ALEMANIA,  AUSTRIA,  LUGARES CON HISTORIA

A medio camino entre Baviera y Austria

Ruta de 6 dias de locura, horror y belleza

Un roadtrip a medio camino entre tierras alemanas y austriacas cuenta siempre con 3 ingredientes fundamentales.

El primero de ellos es la locura. Desde los tiempos en que estudiaba la carrera, había oído hablar de un rey bávaro obsesionado por el músico Richard Wagner y por el rey Luis XIV de Francia. Un rey que, poco interesado en asuntos de política, fue encerrándose cada vez más en su mundo de fantasía, llegando a gastarse todo el presupuesto de su Estado en edificar palacios de otro tiempo. En mi ruta no faltará, en primer lugar, la visita de esos schloss (palacios) que mandó construir un «rey loco», Luis II de Baviera.

Castillo de Neuschwanstein

El segundo ingrediente es irremediablemente el del horror, el que provoca la visita de esas fábricas de matar llamados campos de concentración que los nazis erigieron bajo las tinieblas del sinsentido. Yo voy a visitar dos de ellos: Dachau, muy cerca de Múnich, y Mauthausen, ya en terreno austriaco, un verdadero infierno sobre la Tierra en el cual acabaron la mayor parte de los republicanos españoles capturados por el fascismo.

Monumento conmemorativo en el centro de la plaza

El último ingrediente de este viaje, como no podía ser de otra manera, es la belleza, la de grandes ciudades como la poderosa Múnich o la blanca Salzburgo, patria del más grande músico que ha dado la humanidad, Wolfgang Amadeus Mozart, o la de los pequeños pueblos de la preciosa región austriaca de los lagos de Salzkammergut.

Los Alpes austríacos

Si os he convencido ya, quedáis todos invitados a venir conmigo a conocer un territorio de frontera absolutamente fascinante.

Día 1

Múnich merece al menos dos o tres días para conocerla a fondo, sin embargo yo solo voy a estar una jornada visitando los monumentos más destacados de su centro histórico. Este recorrido de un día por la capital bávara os puede servir de referencia.

Múnich

Traspasando la Karlstor, una de las tres antiguas puertas que aún sobreviven de la antigua muralla medieval, se llega rápidamente a pie a la iglesia de Sankt Michael Kirche, en su día el templo renacentista más grande al norte de los Alpes. Con sus 20 metros, posee la segunda bóveda de cañón más grande del mundo tras la de San Pedro de El Vaticano y una decoración interior en el umbral del barroco (no en vano supuso un modelo para iglesias barrocas posteriores). En su cripta encontraréis, entre otras, la tumba del rey Luís II de Baviera, la figura central por la que había decidido hacer este viaje.

Sankt Michael Kirche

Unos pocos pasos más adelante os llevarán a la Catedral de Múnich, uno de los principales símbolos de la ciudad debido a sus características torres. Levantada a finales del siglo XV, la Frauenkirche sorprende por su construcción en ladrillo y por su inmensa altura. Una conocida leyenda muniquesa explica una curiosa huella presente en el suelo de la entrada al templo, la Teufelstritt.

LA HUELLA DEL DIABLO

Cuenta dicha leyenda que cuando al arquitecto Jörg Von Halsbach le encargaron erigir la catedral, éste hizo un pacto con el diablo. Le propuso que si no interfería en su construcción, él la diseñaría sin ventanas. En caso de no conseguirlo el diablo tendría el derecho de quedarse con su alma.

El diablo aceptó la apuesta y no obstaculizó la construcción, que duró solo 20 años. Cuando la catedral estuvo terminada, el diablo se asomó a la entrada y comprobó desde allí que no existía ventana ninguna. Encolerizado por no haber conseguido el alma del arquitecto, dejó la marca de su huella en el suelo. Como el diablo no pudo entrar al interior de la catedral por ser suelo sagrado, no pudo comprobar que se trataba de un truco óptico del arquitecto, ya que desde ese punto de vista las columnas tapaban todas las ventanas.
La huella del Diablo

Pocos metros separan la catedral de la plaza principal, la Marienplatz, auténtico centro neurálgico de la ciudad y lugar de celebración de importantes eventos públicos desde tiempos inmemoriales. Se encuentra presidida por la columna de María, erigida en 1638 en conmemoración del fin de la invasión sueca, y flanqueada por dos emblemáticos edificios históricos, el Altes Rathaus (Ayuntamiento Antiguo) y el Neues Rathaus (Ayuntamiento Nuevo).

Fachada del Neues Rathaus

El primero de ellos, aunque fuese inicialmente construido a finales del siglo XV en un estilo gótico, sufrió numerosas remodelaciones a lo largo del tiempo fruto de distintos avatares históricos. El más importante, la destrucción provocada por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, los cuales también afectaron a su vecino, el imponente Neues Rathaus. Que no os confunda su apariencia antigua pues fue construido a finales del siglo XIX imitando la estética gótica. En su torre principal, de 85 metros de altura, se halla el célebre carrillón, cuyas figuras representan a diario el enlace entre el duque bávaro Guillermo V y Renata de Lorena en 1568.

Muy cerca se encuentra otra iglesia digna de visitar, Sankt Peter Kirche, considerada la parroquia más antigua de la ciudad a pesar de que poco queda ya de aquel primer templo románico del siglo XII. Hoy su interior es una de las joyas artísticas mejor guardadas de Múnich, pues esconde una decoración barroca y rococó que deja sin palabras a quien la contempla.

Sankt Peter

La Resindenz es, a mi juicio, el plato fuerte de Múnich. Se trata de la antigua sede gubernamental y residencia oficial de la dinastía Wittelsbach, duques y reyes de Baviera, entre 1508 y 1918. Con sus 20 mil metros cuadrados de superficie, es el palacio urbano más grande del país. Su visita se divide en tres zonas diferenciadas: el museo que exhibe el tesoro de la familia Wittelsbach, el teatro Cuvilliés, de un fabuloso rococó y el palacio real propiamente dicho, distribuido en maravillosas salas como el popular Antiquarium. Este singular espacio renacentista fue concebido inicialmente para albergar la colección de bustos del duque Alberto V. Aunque parezca imposible, la sala también fue destruida durante la II Guerra Mundial, siendo reconstruida posteriormente.

Antiquarium de la Residenz
Teatro Cuvilliés

Desde el Hofgarten, un agradable jardín de estilo italiano construido en la fachada norte de la Residenz durante el siglo XVII, se puede acceder directamente a otro jardín aún más impresionante, los Englischer Garten. Se trata de uno de los parques urbanos más grandes del mundo (ocupa una superficie equivalente a 640 estadios de fútbol) y en él podemos encontrar algunas de las atracciones más visitadas, como la Torre China construida a finales del siglo XVIII.

Englischer Garten

Este autentico pulmón verde se encuentra atravesado por un gran canal artificial que parte del río Isar, conocido como Eisbach, en el que hay una zona especialmente popular debido a sus olas de un metro de altura que mucha gente aprovecha para hacer surf. Un curioso espectáculo que congrega a multitud de turistas.

Ola de surf del Eisbach

Para cerrar este recorrido por el centro histórico de Múnich de la mejor manera posible resulta imprescindible entrar en la Hofbraühaus, una de las cervecerías más famosas, no solo de la ciudad, sino de toda Europa. Fundada en 1589, en un principio abastecía únicamente a la familia a la familia real alemana. Sin embargo, con su traslado a su ubicación actual en el año 1828 fue abierta al resto de público por orden del rey Luís I, monarca que al parecer gustaban mucho los festejos populares. Con motivo de su casamiento cuando aún era príncipe de Baviera se celebró el primer Oktoberfest, el festival de la cerveza más famoso del planeta.

Hofbraühaus

La Hofbraühaus se convirtió en poco tiempo en una auténtica institución, sobre todo para figuras políticas de gran relevancia, que la elegían como su lugar de reunión preferido. Su historia quedó unida a la del movimiento nazi cuando, el 24 de febrero de 1920, un entonces desconocido Adolf Hitler reunió en la sala de su piso superior a un nutrido grupo de simpatizantes. En su discurso, Hitler fijó los que, a partir de ese momento, fueron conocidos como los «25 puntos del programa» del Partido.

Sala histórica donde Hitler pronunció sus primeros discursos

Muchos historiadores sitúan en Múnich el origen del movimiento nazi, pues fue aquí donde surgió por primera vez ese fuerte sentimiento de descontento popular que terminaría desencadenando la barbarie nacionalsocialista. En este sentido, la Hofbraühaus es solo uno de los muchos edificios con una fuerte vinculación con el nazismo que aún son visibles en la ciudad, como la Haus der Kunst, el Salon Schelling, el Führerbau o la Feldherrnhalle

Neues Rathaus

Día 2

Abandonamos Múnich para iniciar nuestro roadtrip por tierras bávaras y austriacas, alquilando para ello un coche en la Estación Central.

Wieskirche

Ponemos rumbo suroeste. En medio de la Baviera rural, a unos 100 kilómetros de la capital, se encuentra una auténtica obra maestra del arte rococó, la Wieskirche, una iglesia declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Construida en el siglo XVIII para albergar la imagen de madera de un Cristo que, según cuenta la tradición, lloró lágrimas de sus ojos. Tal y como suele ocurrir en estos casos, el milagro de Wies provocó una avalancha de peregrinos y posteriormente el diseño de un templo que pudiese acogerla.

Exterior de la Wieskirche

El proyecto fue encargado a la pareja de hermanos Dominikus Zimmermann (arquitecto) y Johann Baptist Zimmermann (pintor y decorador), que proyectaron un pequeño edificio de planta ovalada con un nártex semicircular. En el interior, columnas gemelas frente a las paredes sostienen una elaborada cornisa, con esmeradas decoraciones de estuco y un coro largo y profundo. Los techos están pintados con un maravilloso trampantojo, que parece abrirse a un cielo que no tiene fin. Tomaos vuestro tiempo para admirar todos los detalles de esta maravilla, aunque ya os digo que resulta tarea ardua y costosa.

Wieskirche

Castillo de Neuschwanstein y Palacio de Linderhof

Dos de los tres palacios levantados por orden de Luís II de Baviera, quien pasaría a la posteridad como el «rey loco», se encuentran a tan solo unos 45 kilómetros de distancia. El Castillo de Neuschwanstein (cerca de Füssen) y el Palacio de Linderhof (en un valle junto al pueblo de Oberammergau) son dos obras imperecederas que hay que visitar, al menos, una vez en la vida.

¿Quieres conocer la historia de estos fascinantes edificios, posiblemente los más famosos de toda Alemania? Pues no te pierdas mi artículo cantinelero sobre la Ruta de Luis II de Baviera, ¡toda la información en detalle!

Gruta de Venus de Linderhof

Algo curioso es que para llegar desde Neuschwanstein hasta Linderhof, ambos en territorio alemán, hay que cruzar la frontera austriaca por un breve instante. Recordad que para circular libremente por el país alpino necesitaréis la Vignette, una pegatina que podréis adquirir en cualquier gasolinera y que deberéis pegar en el cristal delantero de vuestro coche, bien visible para que nos os multen.

Lago Plansee

Y justo ahí, en esa pequeña porción de territorio austriaco situada entre aquellas dos construcciones de auténtica fantasía, se encuentra el lago Plansee, uno de los muchos que se formaron a los pies de los Alpes. Considerad sus aguas de un turquesa intenso como un bello anticipo de lo que os espera en la Región de los Lagos de Salzkammergut.

Lago Plansee

Abadía de Ettal

A muy corta distancia del Palacio de Linderhof, erigida en un sitio de importancia estratégica en el valle de Graswang en un punto clave de la antigua ruta comercial entre Italia y Augsburgo, os espera la imponente Abadía benedictina de Ettal. Sus orígenes se remontan al siglo XIV cuando, según cuenta la leyenda, el emperador del Sacro Imperio Luís IV el Bávaro, otro miembro de la Casa de Wittelsbach, trajo consigo desde Italia una imagen labrada en mármol blanco, la Madonna de Ettal, que pasaría a ser custodiada en el nuevo cenobio.

Abadía de Ettal

La basílica barroca representa el centro espiritual y arquitectónico de un complejo conventual realmente amplio que incluye, además, un claustro, un internado y una escuela benedictinos, un hotel, una fábrica de cerveza y una destilería. Un gran incendio en 1744 motivó una ambiciosa reconstrucción de toda la abadía en un nuevo estilo artístico, que por aquel entonces bailaba entre el barroco y el rococó. El inconfundible aspecto italiano del conjunto se debe en parte al ingenio del arquitecto suizo Enrico Zucalli, quien había sido discípulo de Bernini.

Pueblo de Oberammergau

El pueblo de Oberammergau, rodeado por las verdes montañas de los Alpes de Ammergau, suele figurar siempre como una parada obligatoria en cualquier ruta por Baviera. Y lo hace por tres motivos: en primer lugar, por sus abundantes comercios destinados a la elaboración artesanal de la madera. Y es que, gracias a su abundante entorno boscoso, numerosas generaciones se han dedicado desde el principio de los tiempos al oficio de este noble material.

Oberammergau

En segundo lugar, por la representación teatral que aquí se hace una vez cada diez años sobre la Pasión de Cristo, cuyo origen parece remontarse al siglo XVII, cuando sus habitantes se encomendaron al Altísimo prometiéndole que, si sobrevivían a la terrible epidemia de peste que asolaba la zona, llevarían a cabo dicha escenificación periódicamente.

Oberammergau

Pero si por algo es sobradamente conocido este pueblo es por sus fachadas pintadas con esos característicos frescos llamados lüftlmalerei, una especie de variante del trampantojo del arte barroco que también imita elementos arquitectónicos. Los motivos representados combinan escenas religiosas y algunas salidas de determinados cuentos populares de tradición germana, como Caperucita Roja o Hansel y Gretel. Un espectáculo visual digno de admirar.

Oberammergau

Día 3

Algo más de dos horas de coche separan esta zona alpina de una de las ciudades consideradas más bellas de Europa, Salzburgo, recién cruzada la frontera austriaca. Y si alguien se está preguntando si recomendaría su visita, debo decir que la tengo en mi top 3 de ciudades europeas. Creo que con eso lo digo todo.

Salzburgo

Considero que la mejor opción para aparcar en Salzburgo es utilizar uno de los tres Park and Ride que hay disponibles en la ciudad. Desde aquí un breve trayecto en autobús será suficiente para estar en el centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Un buen lugar para iniciar esta ruta de un día por Salzburgo es el Palacio de Mirabell, a orillas del río Salzach, cuya construcción se encuentra íntimamente ligada a Wolf Dietrich von Rathenau, arzobispo de Salzburgo a principios del siglo XVII.

Mozarthaus de Sankt Gilgen

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