
A medio camino entre Baviera y Austria
Ruta de 6 dias de locura, horror y belleza
Indice
Un roadtrip a medio camino entre tierras alemanas y austriacas cuenta siempre con 3 ingredientes fundamentales.
El primero de ellos es la locura. Desde los tiempos en que estudiaba la carrera, había oído hablar de un rey bávaro obsesionado por el músico Richard Wagner y por el rey Luis XIV de Francia. Un rey que, poco interesado en asuntos de política, fue encerrándose cada vez más en su mundo de fantasía, llegando a gastarse todo el presupuesto de su Estado en edificar palacios de otro tiempo. En mi ruta no faltará, en primer lugar, la visita de esos schloss (palacios) que mandó construir un «rey loco», Luis II de Baviera.

El segundo ingrediente es irremediablemente el del horror, el que provoca la visita de esas fábricas de matar llamados campos de concentración que los nazis erigieron bajo las tinieblas del sinsentido. Yo voy a visitar dos de ellos: Dachau, muy cerca de Múnich, y Mauthausen, ya en terreno austriaco, un verdadero infierno sobre la Tierra en el cual acabaron la mayor parte de los republicanos españoles capturados por el fascismo.

El último ingrediente de este viaje, como no podía ser de otra manera, es la belleza, la de grandes ciudades como la poderosa Múnich o la blanca Salzburgo, patria del más grande músico que ha dado la humanidad, Wolfgang Amadeus Mozart, o la de los pequeños pueblos de la preciosa región austriaca de los lagos de Salzkammergut.

Si os he convencido ya, quedáis todos invitados a venir conmigo a conocer un territorio de frontera absolutamente fascinante.
Día 1
Múnich merece al menos dos o tres días para conocerla a fondo, sin embargo yo solo voy a estar una jornada visitando los monumentos más destacados de su centro histórico. Este recorrido de un día por la capital bávara os puede servir de referencia.
Múnich
Traspasando la Karlstor, una de las tres antiguas puertas que aún sobreviven de la antigua muralla medieval, se llega rápidamente a pie a la iglesia de Sankt Michael Kirche, en su día el templo renacentista más grande al norte de los Alpes. Con sus 20 metros, posee la segunda bóveda de cañón más grande del mundo tras la de San Pedro de El Vaticano y una decoración interior en el umbral del barroco (no en vano supuso un modelo para iglesias barrocas posteriores). En su cripta encontraréis, entre otras, la tumba del rey Luís II de Baviera, la figura central por la que había decidido hacer este viaje.

Unos pocos pasos más adelante os llevarán a la Catedral de Múnich, uno de los principales símbolos de la ciudad debido a sus características torres. Levantada a finales del siglo XV, la Frauenkirche sorprende por su construcción en ladrillo y por su inmensa altura. Una conocida leyenda muniquesa explica una curiosa huella presente en el suelo de la entrada al templo, la Teufelstritt.
LA HUELLA DEL DIABLO
Cuenta dicha leyenda que cuando al arquitecto Jörg Von Halsbach le encargaron erigir la catedral, éste hizo un pacto con el diablo. Le propuso que si no interfería en su construcción, él la diseñaría sin ventanas. En caso de no conseguirlo el diablo tendría el derecho de quedarse con su alma.

Pocos metros separan la catedral de la plaza principal, la Marienplatz, auténtico centro neurálgico de la ciudad y lugar de celebración de importantes eventos públicos desde tiempos inmemoriales. Se encuentra presidida por la columna de María, erigida en 1638 en conmemoración del fin de la invasión sueca, y flanqueada por dos emblemáticos edificios históricos, el Altes Rathaus (Ayuntamiento Antiguo) y el Neues Rathaus (Ayuntamiento Nuevo).

El primero de ellos, aunque fuese inicialmente construido a finales del siglo XV en un estilo gótico, sufrió numerosas remodelaciones a lo largo del tiempo fruto de distintos avatares históricos. El más importante, la destrucción provocada por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, los cuales también afectaron a su vecino, el imponente Neues Rathaus. Que no os confunda su apariencia antigua pues fue construido a finales del siglo XIX imitando la estética gótica. En su torre principal, de 85 metros de altura, se halla el célebre carrillón, cuyas figuras representan a diario el enlace entre el duque bávaro Guillermo V y Renata de Lorena en 1568.
Muy cerca se encuentra otra iglesia digna de visitar, Sankt Peter Kirche, considerada la parroquia más antigua de la ciudad a pesar de que poco queda ya de aquel primer templo románico del siglo XII. Hoy su interior es una de las joyas artísticas mejor guardadas de Múnich, pues esconde una decoración barroca y rococó que deja sin palabras a quien la contempla.

La Resindenz es, a mi juicio, el plato fuerte de Múnich. Se trata de la antigua sede gubernamental y residencia oficial de la dinastía Wittelsbach, duques y reyes de Baviera, entre 1508 y 1918. Con sus 20 mil metros cuadrados de superficie, es el palacio urbano más grande del país. Su visita se divide en tres zonas diferenciadas: el museo que exhibe el tesoro de la familia Wittelsbach, el teatro Cuvilliés, de un fabuloso rococó y el palacio real propiamente dicho, distribuido en maravillosas salas como el popular Antiquarium. Este singular espacio renacentista fue concebido inicialmente para albergar la colección de bustos del duque Alberto V. Aunque parezca imposible, la sala también fue destruida durante la II Guerra Mundial, siendo reconstruida posteriormente.


Desde el Hofgarten, un agradable jardín de estilo italiano construido en la fachada norte de la Residenz durante el siglo XVII, se puede acceder directamente a otro jardín aún más impresionante, los Englischer Garten. Se trata de uno de los parques urbanos más grandes del mundo (ocupa una superficie equivalente a 640 estadios de fútbol) y en él podemos encontrar algunas de las atracciones más visitadas, como la Torre China construida a finales del siglo XVIII.

Este autentico pulmón verde se encuentra atravesado por un gran canal artificial que parte del río Isar, conocido como Eisbach, en el que hay una zona especialmente popular debido a sus olas de un metro de altura que mucha gente aprovecha para hacer surf. Un curioso espectáculo que congrega a multitud de turistas.

Para cerrar este recorrido por el centro histórico de Múnich de la mejor manera posible resulta imprescindible entrar en la Hofbraühaus, una de las cervecerías más famosas, no solo de la ciudad, sino de toda Europa. Fundada en 1589, en un principio abastecía únicamente a la familia a la familia real alemana. Sin embargo, con su traslado a su ubicación actual en el año 1828 fue abierta al resto de público por orden del rey Luís I, monarca que al parecer gustaban mucho los festejos populares. Con motivo de su casamiento cuando aún era príncipe de Baviera se celebró el primer Oktoberfest, el festival de la cerveza más famoso del planeta.

La Hofbraühaus se convirtió en poco tiempo en una auténtica institución, sobre todo para figuras políticas de gran relevancia, que la elegían como su lugar de reunión preferido. Su historia quedó unida a la del movimiento nazi cuando, el 24 de febrero de 1920, un entonces desconocido Adolf Hitler reunió en la sala de su piso superior a un nutrido grupo de simpatizantes. En su discurso, Hitler fijó los que, a partir de ese momento, fueron conocidos como los «25 puntos del programa» del Partido.

Muchos historiadores sitúan en Múnich el origen del movimiento nazi, pues fue aquí donde surgió por primera vez ese fuerte sentimiento de descontento popular que terminaría desencadenando la barbarie nacionalsocialista. En este sentido, la Hofbraühaus es solo uno de los muchos edificios con una fuerte vinculación con el nazismo que aún son visibles en la ciudad, como la Haus der Kunst, el Salon Schelling, el Führerbau o la Feldherrnhalle.

Día 2
Abandonamos Múnich para iniciar nuestro roadtrip por tierras bávaras y austriacas, alquilando para ello un coche en la Estación Central.
Wieskirche
Ponemos rumbo suroeste. En medio de la Baviera rural, a unos 100 kilómetros de la capital, se encuentra una auténtica obra maestra del arte rococó, la Wieskirche, una iglesia declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Construida en el siglo XVIII para albergar la imagen de madera de un Cristo que, según cuenta la tradición, lloró lágrimas de sus ojos. Tal y como suele ocurrir en estos casos, el milagro de Wies provocó una avalancha de peregrinos y posteriormente el diseño de un templo que pudiese acogerla.

El proyecto fue encargado a la pareja de hermanos Dominikus Zimmermann (arquitecto) y Johann Baptist Zimmermann (pintor y decorador), que proyectaron un pequeño edificio de planta ovalada con un nártex semicircular. En el interior, columnas gemelas frente a las paredes sostienen una elaborada cornisa, con esmeradas decoraciones de estuco y un coro largo y profundo. Los techos están pintados con un maravilloso trampantojo, que parece abrirse a un cielo que no tiene fin. Tomaos vuestro tiempo para admirar todos los detalles de esta maravilla, aunque ya os digo que resulta tarea ardua y costosa.

Castillo de Neuschwanstein y Palacio de Linderhof
Dos de los tres palacios levantados por orden de Luís II de Baviera, quien pasaría a la posteridad como el «rey loco», se encuentran a tan solo unos 45 kilómetros de distancia. El Castillo de Neuschwanstein (cerca de Füssen) y el Palacio de Linderhof (en un valle junto al pueblo de Oberammergau) son dos obras imperecederas que hay que visitar, al menos, una vez en la vida.
¿Quieres conocer la historia de estos fascinantes edificios, posiblemente los más famosos de toda Alemania? Pues no te pierdas mi artículo cantinelero sobre la Ruta de Luis II de Baviera, ¡toda la información en detalle!

Algo curioso es que para llegar desde Neuschwanstein hasta Linderhof, ambos en territorio alemán, hay que cruzar la frontera austriaca por un breve instante. Recordad que para circular libremente por el país alpino necesitaréis la Vignette, una pegatina que podréis adquirir en cualquier gasolinera y que deberéis pegar en el cristal delantero de vuestro coche, bien visible para que nos os multen.

Y justo ahí, en esa pequeña porción de territorio austriaco situada entre aquellas dos construcciones de auténtica fantasía, se encuentra el lago Plansee, uno de los muchos que se formaron a los pies de los Alpes. Considerad sus aguas de un turquesa intenso como un bello anticipo de lo que os espera en la Región de los Lagos de Salzkammergut.

Abadía de Ettal
A muy corta distancia del Palacio de Linderhof, erigida en un sitio de importancia estratégica en el valle de Graswang en un punto clave de la antigua ruta comercial entre Italia y Augsburgo, os espera la imponente Abadía benedictina de Ettal. Sus orígenes se remontan al siglo XIV cuando, según cuenta la leyenda, el emperador del Sacro Imperio Luís IV el Bávaro, otro miembro de la Casa de Wittelsbach, trajo consigo desde Italia una imagen labrada en mármol blanco, la Madonna de Ettal, que pasaría a ser custodiada en el nuevo cenobio.

La basílica barroca representa el centro espiritual y arquitectónico de un complejo conventual realmente amplio que incluye, además, un claustro, un internado y una escuela benedictinos, un hotel, una fábrica de cerveza y una destilería. Un gran incendio en 1744 motivó una ambiciosa reconstrucción de toda la abadía en un nuevo estilo artístico, que por aquel entonces bailaba entre el barroco y el rococó. El inconfundible aspecto italiano del conjunto se debe en parte al ingenio del arquitecto suizo Enrico Zucalli, quien había sido discípulo de Bernini.
Pueblo de Oberammergau
El pueblo de Oberammergau, rodeado por las verdes montañas de los Alpes de Ammergau, suele figurar siempre como una parada obligatoria en cualquier ruta por Baviera. Y lo hace por tres motivos: en primer lugar, por sus abundantes comercios destinados a la elaboración artesanal de la madera. Y es que, gracias a su abundante entorno boscoso, numerosas generaciones se han dedicado desde el principio de los tiempos al oficio de este noble material.

En segundo lugar, por la representación teatral que aquí se hace una vez cada diez años sobre la Pasión de Cristo, cuyo origen parece remontarse al siglo XVII, cuando sus habitantes se encomendaron al Altísimo prometiéndole que, si sobrevivían a la terrible epidemia de peste que asolaba la zona, llevarían a cabo dicha escenificación periódicamente.

Pero si por algo es sobradamente conocido este pueblo es por sus fachadas pintadas con esos característicos frescos llamados lüftlmalerei, una especie de variante del trampantojo del arte barroco que también imita elementos arquitectónicos. Los motivos representados combinan escenas religiosas y algunas salidas de determinados cuentos populares de tradición germana, como Caperucita Roja o Hansel y Gretel. Un espectáculo visual digno de admirar.

Día 3
Algo más de dos horas de coche separan esta zona alpina de una de las ciudades consideradas más bellas de Europa, Salzburgo, recién cruzada la frontera austriaca. Y si alguien se está preguntando si recomendaría su visita, debo decir que la tengo en mi top 3 de ciudades europeas. Creo que con eso lo digo todo.
Salzburgo
Un buen lugar para iniciar esta ruta de un día por Salzburgo es el Palacio de Mirabell, a orillas del río Salzach, cuya construcción se encuentra íntimamente ligada a Wolf Dietrich von Rathenau, arzobispo de Salzburgo a principios del siglo XVII.
¿SABÍAS QUE…?
Al parecer, el arzobispo se enamoró ciegamente de una joven y bella muchacha, Salomé Alt, a pesar de todas las prohibiciones propias de su cargo eclesiástico. El sentimiento era mutuo y pronto formalizaron la relación, llegando incluso a vivir juntos y a tener… ¡quince hijos! Tras serle reconocido rango nobiliario a la moza bajo petición expresa del novio al mismísimo emperador Rodolfo II, Salomé Alt se convirtió en Salomé Alt von Altenau.
La creación del Palacio de Altenau (posteriormente conocido como Mirabell) se debe, según dicen los más románticos, al afán de von Rathenau por regalarle a su amada una suntuosa residencia de estilo italiano y francés en la orilla derecha del río Salzach, en las afueras de las murallas de Salzburgo, y que daría un más que digno asilo a la numerosa e insólita familia.
Se dice que, a causa de conflictos políticos, el arzobispo se vio obligado a huir pero fue capturado y encarcelado en la en Fortaleza de Hohenwerfen, donde murió finalmente. Siglos más tarde se encontró un grafitti en uno de los muros de dicho castillo que inmediatamente fue atribuido a von Rathenau: «El amor es el principio del dolor».

A principios del siglo XIX el palacio fue víctima de un descomunal incendio que lo destruyó casi por completo. El edificio fue reconstruido, pero aún perviven algunas salas de la estructura original, entre ellas el fastuoso Salón de mármol, donde el músico más ilustre de todos los tiempos, Wolfgang Amadeus Mozart, dio algunos de sus conciertos. Actualmente, Mirabell alberga muchas de las oficinas administrativas de la ciudad y también sirve para celebrar bodas y conciertos de música clásica.

El jardín de Mirabell, añadido posteriormente a la construcción del palacio, fue elegido como uno de los emplazamientos principales de la película Sonrisas y lágrimas (1965). No fue el único en Salzburgo, pero sin duda el más recordado por todos, ya que aquí se filmó la escena de María y los niños cantando el recordado “Do-Re-Mi”.

Hablar de Salzburgo es hablar de uno de los compositores más célebres de todos los tiempos, Wolfgang Amadeus Mozart, cuyo recuerdo encontraréis por todas partes en la ciudad blanca (incluso existen unos bombones llamados Mozartkugeln, en cuyo envoltorio aparece el rostro del genio austriaco).
En Salzburgo existen dos viviendas en las que residió el músico, una de las cuales, la llamada Mozart Wohnhaus, encontraréis a muy pocos metros del Palacio de Mirabell. La familia Mozart la ocupó a partir del año 1773 y en ella se conservan algunos instrumentos originales que le pertenecieron, además de varias cartas autógrafas de su puño y letra.


La Getreidegasse, la calle histórica más famosa de Salzburgo, es una de las arterias urbanas con más encanto que jamás haya visto. Las hileras de estrechas casas en cuyas fachadas cuelgan numerosos letreros gremiales (en alemán, zunftzeichen) realizados a base de hierro forjado, con multitud de pasillos y patios secretos, transmiten la imagen que todos tenemos de una calle medieval centroeuropea.

En la tercera planta del número 9 de dicha calle se ubica la famosa Mozart Geburtshaus, el edificio donde vivieron los padres del compositor entre 1747 y 1773 (año en que se trasladaron a la Mozart Wohnhaus), y donde nació el músico el 27 de enero de 1756. Esta vivienda se ha convertido, al igual que la anterior, en un museo en el que se exponen objetos originales entre instrumentos musicales (como su primer violín), cuadros, cartas y… ¡hasta un mechón de pelo del músico! (aunque, por lo visto, no está probado que sea suyo). Un auténtico centro de peregrinación para los amantes de la música clásica cuya visita, sin embargo, resulta insuficiente para el resto de los mortales.

Las plazas de Salzburgo son una experiencia en sí misma. Amplias, blancas, limpias, con unos edificios señoriales de un tono pastel elegantísimo. El Alter Markt, lugar reservado para el mercado semanal y como escenario festivo desde la Edad Media, conecta directamente con la Residenz Platz, centro neurálgico del denominado DomQuartier (Barrio de la Catedral). Éste está formado por la suntuosa Residenz (la casa de los príncipes-arzobispos, gobernantes de Salzburgo) y un maravilloso trío de templos conformado por la Abadía de San Pedro, la Catedral y la Franziskanerkirche.

La Catedral de Salzburgo es un edificio gigantesco. Su fachada, imponente, puede ser contemplada desde la Dom Platz. En su interior, de un barroco fastuoso, podréis encontrar la pila en la que bautizaron a Mozart.
Los dos elementos más destacados de la Abadía de San Pedro, cuyos orígenes se remontan al siglo VII, son el cementerio, considerado uno de los más antiguos y bellos del mundo, y las catacumbas excavadas en el monte, que sirvieron tanto de pequeños santuarios como también de lugares de enterramiento durante la época paleocristiana.
Desde la Kapitel Platz, presidida por la estrambótica escultura contemporánea Shpaera del alemán Stephan Balkenholla, se puede divisar el perfil de la Fortaleza de Hohensalzburg, principal emblema de la ciudad y hasta cuya cima se puede subir fácilmente mediante un funicular.

Se trata de una de las mayores y mejor conservadas fortalezas de Centroeuropa. Construida entre los siglos XI y XVII, fue levantada con el fin de proteger a los príncipes y a los arzobispos de los ataques enemigos. Por aquí se dice con orgullo que fue sitiada varias veces pero nunca fue tomada. Su interior es una ciudad en miniatura, posee varios museos (el Museo de la Fortaleza, el Museo de las Marionetas y el Museo del Regimiento de Rainer) además de unas vistas privilegiadas de la ciudad, tanto o incluso más espectaculares que las del mirador del monte Mönchsberg.

Día 4
Campo de concentración de Mauthausen
La visita al Campo de concentración de Mauthausen fue posiblemente la más estremecedora de toda mi vida. Por ello he decidido dedicarle un artículo contando mi experiencia en primera persona. Podéis leerlo AQUÍ.

Día 5
Durante vuestro viaje, debéis reservar al menos un día para explorar la Región de Salzkammergut, una de las postales más idílicas de Austria. Repleta de pueblos con encanto, teleféricos que ascienden a bellos parajes y decenas de lagos de ensueño (se dice que hay hasta 76), la región ha inspirado a artistas de la talle de Gustav Mahler, Franz Schubert o Gustav Klimt, entre otros.
Sankt Gilgen


Resulta curioso saber que en el templo de Sankt Gilgen, la Iglesia de San Egidio, cuyos orígenes se remontan al siglo XIV, se casaron los abuelos maternos de Mozart, así como su hermana, y que su madre fue bautizada aquí. Su abuelo y su cuñado están enterrados en el coqueto y recogido cementerio situado justo detrás.

En vuestro deambular libre por el pueblo, merece la pena pasarse por la Mozartplatz, la plaza principal presidida por el precioso Rathaus frente al que se encuentra una pequeña estatua del popular músico tocando el violín.
Sankt Wolfgang im Salzkammergut
Para llegar hasta el siguiente pueblo, Sankt Wolfgang, se hace necesario bordear el maravilloso Wolfgangsee, uno de los lagos más bellos de Salzkammergut. Su fama creció a partir de 1873, año en que fue inaugurada oficialmente la línea de transportes WolfgangseeSchifffahrt que conectaba en barco los principales núcleos urbanos que comparten esta maravilla natural.

Existe otro atractivo en Sankt Wolfgang que tiene que ver con un medio de transporte. Me refiero al famoso tren cremallera de Schafberg (SchafbergBahn), el cual, desde que se inaugurara en 1893, viene ascendiendo a la prominente cumbre de la montaña Schafberg, a una altitud de 1783 metros. Se dice que una vez en la cima y en un día soleado uno puede disfrutar de un panorama montañoso de 360° y la vista de 11 lagos diferentes.
Eso sí, al utilizar el mismo mecanismo de vapor de antaño, el funcionamiento del tren cremallera más empinado de Austria siempre se encuentra condicionado a las inclemencias del tiempo. Lamentablemente yo no pude disfrutar de esta experiencia debido al mal tiempo y supuso una de las grandes desilusiones de mi viaje. ¡Con las ganas que tenía!


El pueblo de Sankt Wolfgang posee un atractivo conglomerado de calles repletas de pintorescas fachadas, algunas de ellas pintadas al estilo de Oberammergau. La arquitectura típica de la región, no obstante, hace aún más hincapié en los tejados y los balcones de madera.


El edificio más popular de Sankt Wolfgang es el Weisses Rössl, un legendario hotel cuya historia se encuentra ligada a la del compositor Ralph Benatzky, quien en 1930 situó aquí la acción de su opereta Im Weißen Rößl. Basada en una historia real ocurrida en la antigua posada, la obra narra el cortejo de un camarero a su jefa viuda. Esta comedia musical, en cuyo segundo acto aparece como personaje el mismísimo emperador Francisco José I, fue la excusa perfecta para ridiculizar a los nuevos ricos que venían a la Región de los lagos de Salzkammergut de vacaciones y, a la misma vez, sirvió como reclamo de una mayor promoción turística de la zona.

Resulta que el templo de Sankt Wolfgang es un lugar de peregrinación muy importante debido a la relevante figura del santo, quien, según cuenta la tradición, engañó al diablo allá por siglo X para contribuir al levantamiento del edificio. ¿Recordáis que esto ya lo habíamos visto en la Frauenkirche de Múnich? Al parecer por estos lares son bastante aficionados a fastidiar al Príncipe de las Tinieblas.
El interior de esta iglesia del siglo XV es absolutamente maravilloso y uno de los motivos más importantes para venir a Sankt Wolfgang. De entre todos los tesoros que custodia, destaca el Altar Pacher, un retablo gótico que representa la Coronación de la Virgen. Compuesto de un panel central de madera tallada y dorada, y de dos puertas dobles pintadas, se trata de la más admirada obra maestra del afamado artesano tirolés Michael Pacher.

Hallstatt
Sobre Hallstatt, enclavado entre las altas montañas de Dachstein y ubicado a orillas del lago glaciar Hallstätter see, se han dicho principalmente dos «cantinelas» que se han repetido hasta la saciedad: que es el pueblo más bonito de toda Austria y que es el más bonito a orillas de un lago del mundo entero. Con semejantes premisas, las expectativas que se generan en el visitante no son solo altas, son titánicas. Y eso, casi siempre es sinónimo de una experiencia insatisfactoria, como fue mi caso.


A pesar del precio abusivo del funicular de Salzbergbahn, os recomendaría comenzar vuestra visita ascendiendo hasta el mirador World Heritage View, elevado sobre los 360 metros de altitud. Desde allí disfrutaréis del impresionante panorama alpino de la región de Hallstatt, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Muy cerca de esta pasarela colgante se halla la Mina de Sal de Hallstatt, conocida como Salzwelten, de la que se dice que es la más antigua del mundo. Y es que, a pesar de su clima y terreno inhóspitos, las comunidades prehistóricas ya extraían el valioso «oro blanco» de estas montañas hace unos 7.000 años.



Es hora de perderse por las calles de Hallstatt y comprobar por vosotros mismos si su fama está bien merecida. Un torrente de casas de madera se precipitan en forma de cascada sobre la calle principal, la Seestraße, la cual corre casi perpendicular al lago. Existen dos templos, uno católico y otro luterano. Los protestantes no pudieron disfrutar de su iglesia, la Evangelische Pfarrkirche, hasta 1781, cuando el emperador José II dictó la «Patente de Tolerancia», un edicto según el cual se permitió la libertad religiosa en las tierras de la Monarquía de los Habsburgo, extendiéndose también a cristianos no católicos. Se trata de un edificio ornamentalmente muy austero, pero su fina torre queda muy bien en cualquier fotografía.


En cuanto a la iglesia católica, la Pfarrkirche Mariä Himmelfahrt, alzada en altura sobre las casas más bajas, contiene, además de unas hermosas vistas desde su cementerio exterior, una extrañísima particularidad en una de sus capillas: un osario (Beinhaus) que desde el siglo XII viene acumulando calaveras de antiguos habitantes que fueron pintadas y datadas, algunos por los propios familiares, una curiosa tradición que se perpetuó hasta el año 1995.
Para mí, el rincón más bello de Hallstatt es la Marktplatz, la plaza principal del pueblo, pues reúne todo lo que uno espera encontrar aquí: la columna de la Santa Trinidad, donada a mitad del siglo XVIII por un matrimonio que se hizo rico comerciando con sal, rodeada de coquetas casitas de diversos colores. Se trata de uno de los pocos lugares de la localidad donde la humedad no ha ennegrecido descaradamente la madera con la que fueron construidas sus estructuras.

LA HALLSTATT CHINA
En 2006 se estrenó en Corea del Sur la exitosa serie de televisión Spring Waltz ambientada en Hallstatt. Desde entonces, la popularidad de este enclave no hizo más que aumentar por toda Asia, comenzando así el culto a un pueblo que hasta entonces había permanecido más o menos tranquilo.
En 2012 Minmetals Land, una filial de la empresa minera China Minmetals Corporation, recreó una réplica a escala 1:1 de Hallstatt en Huizhou, en la provincia de Cantón, a 90 kilómetros de Hong Kong. Sin embargo, el hecho de tener una imitación en China no disuade a nadie de tener que peregrinar al original, y así, en 2018, se superó el millón de visitantes asiáticos.
Día 6
Nuestro roadtrip prosigue regresando poco a poco a nuestra ciudad de origen, Múnich. Tras cruzar la frontera del país alemán, visitaremos dos lugares que representan en sí mismos el contrapunto entre belleza y horror que han caracterizado este viaje: el espléndido Palacio de Herrenchiemsee, la tercera de las construcciones ideadas por Luís II de Baviera, el «rey loco», y el Campo de concentración de Dachau, a muy poca distancia de la capital bávara.
Palacio de Herrenchiemsee
Una hora y media de camino separan mi casa de Sankt Koloman del pueblo de Prien am Chiemsee, desde donde parten los ferrys para visitar diversos rincones del lago Chiemsee, entre ellos la isla donde se ubica el palacio del rey. Como os podéis imaginar el hecho de tener que coger un ferry para visitar esta obra ya resulta suficientemente atractivo y uno puede entender perfectamente, dada su ubicación, el deseo cada vez más pronunciado por parte del monarca de aislarse del mundo exterior. Allí, en medio de una isla se construyó su propia versión de Versailles.
Os dejo toda la información relativa al Palacio de Herrenchiemsee en el mismo artículo que he escrito sobre la Ruta de Luis II de Baviera.

Campo de concentración de Dachau
ME GUSTARÍA ADVERTIR A LOS LECTORES DE QUE ALGUNAS DE LAS HISTORIAS QUE VOY A CONTAR, ASÍ COMO ALGUNAS IMÁGENES QUE VOY A MOSTRAR, PODRÍAN HERIR SENSIBILIDADES.
El Campo de concentración de Dachau, a tan solo 20 kilómetros de Múnich, fue uno de los primeros campos de concentración que diseñaron los nazis en su plan para amedrentar a todo aquel que no pensara como ellos. Inaugurado en 1933, sirvió de modelo a todos los que vinieron después. En su origen se instaló como campo de represión para presos políticos, no obstante llegó a convertirse con el paso de los años en un lugar de exterminio de personas. Se calcula que más de 42.000 personas fallecieron aquí.

A diferencia del campo de Mauthausen, que ya visitamos durante el cuarto día de nuestro viaje, el de Dachau se encuentra profundamente reconstruido y, sin embargo, no por ello su visita impacta menos. En la puerta de la entrada figura la conocidísima y cínica inscripción «El trabajo hace libre», presente en una gran cantidad de campos nazis y que tenía la función de engañar al preso a su llegada. Nuevamente nos adentramos en un mundo de dolor y muerte, y por muy concienciados que creamos estar, nunca será suficiente.

Ante nosotros se abre el patio de revista, donde los presos formaban en filas, a veces durante horas. Si faltaba un preso, por ejemplo tras un intento de fuga, la tortura podía prolongarse por mucho tiempo. A mí me resultó exultantemente grande este espacio presidido por el monumento internacional creado por el escultor yugoslavo Nandor Glid, una metáfora macabra de un alambre de espinos creado con cadáveres.

En el lado derecho, se encuentra el antiguo complejo de intendencia, hoy sala de exposición, archivo y sala de estudio. Detrás de éste, el lugar que sin duda más me impresionó, la zona de calabozos, que consta de un larguísimo pasillo, con celdas a ambos lados. Una cárcel dentro de una cárcel.
Nunca olvidaré cómo, poco después de haber entrado allí, de repente algo dentro de mí, algo alarmado y profundamente ansioso, me avisó de que debía salir de allí cuanto antes. Nunca antes había creído en la existencia de la energía negativa impregnada en determinados lugares donde el ser humano ha sufrido lo indecible o en lo que demonios fuera aquello, solo sé que hice caso a lo que mi instinto me decía.

En el lado izquierdo del patio de revista se encontraban en el pasado las barracas de los presos. Se han llevado a cabo las reconstrucciones de dos de los antiguos barracones, donde dormían los prisioneros. Del resto solo se conservan sus marcas en el suelo en un espacio que parece no tener fin.


La calle central del campo, entre las barracas, posee dos filas de álamos que fueron plantados por los propios reclusos. Pasando el cercado del campo, que consistía en un foso con un alambrado eléctrico y un muro controlados por siete torres de vigilancia, se encuentra el lugar más aterrador de Dachau.

El lugar reservado al crematorio fue diseñado en verano de 1940 debido a que el número de presos había crecido mucho. Se dice que posiblemente fuera el primer crematorio construido por los nazis con el propósito de exterminar seres humanos. Tres años más tarde se decidió levantar una segunda zona más grande, con 4 hornos de incineración y una cámara de gas para llevar a cabo una matanza a gran escala. Este sitio se encontraba fuera de los límites del recinto y como es lógico, a él solo podían acceder las SS. Las reconstrucciones que se han hecho en el campo de Dachau son realmente escalofriantes.


Hasta aquí la ruta que os propongo a través de estas dos regiones, queridos cantineleros. Espero que hayáis disfrutado mucho de las maravillas bávaras y austriacas donde la locura, el horror y la belleza juegan un papel fundamental.
¿Os ha gustado este artículo? Si es así, ¡ayudadme a compartirlo! ¡Muchísimas gracias por acompañarme y… ¡hasta la próxima! ¡Auf wiedersehen!
Alojamientos cantineleros
Vi Vadi Hotel Bayer 89 (Múnich)
Situado a 20 minutos caminando del centro de la ciudad y, lo más importante, a tan solo 10 minutos de la Estación Central de Múnich, este hotel tiene una buena relación calidad-precio, teniendo en cuenta la oferta muniquesa. Se trata del típico alojamiento sin personalidad, aunque moderno y limpio, tiene lo esencial para pasar una noche. No me quedé a desayunar.

Hotel Föhrenhof Garni (Farchant)
La atención de este hotel tradicional situado a pocos kilómetros de la frontera con Austria resulta excelente. Sus dueños me recibieron con un bizcocho y un chocolate caliente, pequeños detalles que te hacen sentir como en casa. A pesar de que el desayuno no ofrecía demasiada variedad, la habitación era cómoda y limpia, y la ubicación del alojamiento resulta ideal para visitar la zona sur de Baviera.

Ferienwohnung Angerlgut (Sankt Koloman)
Os sentiréis como en la casa de Heidi si venís a alojaros en este idílico lugar situado en medio de las montañas alpinas, a las afueras del pequeño pueblo de Sankt Koloman. Sus dueños me asignaron toda la planta de arriba de la casa, compuesta por 2 habitaciones, un baño, un amplio comedor, cocina equipada y una terraza espectacular. Ofrecen, además, la posibilidad de tomar un desayuno natural hecho en su granja. Ideal para visitar la ciudad de Salzburgo y la Región de los lagos de Salzkammergut.


2 comentarios
Eva
Un post increíble que nos va a venir genial en unos días.
Es un gusto leerte siempre Rafa!
Rafael Ibáñez
Vais a disfrutar muchísimo de este viaje, querida Eva, muchísimas gracias por tu comentario y recuerda que aquí estoy si puedo ayudarte en lo que sea!