
Yeste y Letur
Vivir en la frontera
Indice
Vuelvo a tierras albaceteñas esta vez con la única compañía de mis padres, que se apuntarían a un bombardeo si hiciera falta. Y es que a veces nos apetece a los tres rememorar antiguas escapadas que hacíamos juntos (junto con mi hermana Alicia, por supuesto, a la que echamos mucho de menos durante este tipo de viajes) cuando al que escribe todavía no le había salido ni un solo pelo en el cuerpo. No es la primera vez, por tanto, que piso la Sierra del Segura, antigua zona de frontera durante la Edad Media entre el Reino de Castilla y la Taifa de Granada, el último reino musulmán que resistió a la denominada Reconquista. Hace bien poco pude conocer Liétor y Ayna, dos lugares también pertenecientes a dicha sierra y plagados de tantos atractivos que bien merecen una escapada de, al menos, un día entero.
En esta ocasión tenía muchas ganas de conocer dos pueblos que ejemplifican muy bien los avatares y circunstancias de lo que significaba vivir en la frontera durante aquellos años de conflictos constantes entre ambos bandos. En ambos se pueden encontrar vestigios de asombrosas creaciones musulmanas que luego pasaron a manos de los cristianos, especialmente el Castillo de Yeste y el trazado urbano de Letur.
Nuevamente aprovechamos la corta distancia que separa nuestro hogar, Cieza, de la provincia de Albacete y en apenas una hora y media nos plantamos en nuestro primer destino, Yeste, para luego dirigirnos a Letur cuando deshacíamos ya el camino de vuelta.
Yeste, una fortaleza demasiado bonita para ser cierta
Volvemos a adentrarnos en plena Sierra del Segura que, como ya explicábamos en aquel post sobre Liétor y Ayna, es un auténtico oasis de vegetación en medio de la llanura albaceteña que rompe todos los mitos (la mayoría, malintencionados) sobre esta provincia. Yeste se encuentra enclavado en un extenso valle caracterizado por una amplia riqueza natural, rodeado de magníficas montañas por el que discurren los ríos Segura, Tus, Taibilla y Zumeta, así como de los espectaculares Pantano y Embalse de la Fuensanta. Como mis padres solo pueden venir a visitarme desde Barcelona solo algunos meses al año, aprovechamos cada minuto que tenemos para ponernos al día, de modo que la hora y media hasta Yeste pasó en un suspiro.
Castillo de Yeste
La fortaleza de Yeste es uno de esos edificios que justifican por sí solos la visita a un lugar. Eso no significa que no se deba venir a Yeste por ningún otro motivo (como luego veremos), pero es que estamos ante el que es, probablemente, el monumento más impresionante de toda la Sierra del Segura albaceteña, además del castillo mejor conservado de toda la zona (y eso que no hay pocos precisamente…).

Para visitar el Castillo de Yeste es necesario dirigirse antes a la Oficina de Turismo y pagar los 3€ por adulto que cuesta acceder a su interior. La ventaja de hacer una escapada en lunes es que puedes disfrutar de los monumentos sin agobios de ningún tipo (cuando no se encuentran cerrados por ser lunes, cosa complicada en España, obvio). La chica de la Oficina de Turismo nos acogió muy amablemente y nos abrió las puertas de la fortaleza, acompañándonos después hasta el patio de armas porticado, rehabilitado con tantísimo gusto que pareciera que nos encontrábamos de repente en plena Edad Media.

Antes de regresar a la Oficina de Turismo, nuestra acompañante nos invitó a entrar en los antiguos calabozos del castillo habilitados actualmente como museo etnológico (que contiene antiguos objetos donados por los habitantes del pueblo) y sala de proyección. Allí nos acomodamos durante unos minutos para disfrutar de un interesante documental sobre el contexto histórico ligado a la existencia del castillo. Y es que la de Yeste había sido en origen una fortaleza islámica levantada en el siglo XI que pasó luego a manos cristianas en el siglo XIII durante el periodo de la Reconquista. Es entonces cuando Yeste pasa a formar parte de una serie de puntos defensivos estratégicos (que disponían de castillos y pequeñas atalayas) que, gracias al impulso de la Orden de Santiago, tuvieron como objetivo principal el de asegurar la frontera cristiana con el reino taifa de Granada. Junto con el de Taibilla, en Nerpio, el Castillo de Yeste era el más importante de toda esta zona fronteriza.

Sin duda resultó muy interesante conocer cuáles fueron las circunstancias que llevaron a repoblar esta zona de frontera entre dos reinos y las durísimas condiciones de vida de aquellas gentes que debían acostumbrarse a los continuos pillajes, las guerras y el clima extremo que dejaba prácticamente infértiles las tierras que debían proporcionarles alimento. A veces ni siquiera compensaban los numerosos beneficios que se les prometía a cambio, como el de quedar exentos de pagar impuestos durante los 10 primeros años.
La importancia histórica del Castillo de Yeste es enorme pues fue la residencia de los Comendadores de la Orden de Santiago desde el siglo XIII hasta el siglo XVI. Terminado el documental salimos a explorar los corredores interiores y las salas distribuidas entorno al fantástico patio central. De allí pasamos a la extraordinaria Torre del Homenaje, erigida ya en el siglo XIII, desde cuyo punto más alto se obtienen unas vistas inmejorables de la localidad, especialmente de su otro monumento más relevante, la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción.



La fortaleza de Yeste es de las pocas que puedo recordar en las que uno puede gozar del privilegio de deambular por su perímetro defensivo y admirar así una panorámica de casi 360 grados del pueblo. Accedimos así al segundo piso, donde se encuentra el Centro de Interpretación medieval «Vivir en la frontera», que exhibe fieles reproducciones de armas e indumentarias de aquella época, incluyendo interesantes maquetas.



Resulta de obligado cumplimiento volver a contemplar el fabuloso patio de armas, el cual se ha utilizado durante tantas y tantas veces como escenario de recreaciones históricas, esta vez desde el segundo piso, e imaginar qué tipo de secretos desvelarían sus paredes si éstas pudieran hablar. Este castillo es uno de los pocos casos en los que, tanto el estado de conservación como el nivel obtenido en su rehabilitación, son excelentes. Sin duda una auténtica sorpresa que nos dejó maravillados.


Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción
Como decíamos anteriormente, Yeste no es solo su castillo (aunque es el protagonista absoluto de la función). Para completar una visita más que notable, uno debe llegar a la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción bajando desde el castillo por una cuesta de fácil descenso. Por el camino, además de obtener una buena perspectiva de la fortaleza desde abajo, el visitante encontrará rincones de pintoresco aspecto que merecen ser retratados.




A pesar de que nosotros no pudimos conocer el interior del templo (el acceso estaba cerrado aquella mañana de lunes…), merece la pena venir a admirar un exterior a medio camino entre el estilo gótico y el Renacimiento. Destacando sobremanera, un estilizado campanario y una soberbia portada, obra del genial arquitecto renacentista Andrés de Vandelvira, natural de la villa de Alcaraz.


Convento Franciscano
Recomiendo vivamente no marcharse de Yeste sin pasar por el Convento Franciscano, obra del siglo XVII, a pocos metros de allí a pie, y experimentar la paz de espíritu que obtienes al pasear por el minúsculo y bellísimo claustro interior (de acceso libre).



Algo igual de importante es saber que desde la Plaza del Convento se obtiene una de las mejores fotografías del Castillo de Yeste, aquella en la que el monstruo de piedra se impone en altura y presencia al resto de edificios antiguos y modernos de la localidad. Un epílogo perfecto para terminar esta visita.

Letur, el pueblo del agua
Apenas 35 minutos separan Yeste de Letur, lo cual viene estupendo para visitar ambos pueblos en un mismo día como hicimos nosotros aunque ambos se merecen, todo sea dicho de paso, mucho más tiempo si se quiere disfrutar sin prisas de su entorno natural privilegiado.
Lo de Letur no tiene nombre. Tengo que confesar que yo le tenía muchas ganas a este lugar pues venía con las expectativas, no altas, altísimas. Y eso es porque muchas personas me habían hablado muy bien de Letur. De hecho, demasiadas personas. Y cuando eso sucede (que todo el mundo esté de acuerdo sobre una misma cosa es algo que no suele ocurrir muy a menudo) se enciende mi alarma interna de la curiosidad. La cosa no suele terminar demasiado bien en estos casos (véase lo que nos pasó a los cantineleros el día que visitamos Hallstatt, el conocido como «pueblo más bonito del mundo a orillas de un lago» en Austria, no os lo creáis), sin embargo no podía perder la oportunidad de comprobar por mí mismo la reputación de un pueblo que, por si fuera poco, no suele aparecer en las listas de «los pueblos más bonitos de Albacete».

Si de Yeste ya habíamos dicho que se encuentra en un entorno maravilloso, el de Letur no se queda atrás en absoluto. Ahora bien, si bien en ambos casos la presencia de la naturaleza es prominente, en el caso de Letur ésta se rebela además en cada rincón del casco histórico. Y lo hace de manera descarada, aprovechando cualquier resquicio para «colarse y plantarse en la fiesta», como cantara Mecano en aquella canción. El mejor ejemplo de lo que digo es el agua, que discurre libremente por todas partes a través de fuentes, pozas, arroyos, cascadas y estanques (para abrir el apetito, resulta más que recomendable comenzar por visitar el Charco Las Canales, una piscina natural en el cauce del arroyo Letur, en pleno entramado urbano).




Trazado musulmán del casco histórico
Declarado Conjunto Histórico-Artistico, Letur esconde las huellas de diferentes civilizaciones. Sin duda la más importante de todas ellas es el trazado musulmán del casco histórico, el cual merecería en mi humilde opinión la categoría de uno de los más valiosos tesoros de la Mancha (aún sin haberla conocido toda). Se trata de un glorioso entramado de calles estrechas que cambian de dirección constantemente cuyo epicentro es la Plaza Mayor, presidida por el Ayuntamiento, bello edificio de doble cuerpo del siglo XVI, y por el templo más importante del pueblo, la Iglesia Parroquial de la Asunción de Sta. María, de cuerpo gótico y portada renacentista.
De todas esas calles que forman el precioso laberinto de Letur, no debéis perderos un callejón sin salida justo al lado del Ayuntamiento, la Calle Albaycín, considerada uno de los mejores ejemplos de arquitectura islámica de la villa por la irregularidad de su trazado y sus famosos portalicos, portales semi-interiores que servían antiguamente como distribuidor a varias viviendas y a los que se accedía a través de arcos de piedra de medio punto.





Al igual que en el caso de Yeste, Letur también fue reconquistada a los musulmanes a mediados del siglo XIII, pasando a depender de la vecina población de Socovos, dentro de la Orden de Santiago. Sin embargo el encanto de la huella morisca se ha preservado en Letur como en ningún otro lugar: si bien el antiguo castillo musulmán ya no existe en la actualidad, el mapa de calles del casco histórico, realizado en tapial a base de tierra, agua y cal, conserva todo el sabor de la esencia musulmana. Vamos, que debería ser obligatorio venir a disfrutar de esta maravilla arquitectónica al menos una vez en la vida. Por ley. Y no exagero.




Mientras paseamos a solas por estas calles nos dejamos embrujar por sonidos y olores, descubriendo toda suerte de frescos rincones decorados por fuentes de piedra y macetas colgadas de las paredes. Nuestros ojos no dan abasto y mi cámara de fotos, tampoco…




Mirador de la Molatica
El colmo es que Letur no es únicamente fotogénico por dentro, también lo es desde fuera. En uno de los extremos del pueblo (pero sin salir de él) encontramos el mejor lugar desde donde contemplar la belleza de Letur, el Mirador de la Molatica.


Desde allí no solo podréis divisar un paisaje sobrecogedor de la Sierra del Segura, también obtendrás una bellísima estampa del pueblo asentado sobre un gran peñón de cortados rocosos, incluyendo las famosas casas que se encuentran en el borde del precipicio (sí, sí, Letur también tiene sus casas colgantes, ¿le falta algo a este pueblo para merecer más popularidad de la que ostenta?). Resumiendo: cuando te encuentres en el Mirador de la Molatica, simplemente respira hondo y disfruta del silencio y las vistas.



Charco Pataco
Y para rematar, el colmo de los colmos. Antes hemos mencionado que el agua es la auténtica protagonista en Letur, tanto dentro como fuera del casco urbano. El entorno natural privilegiado del que goza Letur está provisto de multitud de caminos y excursiones que conducen a arroyos, cuevas y cascadas de una gran belleza, prueba incontestable de que Letur hay que disfrutarlo con mucho más tiempo del que nosotros dispusimos. Sin embargo yo no podía marcharme de Letur sin conocer uno de estos recónditos lugares y, gracias a la recomendación de una amiga y compañera (¡gracias Gema!), elegí el sendero que desde el pueblo conduce en un corto trayecto de 20-30 minutos en pendiente que desciende (cuidado con la bajada y la posterior subida, no aptas para niños pequeños o personas con movilidad reducida) al Charco Pataco, en la huerta de los Cantalares, debajo de los peñascos de la villa.

El Charco Pataco es un pequeño nacimiento de agua que se une al arroyo Letur formando una poza natural de aguas cristalinas. Se encuentra justo al lado de la Cueva del Frescor, un lugar donde, según se dice, salen a danzar las hadas durante la noche. Si, como yo, tenéis la oportunidad de disfrutar de este mágico lugar con la única compañía del chapoteo ensordecedor del agua (mis padres optaron por esperarme arriba), os llevaréis a casa una experiencia irrepetible de profunda conexión con la Madre Naturaleza.


Edificios patrimoniales, un trazado musulmán sin igual por el que discurre a sus anchas el agua, miradores de vértigo y un entorno privilegiado. ¿Hacen falta más razones para tomar en cuenta a Letur como se merece? Quizás ese sea precisamente el secreto mejor guardado de este pueblo albaceteño: que aún no ha sido descubierto por el turismo de masas y los instagrammers. Y ojalá que así sea por mucho tiempo (aunque esté contribuyendo con este modesto artículo a que la gente vaya a visitarlo), pues en estos tiempos de postureo en los que uno se desvive por hacerse LA foto en esos lugares obligados, algunos todavía deseamos que exista un paraíso al que ir a retirarse de vez en cuando.
Regresamos a casa haciendo una breve parada en Socovos, pequeño municipio con uno de los castillos de construcción musulmana (siglo XII) mejor conservados de la provincia. Por desgracia, no pudimos disfrutar de su interior porque se encontraba cerrado.

Hoy hemos recorrido una antigua zona de frontera entre dos reinos cuyos interesantes monumentos son hoy testigos mudos de los conflictos que allí se libraron durante siglos. Espero que hayáis disfrutado de este artículo sobre Yeste y Letur, dos pueblos que encarnan como pocos este episodio de nuestra historia.
¡Hasta pronto cantineler@s!


11 comentarios
Emma
Estoy realmente impactada por la belleza de Letur. La verdad es que no conocía este pueblo de nada y veo que está a la altura de cualquier escenario de Juego de Tronos de los que tanto se habla. Diría que por encima.
Increíble el patrimonio monumental que tenemos en España. Gracias por descubrirlo pareja!
Rafael Ibáñez
Muchísimas gracias a ti por estar siempre ahí al pie del cañón. La verdad es que lo de este pueblo ha sido una de esas sorpresas agradables que te llevas en la vida, y gracias al cielo que todavía existen lugares como éste que todavía no ha descubierto el gran público. Un abrazo amiga!
Rafael Ibáñez
Lo cierto es que existen lugares que se llevan la fama y otros que… cardan la lana… Después de estar allí, todavía no puedo entender por qué no se le da más reconocimiento a este precioso pueblo. Espero que puedas ir pronto a conocerlo porque merece mucho la pena (y de paso, visita también el castillo de Yeste!), tus chicos se lo pasarán de maravilla! Un súper abrazo!
Emma
Aprovecho para saludar y deciros que me encanta el nuevo diseño del blog, es mucho más intuitivo y visualmente precioso. Enhorabuena!
Rafael Ibáñez
No sabes cuánto me alegro de que te agrade el nuevo diseño Emma, para nosotros es muy importante tu opinión. Eres de las personas en las que más confiamos (y de las que más admiramos en el mundo blogger), así que muchísimas gracias!!
Alfonso
Buenas tardes Rafael felicidades por este gran trabajo de estos dos pueblos , yo solo conozco por suerte Yeste , como artesano de su Feria de tradiciones el cual llevo tres años subiendo desde Totana y mientras pueda y me llamen para colaborar con esa buena gente que son todos yo me quito el sombrero pues se lo curran y yo os invito que la descubráis un cordial saludo
Rafael Ibáñez
Muchas gracias por tu comentario y por tu recomendación Alfonso, sin duda ese mercado tiene muy buena pinta, tendré que volver para conocerlo! Un abrazo
Silvia
Aún tengo más curiosidad por visitarlos. Gracias por este artículo descubierto por casualidad.
Rafael Ibáñez
Muchísimas gracias Silvia, un lujo recibir comentarios como el tuyo! 🙂
Mila
Había oído hablar de Yeste, pero no tenía conocimiento de Letur, uff que bonitos Los acabo de poner en la lista, tienes razón, deberían ser visitados y disfrutados (más de una vez en la vida) me encantan los pueblos por los que circula el agua, tienen un encanto especial y ese sonido que escucharias durante horas.
Gracias por llevarnos hasta allí
Rafael Ibáñez
Muchísimas gracias por tu comentario querida Mila! Cuando queráis ya sabes que os espero con los brazos abiertos para disfrutar juntos de estos parajes, un fuerte abrazo!!