
Las legendarias Highlands
Indice
Día 6
Nos despertamos en Kettle House B&B. Pensamos «hoy vamos a Eilean Donan… y también a la isla de Skye…». Y luego volvemos a pensar «hoy vamos a Eilean Donan…», posiblemente la razón por la cual estamos en Escocia. A Inma la sentía especialmente emocionada y no era para menos. De momento tomamos nuestro desayuno, nos despedimos de la divertida Natalie y nos ponemos en marcha.
Este va a ser nuestro recorrido hoy, un recorrido que no olvidaríamos jamás.
Justo antes de adentrarnos al fin en las Highlands, hacemos una primera parada en uno de los numerosos miradores que existen en nuestro camino, el del Lago Garry, desde el que, según se dice, el lago adquiere el perfil de Escocia. Un auténtico presagio de lo que nos aguardaba…

Espectaculares lagos y bosques comienzan entonces a aparecer a nuestro alrededor. Mientras conduzco voy repasando mentalmente los diarios que he leído sobre esa ruta y recuerdo al fin que alguien, no recuerdo quién, había mencionado que este era el recorrido más bonito de todos los que había encontrado en Escocia, el que va desde Fort Augustus hasta Eilean Donan Castle, más o menos una hora de camino. Debemos decir que ese alguien tenía toda la razón. A medida que vamos subiendo, las vistas mejoran y cuando pensamos que no podemos encontrar nada más bonito, a la curva siguiente volvemos a quedarnos sin habla…





Pero sin duda, lo mejor aún estaba por llegar. El momento álgido de nuestra luna de miel…
Eilean Donan Castle, la calma del highlander
De repente allí lo vi asomarse en una curva, el perfil del castillo que tanto habíamos ansiado contemplar. Volvió a esconderse antes de que Inma pudiera avistarlo. Pero volvió a asomar su perfecto perfil, esta vez más claramente ante nuestros ojos. Y esta vez ella sí pudo «pescarlo» y no podíamos creerlo. Allí estaba, Eilean Donan Castle. Empezado a construirse en 1220, se dice que fue uno de los refugios que Robert the Bruce utilizó para huir de las invasiones inglesas de Eduardo I. Más tarde pasó a ser propiedad del clan McRae, antes de quedar abandonado, bombardeado y, de nuevo, restaurado.

Creo que no he aparcado tan rápido en toda mi vida. Estaba conmocionado por tantísima belleza… Situarse allí, a la orilla del lago Duich, y pararte a contemplar una composición tan hermosa, fue para nosotros uno de los momentos más estéticos de nuestra vida. Después de semejante primer impacto, tratamos de recobrar el sentido para pagar la entrada y cruzar el puente que nos separaba de la isla.



Nuevamente nos obligamos a cobrar la cordura para entrar en su interior y nuevamente nos quedamos sin aliento. Y es que Eilean Donan no solo es precioso por fuera, también lo es por dentro. En una de sus terrazas, al asomarme, pude tener uno de esos momentos que quedan grabados en la memoria. Al contemplar aquella vista quedé absolutamente obnubilado por… LA CALMA. Sí, la calma que reinaba en aquel paisaje, la quietud, el silencio. No he sentido nada igual en mi vida. Inma estaba detrás de mí y quería que ella también sintiera aquello, así que le pedí que se acercara y le dije «escucha»…



Por supuesto las experiencias que aquí relatamos son puramente subjetivas y no significa que vuestras visitas a Eilean Donan vayan a ser igual de especiales, pero la nuestra sí lo fue y así es como la recordamos hoy. Si hoy me preguntaran a qué sitio me gustaría ir para encontrar paz, sin duda iría a Eilean Donan.



Pero tocaba proseguir nuestro camino y romper aquel hechizo, así que nos prometimos que algún día volveríamos y nos pusimos de nuevo en carretera.

Isle of Skye, espejismo salvaje
Quedaba la otra gran aventura del día y llegar a la Isla de Skye. Íbamos a dedicarle toda esa tarde y el día siguiente entero. Skye merece al menos dos días para ser explorada y degustada sin ninguna prisa.
Hasta Portree (el pueblo «capital» de la isla) nos quedaba otra horita de camino. Para conectar con Isle of Skye se debe cruzar el famoso puente que tan polémico resultó años atrás. Y Skye, es otro mundo. Y cuando digo que es otro mundo, es que literalmente es otro mundo. El paisaje cambia por completo y se torna algo completamente peculiar y único, de una tonalidad tierra y amarillenta, como si estuvieras en otro planeta. Eso sí, siguen apareciendo lagos y más lagos.

The Old Man of Storr
Cruzamos con el coche el pueblo de Portree, el cual por cierto nos pareció más grande de lo que imaginábamos en un principio. Nos dirigíamos hacia la primera de las atracciones naturales que ofrece Skye, el Old Man of Storr, y el día empeoraba por momentos. The Storr es una formación rocosa monolítica que puede verse desde muy lejos. La carretera que va desde Portree hasta the Storr es cuanto menos «curiosa»… Durante un tramo la carretera sufre numerosos y pronunciados altibajos hasta estrecharse para terminar siendo de un solo sentido, con los consecuentes Passing Places.

Y a pesar de encontrarse en plena naturaleza, existe un aparcamiento señalizado para poder ascender hasta el monolito si lo deseas. ¿Que si nosotros lo hicimos? Lo intentamos. Durante la primera mitad de la excursión todo iba bien.





Kilt Rock
Al terminar de comer decidimos no esperar más y seguir subiendo con el coche hasta el acantilado An Lethallt, primero, y más tarde hasta Kilt Rock, posiblemente el acantilado más conocido de todos los que allí se encuentran por su supuesto parecido con la típica falda escocesa.





Y de aquí ya de vuelta a Portree, porque el tiempo no estaba acompañando nada. Esperábamos que el día siguiente fuera diferente. El B&B que nos tocaba esta noche iba a ser también el de la noche de mañana, ya he mencionado que hay que dedicar como mínimo dos días a conocer Isle of Skye. Nada más llegar conocimos al dueño, Craig, un tipo extremadamente servicial y parlanchín. El B&B se encontraba ligeramente también a las afueras del pueblo, lo que resultaba muy cómodo. Se llama Larchside B&B y es uno de los alojamientos donde mejor nos han tratado jamás.


Para terminar este día inolvidable, cenita en el hotel y… como aún no me había puesto una falda escocesa (se lo había prometido a muchísima gente en España y para no defraudar a mis fans tuve que hacer un esfuerzo y un alarde de creatividad), ahí que vi la tan ansiada oportunidad. Agarré la manta de la cama y…

En fin… espero que sigáis leyendo después de esto… ¡Buenas noches!
Día 7
La jornada de hoy la vamos a dedicar enteramente a descubrir Skye. ¡Y menudo día ha amanecido hoy! Un sol espectacular, menuda suerte poder disfrutar de la isla con este tiempo, ¡allá vamos!
Nuestra primera idea es ir a visitar Neist Point, el punto más occidental de la isla, para regresar luego hasta Dunvegan Castle. Y así lo hicimos. Al caer la tarde y como seguía haciendo un día espectacular, nos dieron ganas de revisitar The Old Man of Storr y Kilt Rock, para contemplarlos con otra luz y sin niebla. Así quedó, pues, nuestra ruta.
Seguimos conociendo la Isle of Skye
Bajamos a desayunar y Craig y su mujer Kasia nos preparan el desayuno. Nos sentamos a la mesa junto a otros huéspedes y tras una animada conversación ponemos rumbo a Neist Point, una de las joyas naturales de Skye.
Neist Point, el fin del mundo
El camino ya prometía. De Portree hasta Dunvengan hay unos 40 minutos en coche en una carretera de muy buen estado. Desde Dunvengan hasta Neist Point hay una carretera bastante diferente, quizás lejos de ser cómoda, pero sin duda enormemente atractiva para los sentidos. Se trata de una carretera de un solo carril, plagada de Passing Places y con determinados tramos realmente difíciles y carentes de toda visibilidad. Eso sí, uno disfruta en cada rincón, tanto como copiloto como conductor, y de vez en cuando te encuentras con estas amiguitas:


Curvas y más curvas, unos 40 minutos más hasta nuestro destino. Neist Point es una maravilla de la naturaleza, un enorme peñón flanqueado por espectaculares acantilados. Poco más hay que añadir. Solo que al contemplarlo, nos pareció que aquel debía ser el fin del mundo.



En el punto más occidental del peñón, se levanta incólume un faro que parece no ser consciente de su privilegiada posición. Para llegar al faro, no visible desde la carretera, uno ha de bordear el peñón siguiendo un caminito que, la verdad, no parece tan largo desde arriba pero que sin duda merece mucho la pena seguir.




Una vez más, aletargados por tanta belleza, nos resulta complicado despedirnos de aquel paisaje.


Deshacemos el mismo camino que nos había llevado hasta allí. Encendemos la radio del coche y sintonizamos la BBC Gaelic, con música tradicional en gaélico, mientras recorremos aquellos paisajes de ensueño.



Dunvegan Castle, guardián de las focas
«¡Cómo vamos a echar de menos estos momentos!», nos decimos. Suspiramos y seguimos adelante, hasta llegar de nuevo al pueblo de Dunvegan. Una vez allí nos disponemos a visitar quizás el castillo más bello de Skye, Dunvegan Castle. Hogar del clan McLeod, es el castillo de Gran Bretaña ocupado durante más tiempo, pues ha tenido residentes desde el siglo XIII. Sus hermosísimos jardines nos dan la bienvenida y nos invitan a ser explorados. Un poco más tarde lo haremos, justo después de contemplar sus interiores.



Sin duda los jardines hacen gala merecida de su fama y aunque desgraciadamente muchos de ellos se encuentran cerrados por restauración, nos encanta pasear y detenernos en algún momento para reflexionar y ser conscientes de dónde estamos.


Seguimos una indicación. «Crucero de focas«. No lo teníamos previsto pero decidimos ir a echar un vistazo y preguntar en una pequeña oficina en qué consisten esos pequeños cruceros en barca que te llevan a ver las focas que parecen descansar eternamente en las pequeñas islas en las inmediaciones del castillo. Nos parece algo fascinante y decidimos pagar el ticket para subirnos a la próxima barca, no sin antes respirar aire puro en un marco incomparable.


Seguidamente un par de fotos de nuestra pequeña aventura admirando a esas criaturitas que, encontrándose descansando encima de las rocas, se desperezaban al advertir la presencia de nuestra barca:




Maravillosa experiencia, ¿no creéis? No dudéis en hacerlo si el tiempo acompaña, ¡no lo lamentaréis!

Portree, la «capital» de Skye
Tocaba ir pensando en comer y justo en el restaurante que se encuentra en Dunvegan Castle pudimos reponer fuerzas antes de volver a Portree, la ciudad más «grande» y alegre de Skye. Esta vez tocaba hacer una parada para pasear por el pueblo, bastante mono, y hacer un poco de shopping.




Como de costumbre durante todo el viaje, nos pareció que íbamos muy bien de tiempo y como no todos los días tiene uno la suerte de encontrar tan buen tiempo en Skye, decidimos volver a hacer la misma ruta que hicimos ayer, revisitando The Old Man of Storr y Kilt Rock. Aquí tenéis algunas fotos donde se pueden apreciar con otra luz distinta.


Volvemos pronto al hotel para descansar ya que mañana toca madrugar para… ¡coger un ferry! Cenita íntima de los recién casados en la habitación del hotel y pronto a la cama. ¡Buenas noches!