplar uno de los lugares más bonitos que hemos visto nunca. Así de sencillo.
Dunnottar castle
¿Qué podemos decir de Dunnottar Castle? Llegas al aparcamiento y después de un breve camino a pie llegas a un acantilado en cuya cumbre despuntan las ruinas de un castillo que parece haber surgido de un sueño. Simplemente espectacular. ¿De dónde habría podido surgir, sino de un sueño?




Teníamos programado visitar las ruinas del castillo a la mañana siguiente, de modo que aprovechamos para disfrutar sin prisas de sus alrededores y retratarnos con los acantilados y el inmenso mar del Norte que se abría ante nuestros ojos. Créedme, pocas veces hemos experimentado un placer mayor que el de recorrer los alrededores del Dunnottar Castle sin (apenas) gente.





Aquello me terminó de recuperar del todo, aquello y la cenita romántica en la habitación de nuestro B&B-granja. Entre vacas y ovejitas, nos fuimos a dormir, impacientes a que amaneciera un nuevo día en aquel paraíso de los sentidos. Mañana os explicaremos la historia del Dunnottar Castle, ¿os lo vais a perder?