CON MUCHO ARTE,  DINAMARCA

Fin de semana en Copenhague

Ruta de 3 días en el gélido parque de atracciones

Dinamarca es patria de uno de los creadores de cuentos más célebres de todos los tiempos, Hans Christian Andersen. También es tierra donde abundan los parques de atracciones, como el Tívoli, lugares de cuentos de hadas donde los sueños de infancia se hacen realidad. A Copenhague, nuestro primer destino nórdico, le teníamos ganas desde hacía bastante tiempo pero el alto precio de los vuelos y los hoteles hacía muy difícil su elección. Finalmente encontramos una oferta para principios de febrero, una época en la que prácticamente no hay demanda turística debido a las bajas temperaturas en la capital danesa. Pero era entonces o nunca, así que nos tiramos a la piscina sabiendo que debíamos ir muy preparados para el frío.

La Sirenita

Nunca hubiéramos pensado en Copenhague como destino ideal para nuestra primera escapada en pareja sin Elia (demasiado frío para nuestra pequeña) pero en esta ocasión el destino nos lo puso delante de nuestras narices. Copenhague no es la ciudad europea más bonita que hemos visitado, sin embargo sus lugares de interés son tan numerosos como un mágico parque de atracciones: museos, palacios, castillos, iglesias, canales, edificios modernos… Suculentos platos que estábamos deseando saborear.

¿Qué dices? ¿Te escapas con nosotros a pasear por este frío parque de atracciones que es Copenhague? ¡No lo pienses más! ¡Allá vamos!

Día 1

Nuestro vuelo de Norwegian sale del aeropuerto de Alicante algunos minutos antes de la hora prevista, sobre las 7,30h, aterrizando en el aeropuerto de Copenhague (en danés Københavns Lufthavn-Kastrup) unas 3 horas más tarde. Es nuestra primera experiencia con Norwegian y no ha podido resultar mejor: ¡hemos llegado media hora antes de lo previsto! Habíamos leído que el aeropuerto de la capital danesa era uno de los más modernos y avanzados de Europa, ¡y desde luego que lo era! Tardamos un buen rato en llegar hasta la terminal 3, donde se encuentra la estación de tren, porque primero había que pasar por la zona de espera, repleta de tiendas y restaurantes (los había para todos los gustos, ¡aquello parecía un centro comercial!).

Antes de coger el tren nos dirigimos al Punto de Información (Copenhagen Airport Service Information) que se encuentra en el pasillo que conecta la terminal 2 con la terminal 3 para adquirir la que iba a ser nuestra gran compañera de viaje por esta ciudad: la Copenhagen Card, una tarjeta turística con la que se puede acceder libremente a todos los museos y monumentos de Copenhague, además de usar gratuitamente toda la red de transporte público (metro, tren y autobús) todas las veces que uno desee. Reservamos dos tarjetas con una validez de 48 horas a través de su página web y nos costaron 77€ cada una. Podría parecer un precio exagerado, pero merece mucho la pena si uno piensa visitar tantísimos monumentos como hicimos nosotros. Realmente le sacamos muchísimo partido.

Puerto de Nyhavn

Comimos un par de trozos de pizza y nos cambiamos de ropa en el aeropuerto antes de usar por primera vez nuestra Copenhagen Card en el tren que se dirige a la Estación Central (en danés Københavns Hovedbanegården, o simplemente Københavns H). El trayecto es sorprendentemente corto, apenas de 13-15 minutos.

¡Ya estamos en Copenhague! Y las previsiones climáticas eran ciertas: no hay nieve pero el cielo está nublado, está lloviznando y hace un frío de mil demonios, pero veníamos muy preparados (calcetines gordos, ropa interior térmica, jersey, abrigo, bufanda, guantes y gorro, ahí es nada…) así que apenas pasamos dificultades. El Hotel Andersen Boutique se encuentra a solo 5 minutos a pie desde la Estación Central. Al llegar, nos recibieron con la buenísima noticia de que nuestra habitación ya se encontraba disponible a pesar de haber llegado antes de la hora establecida para el check-in. ¡Menuda suerte y qué bien nos vino!

Ya estamos listos para comenzar a recorrer la capital danesa. Durante el primer día de nuestra escapada vamos a recorrer un buen número de atracciones y lugares de interés, incluso muchos más de los que teníamos programados para hoy. Este va a ser el recorrido con los puntos más importantes:

Museo NY Carlsberg Glyptoteket

¡Empezamos! Una de las principales ventajas de Copenhague es que, si a uno no le importa caminar un poco, prácticamente todo se puede visitar a pie sin necesidad de coger transporte público alguno y este recorrido que vamos a hacer hoy es un buen ejemplo de ello. Nuestro primer destino se encuentra a tan solo 10 minutos de nuestro hotel, justo enfrente del Parque Tívoli, que visitaremos al final del día. Se trata de uno de los diversos museos que hay en la capital, concretamente aquel que más ganas teníamos de conocer: la Glyptoteket (entrada 115DKK por adulto, incluida en la Copenhagen Card).

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Entrada de la NY Carlsberg Glyptoteket

Una razón en particular nos motivó a venir, poder contemplar una de las colecciones más completas del pintor Paul Gauguin que existen en el mundo. Si esto es así es porque la primera mujer de éste era danesa, una tal Mette-Sophie Gad, a la que el pintor regaló una gran cantidad de cuadros (sin apenas valor en aquel momento) tras su separación puesto que no podía pagarle con dinero. Con la de Gauguin, la Glyptoteket es propietaria de un extenso catálogo de pinturas de otros importantes impresionistas franceses como Monet, Cézanne o Renoir, entre otros. El destino fue caprichoso en este caso, ya que fue precisamente la sala de pintura francesa la única que no pudimos ver en la Glyptoteket (justo coincidía con una exposición temporal que sustituía a la permanente), sin embargo este hecho no impidió que disfrutáramos de uno de los espacios museísticos más bonitos que podemos recordar.

La Glyptoteket fue fundada a finales del siglo XIX por Carl Jacobsen, un famoso filántropo danés. ¿Que no os suena de nada este nombre? Pues resulta que Jacobsen no solo era coleccionista de arte, sino también cervecero, el fundador de la prestigiosa marca de cerveza Carlsberg, la más famosa de Dinamarca.

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Colección de escultura griega

El museo está formado por todas las obras que pertenecían a la colección privada de Jacobsen, que no eran precisamente pocas. Además de la colección de pintura, si por algo es conocida la Glyptoteket es por albergar un basto número de esculturas y antigüedades egipcias, etruscas, griegas, romanas y de Oriente Próximo, todas ellas impecablemente dispuestas en diversas salas independientes, a cada cual más bonita que la anterior.

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Sala de arte romano
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Sala de bustos romanos

Muchas sorpresas nos aguardaban en el interior de la Glyptoteket. Una de ellas es una espléndida sala ambientada como el interior de un templo romano con esculturas a ambos lados (denominada hall central). En el techo, una extensa estructura de ventanas en tragaluz nos recuerda que éste siempre fue un museo de luz diurna (de hecho prácticamente todas las salas del museo cuentan con un tragaluz superior), hasta que en 2015 se instalaron luces artificiales para ser visitado también todos los jueves por la noche. Simplemente preciosa.

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Hall central de la Glyptoteket

En la Glyptoteket también hay un jardín exterior, una terraza diseñada por el famoso arquitecto danés Henning Larsen y un patio central a modo de gigantesco invernadero donde podemos encontrar esculturas y palmeras, algunas de las cuales alcanzan los 20 metros de altura. Este espacio, denominado jardín de invierno, es un auténtico oasis de naturaleza perfectamente integrado en el museo.

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Jardín de invierno de la Glyptoteket

Además de las colecciones de arte antiguo, la Glyptoteket conserva una gran cantidad de esculturas modernas de autores daneses (por cierto, a cada cual más bella) y franceses. Entorno a estas últimas destacaremos dos salas magníficas, la dedicada a Edgar Degas (repleta de pequeñas figuras de bailarinas cuya principal atracción es la famosa Bailarina de 14 años) y la dedicada a Auguste Rodin (que cuenta con una de las versiones del célebre Pensador). Seguro que podéis imaginar nuestros ojos brillando de emoción…

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Sala de Degas
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Sala de Rodin
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Sala de escultura danesa

Palacio de Christiansborg (Christiansborg Slot)

Todavía maravillados por lo que habíamos visto, volvimos a ataviarnos en el guardarropa con nuestros abrigos, bufandas, gorros y guantes (era la primera vez de un ritual que repetiríamos en muchísimas ocasiones durante aquel viaje) y a salir al gélido frío de la calle. Apenas nos separaban 10 minutos de nuestra próxima parada, uno de los símbolos de Copenhague, el Palacio de Christiansborg (entrada 90DKK por adulto, incluida en la Copenhagen Card).

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El Palacio de Christiansborg, presidido por la torre más alta de Copenhague, hoy en día un espléndido mirador
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Caballerizas del palacio

El Palacio de Christiansborg es el único edificio del mundo que acoge bajo un mismo techo las tres ramas del poder: ejecutivo, legislativo y judicial. Actualmente es la sede de las oficinas del primer ministro danés, del Parlamento (Folketing) y del Tribunal Supremo. Pero además de eso, el palacio también fue en otros tiempos el hogar de los reyes daneses. Christiansborg lleva el nombre del rey más poderoso e importante que reinó jamás en Dinamarca, Christian IV, quien mandó construir un primer palacio sobre las ruinas de una antigua fortaleza circular que hoy se pueden visitar gracias a que en su día éstas se respetaron. Generaciones más tarde, otro rey, Christian VI decidió derribar este primer edificio para construir un nuevo palacio, el más lujoso jamás construido en Dinamarca. Pero he aquí que éste quedó reducido a cenizas durante el incendio de 1794, fecha en que la familia real danesa se trasladó definitivamente a otro palacio, el Palacio de Amalienborg, que más tarde visitaremos. Lo que podemos visitar hoy en día en Christiansborg es el resultado de una restauración llevada a cabo a principios del siglo XX, después de que un segundo incendio volviera a destruirlo en 1884. Hoy en día Christiansborg todavía es utilizado por la familia real en determinados actos oficiales y públicos.

Habíamos leído y escuchado todo tipo de comentarios sobre si merecía la pena visitar o no el interior del palacio de Christiansborg. Desde aquí queremos recomendar vivamente su visita, hasta tal punto que la consideramos absolutamente imprescindible si se viene a Copenhague. Principalmente porque durante la última restauración llevada a cabo en el siglo XX, las salas fueron decoradas en un fino y delicado estilo historicista neoclásico (muchas de ellas en estilo imperio). 

Comenzamos nuestra visita al Palacio de Christiansborg subiendo las preciosas Escaleras del Rey, que conectan la parte baja con las dependencias superiores. Una vez arriba entramos a la Sala de la Torre, llamada así por encontrarse justo por debajo de la torre del palacio, y la extraordinaria Sala del Trono, utilizada todavía por la actual reina, la Reina Margarita, para recibir a los embajadores extranjeros. Como curiosidad, el balcón principal de esta sala que da a la plaza exterior es aquél donde los reyes daneses son proclamados y presentados ante el pueblo. Desde aquí pasamos a otra sala, la conocida como Sala de Christian IX, donde la Reina conversa con los embajadores después de su recepción oficial celebrada en el Salón del Trono. En el suelo se puede observar una alfombra con el escudo nacional de Dinamarca.  Este espacio nos gustó especialmente por la belleza de su decoración.

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Sala de Christian IX

Las siguientes corresponden a la Sala Fredensborg y la Sala de Federico VI, que anteceden una de las más bonitas a nuestro juicio por la belleza de su decoración, la Sala de Terciopelo, donde le son presentados los invitados a la Reina durante los banquetes reales. Anexa a ésta, se encuentra el espacio más grande de todo el palacio, el Gran Salón, que puede acomodar fácilmente a unos 400 invitados durante los banquetes reales. Decorando sus paredes, una serie de tapices modernos obra de Bjorn Norgaard narran los 1000 años de la historia de Dinamarca, desde los tiempos de los vikingos hasta nuestros días.

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El Gran Salón
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El Gran Salón
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Uno de los tapices de Norgaard

La Galería Sueca, el Salón Verde y la Sala Abildgaard se interponen entre el Gran Salón y el Comedor, otro espacio realmente fascinante que curiosamente se utiliza como despensa para los eventos celebrados en el Gran Salón.

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El Comedor
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El Comedor

Llegamos a otra sala realmente hermosa, la llamada Sala Alexander. Su nombre le viene del tema representado en el friso que recorre la habitación, la entrada de Alejandro Magno en Babilonia, obra del escultor danés más importante del siglo XIX y uno de los más grandes artistas del Neoclasicismo, Bertel Thorvaldsen, del cual tendremos ocasión de admirar alguna otra obra suya durante este viaje.

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Sala Alexander
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Lámpara de araña de la Sala Alexander

Justo al lado de ésta se encuentra la Sala de la Princesa, una auténtica cucada. Encima de sus puertas se encuentran relieves de todos los palacios de Christiansborg que han existido, el anterior al incendio de 1794, el anterior al incendio de 1884 y el edificio actual.

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Sala de la Princesa

Llegamos así a la última sala de la visita, una de las más interesantes y estéticas, la Biblioteca de la Reina, donde se ubica una de las colecciones de libros más antiguas e importantes del país, la de la Reina Margarita. Este lugar fue uno de los que más nos gustó (ya sabéis cómo nos gustan las bibliotecas…), es sencillamente espectacular.

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Biblioteca de la Reina
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Biblioteca de la Reina

Volvemos a bajar al piso inferior a través de otras escaleras, las de la Reina, y salimos a la Christiansborg Slotplads, la plaza que da a la fachada oeste del palacio y presidida por la estatua ecuestre de Federik VII. Como veis, en Dinamarca tenían muy pocos problemas para llamar a los reyes, o eran Christian o eran Federik…

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Palacio de Christiansborg

Biblioteca Real Danesa (Black Diamond)

Vamos ahora en dirección al canal de Christianshavn, uno de los principales canales del puerto de Copenhague, en cuya orilla se encuentra la mayoría de los edificios  de arquitectura contemporánea más emblemáticos de la ciudad. Entre ellos se encuentra la ampliación que se llevó a cabo en 1999 de la Biblioteca Real Danesa, llamada popularmente Slotsholmen o Black Diamond (Diamante negro) debido a su aspecto exterior realizado en mármol negro y cristal, similar al de una piedra preciosa. Llegamos allí en menos de 10 minutos.

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Diamante negro
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Diamante negro

Diseñado por el estudio de arquitectos Schmidt, Hammer & Lassen, el interior del edificio está compuesto por nada más y nada menos que ocho plantas y alberga cerca de unos 250.000 libros. Como biblioteca pública, su acceso es gratuito.

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Interior de Black Diamond

Para ser sinceros, el Black Diamond fue el único monumento de todo Copenhague que no nos entusiasmó demasiado y por tanto no recomendaríamos su visita en el caso de disponer de poco tiempo. A pesar de que nos gusta la arquitectura moderna, quizás esperábamos mucho más de este edificio, aunque claro está, solo expresamos nuestra opinión subjetiva. Para sacar la parte positiva, tenemos que reconocer que los pasteles de su cafetería nos vinieron de maravilla para continuar con nuestra ruta. ¡Estaban realmente deliciosos!

El Black Diamond supuso nuestro primer contacto con las aguas de Copenhague, una ciudad plagada de canales que hay que atravesar para conocer el barrio histórico. Allí se encuentra precisamente nuestra siguiente parada, Nyhavn, probablemente el lugar más fotografiado de toda Copenhague (con permiso de La Sirenita).

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Canal de Christianshavn
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Palacio de Christiansborg y, a la izquierda, el edificio de la antigua Bolsa

Puerto de Nyhavn

¡Qué ganas teníamos de conocer Nyhavn! Concretamente desde que vimos en una de las primeras escenas de La chica danesa (2015). La historia de la artista danesa Lili Elbe, la primera persona documentada en someterse a una cirugía de reasignación de sexo, está ambientada en el Copenhague de principios del siglo XX. Conocéis también nuestra afición por el buen cine y esta es, a nuestro parecer, una de las películas más interesantes que se han rodado en los últimos tiempos. Aprovechando la ocasión, no dudamos en seguir los pasos de Lili Elbe en algunas de las localizaciones que se utilizaron para rodar la película. El primero de ellos, precisamente, fue el puerto de Nyhavn, donde en la ficción tenían su casa Lili (antes Einar Wegener) y su mujer, Gerda Wegener.

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Nyhavn
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Nyhavn

El puerto de Nyhavn (puerto nuevo en danés) fue construido por orden del rey Christian V (sí, otro Christian…) allá por el siglo XVII como entrada a Copenhague para los marineros que llegaban en barco para hacer negocios con sus mercancías. De aquella época de intensos movimientos mercantiles nos han quedado sus características casas de colores a ambos lados del canal y, atracados a sus pies,  sus viejos barcos de madera que ya no se utilizan pero que son parte de esta especie de museo al aire libre que hoy es Nyhavn. En definitiva, la principal atracción de este hermoso parque de atracciones que es Copenhague.

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Puerto de Nyhavn
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Nyhavn

Lastimosamente el tiempo seguía sin querer ofrecer su mejor cara. Desde luego no gozábamos de la mejor luz para las fotografías. Además, seguía lloviznando y algunos de los barcos estaban tapados con feas lonas. Todo esto no evitó que disfrutáramos de uno de los lugares más frecuentados del país. Antaño vivían aquí marineros, prostitutas y artistas, cuyo espíritu bohemio se ha mantenido vivo en gran parte hasta nuestros días, aunque como veremos más tarde, es durante la noche, momento en que se encienden las luces de los cafés y los restaurantes. cuando este espíritu alcanza su clímax.

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Casas de colores de Nyhavn

Dos acontecimientos importantes han dejado una impronta importante en este lugar. El primero de ellos tiene que ver con el célebre escritor Hans Christian Andersen, el escritor más famoso de Dinamarca, quien vivió en tres de las casas de colores de Nyhavn durante algunos años de su vida, concretamente en los números 18 y 20 en uno de los lados del puerto, y también en el número 67, del otro lado. Allí escribió algunos de los cuentos que le harían un artista inmortal en todo el mundo.

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Las casas contiguas número 18 y 20, donde residió Andersen

El otro acontecimiento tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial, una interesante historia que merece la pena recordar. Durante la ocupación nazi en Dinamarca se inició un movimiento insurgente conocido como resistencia danesa que se tradujo en una serie de actos destinados a oponerse a la censura y las prohibiciones promulgadas por los invasores. Uno de ellos tuvo lugar en Nyhavn, cuando los marineros daneses hundieron sus propios barcos para que no pudieran ser utilizados por los alemanes. Para rendir homenaje a los 1.700 marineros daneses pertenecientes a la Marina que murieron luchando durante la Segunda Guerra Mundial, se levanta hoy al final del puerto de Nyhavn una gran ancla conmemorativa, la Mindeankeret, rescatada del fondo de las aguas. Este ancla formó parte de una de las fragatas que participaron en la contienda, la Fyn.

Aquí terminaba el recorrido que teníamos pensado para nuestro primer día en Copenhague pero viendo que íbamos muy bien de tiempo decidimos visitar algunos de los monumentos programados para mañana.

Iglesia de Frederiks Kirke

Continuamos por la avenida Bredgade y en otros 10 minutos nos plantamos en el que es, a nuestro juicio, el templo más impresionante de Copenhague, la Frederiks Kirke, también conocida como Marmorkirken (Iglesia de Mármol), situada junto a otro gran palacio, el Palacio de Amalienborg.

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Frederiks Kirke

Este templo luterano fue encargado por el rey Frederik V a mediados del siglo XVIII al arquitecto de la corte Nicolai Eigtved para conmemorar los trescientos años de reinado de la dinastía Oldemburgo. Después de iniciarse, el proyecto fue abandonado por falta de fondos hasta que pudo completarse un siglo y medio, gracias a la donación privada de un banquero. Sería entonces el arquitecto Ferdinand Meldahl quien se encargaría de terminarla, dotándola de una gran cúpula de 31 metros de diámetro y casi 50 metros de altura, la más grande de todos los países nórdicos. La cúpula está claramente inspirada en la de la Basílica de San Pedro del Vaticano.

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Cúpula de la Frederiks Kirke desde su interior, decorada con pinturas de los 12 apóstoles

El interior de la Frederiks Kirke nos resultó sobrecogedor gracias a la oscuridad y al silencio que reinaban. El acceso al templo es gratuito pero, al igual que todos los monumentos de Copenhague, cierra pronto por la tarde así que hay que estar atentos.

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Interior de planta circular de la Frederiks Kirke

Palacio de Amalienborg (Amalienborg Slot)

Justo enfrente de la Frederiks Kirke se encuentra el Palacio de Amalienborg (entrada 95DKK por adulto, incluida en la Copenhagen Card), la residencia actual de los reyes de Dinamarca que viven allí desde el año 1794, año en que tuvo lugar el primer incendio en el Palacio de Christiansborg. En un principio su construcción no fue concebida para que la familia real lo usase. El autor del proyecto, el mismo arquitecto inicial de la Frederiks Kirke, pensó en una serie de edificios que sirvieran como residencia de algunas familias de aristócratas.

Los 4 edificios se distribuyen alrededor de una gran plaza en cuyo centro se sitúa una estatua ecuestre de su fundador, el rey Frederik V (sí, el mismo que el de la Frederiks Kirke, si es que menudo jaleo de nombres… ¡Pues atención que vienen curvas!). Los cuatro palacios son: el Palacio de Frederick VIII, actual residencia del heredero al trono, el Palacio de Christian VII, abierto al público, el Palacio de Christian VIII, tambiénabierto al público (alberga un museo dedicado a la historia de la familia real danesa) y el Palacio de Christian IX, en el que reside la Reina. Por desgracia no pudimos llegar a visitarlo por dentro antes de su cierre a las 16h de la tarde. Quedará para otra ocasión.

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Estatua ecuestre central

Quizás el mayor atractivo turístico del Palacio de Amalienborg es asistir al cambio de la guardia real que tiene lugar todos los días a la misma hora, hacia el mediodía, solo cuando la Reina se encuentra en las dependencias del palacio.

Ópera de Copenhague

Habíamos leído que desde este punto resultaba muy recomendable atravesar los jardines del palacio en dirección al puerto para admirar desde la otra orilla la silueta de la Ópera de Copenhague (Kongelige Teater), sin embargo nosotros tuvimos que dar un pequeño rodeo pues éstos estaban cerrados al público por obras. De hecho encontramos casi todas las plazas de la ciudad en obras debido a la construcción de una nueva línea de metro. Aún así mereció la pena el paseo, pues este edificio, otro ejemplo de arquitectura contemporánea en Copenhague, es uno de los mejores de su clase en toda Europa. La visión de su silueta sobre el Mar Báltico fue uno de los momentazos de nuestro viaje.

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Nuevamente estamos frente a un edificio financiado por otro filántropo multimillonario, Marsk Mc-Kinney Møller, quien por lo visto puso como condición a su generosa donación que el nuevo edificio se situara cerca del Palacio de Amalienborg, lo que suscitó una gran polémica. El edificio fue diseñado por el arquitecto Henning Larsen (el mismo que diseñó la terraza de la Glyptoteket), quien tuvo desavenencias con Mc-Kinney Møller principalmente porque éste quería que la cubierta de la fachada fuera metálica para que soportase mejor el paso del tiempo. La obsesión de este hombre por imponer su criterio a la hora de diseñar el edificio era tal que le llevó a viajar por todo el mundo con el fin de conocer otras óperas famosas y así asegurarse las mejores soluciones para su proyecto. El resultado fue un edificio que se acerca mucho a la perfección en cuanto a modernidad, funcionalidad y, sobretodo, acústica.

Puerto de Nyhavn cuando cae la noche

No queríamos perdernos el espectáculo de contemplar Nyhavn cuando cae la noche, posiblemente el mejor momento para pasear por sus dos muelles y disfrutar del ambiente marinero y bohemio que ha quedado impregnado para siempre en este lugar. Juzgad vosotros mismos.

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Nyhavn de noche
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Nyhavn de noche
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Nyhavn de noche
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Nyhavn de noche

Calle Strøget

Nuestro siguiente destino es la Calle Strøget, toda una institución en Copenhague, pues se trata de la calle más transitada de la ciudad y la calle peatonal y comercial más larga de Europa. Para llegar hasta ella atravesamos primero desde Nyhavn la Plaza Kongens Nytorv, la plaza más céntrica de la ciudad y donde antiguamente se situaba el antiguo ayuntamiento y el lugar de ejecuciones públicas (horca). Durante nuestra escapada a la capital danesa atravesamos varias veces la calle Strøget debido a que es la principal arteria que cruza gran parte del casco histórico, conectando en sus extremos la Plaza Kongens Nytorv con la Plaza Rådhuspladsen (Plaza del Ayuntamiento).

Strøget es la calle de las compras de Copenhague por excelencia. Resulta una experiencia muy agradable pasear entre sus plazas, tiendas de souvenirs, firmas de lujo y restaurantes mientras disfrutas observando el feliz estilo de vida de los daneses, una filosofía basada en sentirse a gusto con los pequeños placeres de la vida como ponerse un jersey calentito, tejer una manta, sentarse junto a la chimenea, una comida casera o leer un libro durante una tarde de lluvia. A esta filosofía ellos la llaman «hygge» y se ha convertido en una manera muy danesa de buscar la felicidad que ya es referencia mundial. Con razón se dice que Dinamarca ocupa uno de los puestos más altos en la lista de los países más felices del mundo.

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Fuente Stork
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Calle Strøget

Llegamos a la Plaza Rådhuspladsen, donde admiramos la fachada del espectacular Ayuntamiento renacentista de Copenhague que visitaremos mañana, y la cruzamos para llegar a nuestro último destino del día, probablemente la razón principal por la que queríamos venir a Copenhague.

Parque de atracciones Tívoli

Cuando buscábamos buenas ofertas de vuelos para venir a Copenhague nos vimos en un serio dilema. La mejor de ellas y la más barata era volar a finales de enero, pero sabíamos que de haber volado entonces a Copenhague nos hubiéramos encontrado el Tívoli cerrado. Había una segunda opción: volar a principios de febrero, lo cual resultaba algo más caro pero encontrando el parque de atracciones abierto. Resulta que el Tívoli siempre ha cerrado sus puertas entre los meses de enero y abril, pero este año 2019 es el segundo año consecutivo que abre durante el mes de febrero. La decisión estaba clara y no nos tomó mucho tiempo decidirnos: queríamos visitar el Tívoli. Creednos, no pudimos tomar una decisión mejor.

El Tívoli (entrada 100DKK de lunes a jueves y 110DKK de viernes a sábado por adulto, incluida en la Copenhagen Card) es uno de los parques de atracciones más antiguos del mundo. Abrió sus puertas en el año 1843, después de que el rey Christian VIII (¡otro Christian!) ordenara su construcción para distraer al pueblo de otras cuestiones de índole política (el clásico pan y circo romano), aunque su verdadero fundador fue un oficial de la armada danesa, George Carstensen, quien convenció al monarca para adquirir el terreno donde hoy se asienta el Tívoli.

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Entrada principal al parque Tívoli, en la calle Vesterbrogade
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Acceso por la calle Bernstorffsgade, el más próximo a la Estación Central de trenes

Depende de la estación del año en la que vengáis a Copenhague, encontraréis al Tívoli decorado de una manera distinta. Nosotros por ejemplo no pudimos ver la decoración navideña pero sí pudimos disfrutar de la decoración dedicada al invierno: pistas de patinaje, brillantes luces de colores, cañones escupiendo espuma simulando copos de nieve…  De repente nos vimos, literalmente, dentro de un cuento de hadas de invierno. 

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Pasillo central de acceso
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Teatro con carrousel

Resulta complicado describir con palabras qué se siente al entrar en un lugar como éste. Nosotros sentimos que nos habíamos transportado a otra dimensión donde los sueños que tenías cuando eras niño se hacen realidad. Un espacio donde puedes encontrar prácticamente de todo: teatros, edificios chinos, restaurantes temáticos, tiendas de todo tipo, mágicos carrouseles, iglús con toboganes en su interior, espectáculos musicales, vertiginosas montañas rusas, un lago sobre el que flota un barco… ¡y hasta un hotel de 5 estrellas!

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Hotel Nimb al fondo
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Tiendas del Parque Tívoli
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Una de las atracciones del Parque Tívoli inspirada en el circuito de un reloj

Todo ello unido a la magia de la noche hizo que aquella fuera la experiencia más romántica de todo el viaje. Y es que el Tívoli por la noche tiene un encanto difícil de superar. No dejábamos de asombrarnos en cualquier rincón del grandioso parque de atracciones, y es que no nos imaginábamos que el Tívoli tuviera semejante extensión, ¡es realmente grande!

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Atracciones del Tívoli
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Atracciones del Tívoli
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Atracciones del Tívoli

La entrada al Parque Tívoli (nosotros la teníamos incluida con la Copenhagen Card) no incluye el acceso a las atracciones, por lo que si deseas subirte a alguna de ellas deberás pagar un extra. Sin embargo, incluso si no estás pensando en subirte a ninguna y solo quieres dar un paseo, ¡la visita merece totalmente la pena!

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Decoración de invierno en el Parque Tívoli
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Hotel Nimb

Probablemente la zona más representativa del Parque Tívoli sea el lago artificial. Sus vistas desde el puente, con las luces del templo chino y la montaña rusa reflejándose sobre las aguas, no tienen precio.

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Lago artificial del Tívoli
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Lago artificial del Tívoli

Si estáis pensando en venir a Copenhague, hacednos caso, hacedlo en cualquier época del año en que coincida con el Parque Tívoli abierto. Si lo hacéis así vuestro viaje estará más que justificado. Y si tenéis la oportunidad de visitarlo de noche, ¡mejor todavía! Lo digo con total rotundidad y sin miedo a equivocarme: a mí personalmente fue el monumento que más me gustó de la capital danesa, ¡que ya es mucho decir! Si sois amantes de la fantasía y la magia, de los cuentos de hadas y los sueños que se cumplen, el Tívoli es vuestro lugar imprescindible.

Con muchísima pena (pero muchísima, muchísima) salimos del Parque Tívoli en dirección a la Estación Central, donde compramos unos sandwiches para cenar en la cadena de supermercados 7-Eleven (¡los hay por todas partes!). Pocos minutos más tarde ya estábamos en nuestra habitación del Hotel Andersen Boutique, donde nos quitamos todas las capas de ropa que llevábamos encima para darnos una merecida ducha. Luego, mientras cenábamos, tratamos de digerir todas las maravillas que habíamos visto durante el día de hoy, un día que no pudo tener un epílogo mejor: ¿qué puede haber más representativo de Copenhague que el Parque Tívoli teniendo en cuenta que esta ciudad es en sí misma un gran parque repleto de atracciones asombrosas? Mañana seguiremos conociendo otras de estas atracciones.

Día 2

Comenzamos nuestro segundo día en Copenhague con un estupendo desayuno en el Hotel Andersen Boutique y con muchísimas ganas de seguir descubriendo nuevos monumentos de esta fascinante ciudad. El que ayer pudiéramos adelantar algunas visitas nos va a permitir dedicar algo más de tiempo a las de hoy, incluso descubrir lugares que no teníamos programados, ¡cómo nos gusta esto!

Salimos a la calle nuevamente bien ataviados con nuestros abrigos, bufandas y gorros. Aunque la sensación térmica es más fría que la de ayer, hoy no hay previsión de lluvia y eso siempre es una ventaja sobretodo para nuestra cámara de fotos. Nos dirigimos primeramente a la cercana Rådhuspladsen (por donde ya pasamos anoche), volviendo a pasar por delante de la puerta principal del Parque Tívoli. Justo enfrente de otra de sus entradas, la que da precisamente a la Rådhuspladsen, encontramos la famosa estatua de Hans Christian Andersen que dirige su mirada al parque de atracciones como si quisiera adentrarse en él con el fin de encontrar inspiración para otro de sus cuentos. ¡No olvidéis pasar por allí a saludarle!

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Estatua de Andersen frente al Parque Tívoli

Plaza de Rådhuspladsen

Por desgracia encontramos la Plaza de Rådhuspladsen en obras, al igual que la de Kongens Nytorv, lo cual nos dificultó enormemente apreciar su verdadera amplitud y disfrutar de todos sus encantos. Se trata de otra de las plazas importantes de Copenhague en la cual desemboca uno de los dos extremos de la famosa calle Strøget.

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Edificio del Ayuntamiento de Copenhague en la Rådhuspladsen

Por suerte las obras no nos impidieron admirar el imponente edificio del Ayuntamiento (Københavns Rådhus).Recordemos que el antiguo ayuntamiento de la ciudad se encontraba en la plaza Kongens Nytorv y había sido destruido por un incendio. Por ello, ya en el siglo XIX se decidió comenzar la construcción de un nuevo ayuntamiento en su nueva ubicación, estrenándose en 1905.

Su arquitecto, Martin Nyrop, decidió inspirarse en el ayuntamiento de Siena para su diseño. En efecto, su regio aspecto, su color rojizo y su torre del reloj recuerda vagamente al ayuntamiento sienés.

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Ayuntamiento de Copenhague
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Ayuntamiento de Copenhague

Nuestra intención era acceder a su interior pues allí se filmaron algunas de las escenas de La chica danesa (concretamente escenas del hospital donde practican la cirugía a Lili Elbe), pero nos lo encontramos cerrado por ser domingo. Al día siguiente sí lo hicimos justo después de regresar de nuestra visita al Castillo de Frederiksborg en Hillerød (de la cual hablaremos en nuestra próxima etapa), de modo que aprovecharemos justo ahora para mostrar las fotos que hicimos del interior.

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Patio central del Ayuntamiento
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Ayuntamiento de Copenhague

Fue todo un acierto entrar en el Ayuntamiento de Copenhague y desde aquí recomendamos a todos nuestros seguidores cantineleros que no dudéis en visitar su interior de estilo art nouveau nórdico ya sea por libre o acompañados de un guía, ya que es realmente precioso. Nosotros nos dedicamos a explorarlo subiendo y bajando distintos tramos de escaleras, de una belleza arquitectónica y decorativa realmente destacable. 

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Escaleras del Ayuntamiento de Copenhague
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Interior del Ayuntamiento

Vor Frue Kirke (Catedral de Copenhague)

Nos dirigimos ahora a la calle Strøget donde, después de caminar un primer tramo, nos desviamos un poco para visitar uno de los templos más importantes de la ciudad, la Vor Frue Kirke (Iglesia de Nuestra Señora), hoy la considerada Catedral de Copenhague. Merece la pena acercarse a la Vor Frue Kirke (de acceso libre) si estáis interesados en contemplar un perfecto ejemplo de arquitectura neoclásica, obra de Christian Frederik Hansen. Aquel día también estaba cerrada, esta vez por motivos religiosos, así que las fotos que veréis a continuación también corresponden al día de mañana.

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Entrada a la Vor Frue Kirke, a la manera de un templo griego

Erigida a principios del siglo XIX sobre una iglesia gótica anterior destruida durante el bombardeo de la capital danesa por parte de la Armada Británica en 1807, este templo luterano alberga esculturas de Thorvaldsen (uno de los escultores neoclásicos más representativos y posiblemente el artista danés más internacional), entre ellas los 12 apóstoles y el fabuloso Cristo Consolator, una obra maestra del periodo neoclasicismo y la razón principal por la cual nosotros quisimos acercamos hasta aquí.

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Interior del templo, con las esculturas de los 12 apóstoles de Thorvaldsen a ambos lados
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Cristo consolator de Thorvaldsen, en el altar de la catedral

Rundetårn 

Nuestra siguiente parada del día es una de las estructuras más visitadas y queridas por los propios daneses, la Rundetårn (torre redonda), a un corto paseo de la Vor Frue Kirke.

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Inmediaciones de la Rundetårn

Este insólito monumento de 35 metros de altura fue levantado en el siglo XVII por orden del célebre rey Christian IV y formaba parte del llamado Complejo de la Trinidad (Trinitatis Complex), que comprendía la creación de un observatorio astronómico (situado en la parte superior de la torre), una biblioteca y una iglesia, tres edificios al servicio de los estudiantes universitarios. Estamos, por tanto, frente a un auténtico observatorio astronómico que todavía hoy se utiliza durante los meses de invierno, siendo así el observatorio en funcionamiento más antiguo de Europa.

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La Rundetårn

Sin duda la particularidad más característica de la Rundetårn (entrada 25DKK por adulto, incluida en la Copenhagen Card) se encuentra en su interior ya que éste está formado no por escaleras, sino por una rampa de más de 200 metros en espiral que hace 7 giros y medio para llegar a su punto más alto. Este peculiar diseño, prácticamente único en toda la geografía europea, se debe a la necesidad de que carros tirados por caballos pudieran subir el pesado material astronómico hasta arriba. Se cuenta que el propio Christian IV recorrió entera la rampa a caballo el día de su inauguración.

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Rampa en espiral de la Rundetårn

Hacia la mitad de la torre se sitúa la Sala de la Biblioteca, que ha sido escenario de exposiciones y conciertos desde su reapertura en 1987. En realidad este era el espacio que ocupaba antaño la antigua biblioteca universitaria del Trinitatis Complex.

La Rundetårn está íntimamente ligada a Hans Christian Andersen ya que aparece en muchos de sus cuentos y poemas (se dice que el escritor solía frecuentar la biblioteca). En su parte más alta se alza un privilegiado mirador circular de 360 grados sobre la capital danesa, uno de los más visitados por los turistas que vienen a Copenhague. ¡Merece mucho la pena subir hasta arriba!

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Vistas de Copenhague desde lo alto de la Rundetårn

Castillo de Rosenborg (Rosenborg Slot)

En apenas 10 minutos desde la Rundetårn estábamos ya entrando a los jardines que rodean el Castillo de Rosenborg, uno de los monumentos estrella de Copenhague. Contrariamente al esplendor del que gozan en primavera y en verano (cuando los habitantes de la ciudad aprovechan para montar sus picnics), los Jardines del Rey (Kongens Have) cobran un desangelado aspecto de árboles desnudos durante el frío invierno. Como también ocurrió en otros palacios europeos, el diseño de los jardines precedió al del propio palacio, tal era su importancia como parte integrante del mismo.

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Jardines del Castillo de Rosenborg
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Jardines del Castillo de Rosenborg

Vislumbramos la estilizada silueta del Castillo de Rosenborg mientras paseamos por el frío jardín. Su construcción a principios del siglo XVII es una excepcional muestra de arquitectura renacentista de estilo holandés, al igual que muchos otros edificios que veremos hoy. Se erigió, una vez más, por orden de Christian IV como su residencia de verano y casa de campo. Un siglo más tarde el castillo fue abandonado como residencia real y utilizado como lugar donde los reyes posteriores depositaban sus objetos más antiguos, exquisitos y codiciados. Hoy en día es un museo que, además de mostrar toda la pompa y solemnidad de la monarquía absolutista danesa a través de sus diferentes estancias, alberga las joyas de la corona real. Una especie de Torre de Londres danesa.

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Castillo de Rosenborg
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Castillo de Rosenborg

El Castillo de Rosenborg (entrada 105DKK por adulto, incluida en la Copenhagen Card) es un edificio pequeño pero bastante alto (de ahí su estilo holandés). El interior se divide en tres pisos cuya visita está organizada como un recorrido temporal del linaje real danés. De este modo se comienza en la planta baja con la visita de las cámaras de Christian IV, el precursor de la obra, quien falleció en 1648 en una de las salas donde además se exponen las ropas ensangrentadas que éste utilizó en una batalla naval entre Dinamarca y Suecia acaecida en 1644 (en la cual el monarca perdió la vista de un ojo). Desde luego nos sentimos bastante intimidados visitando las estancias de Christian IV, todas ellas nos parecieron impresionantes.

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Sala de invierno de Christian IV
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Cámara de mármol
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Sala de la planta baja

En la primera planta encontramos salas dedicadas a los reyes que sucedieron a Christian IV durante los siglos XVIII y XIX, aunque no todos vivieron aquí. Lógicamente son estancias de un estilo decorativo más moderno que las de la planta baja, repletas de una gran variedad de objetos de gran valor.

En algún lugar habíamos leído que la visita a este castillo no era imprescindible. Asombrados, nos preguntamos: ¿qué puede haber más imprescindible en Copenhague que visitar este castillo por dentro? En fin, todo es cuestión de gustos.

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Este gran aparador de nogal albergaba un mecanismo interno con música
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Gabinete de Frederik IV
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Sala de la primera planta
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Aposento de la primera planta

Llegamos a la segunda planta donde se encuentra el Gran Salón, el más amplio de todo el castillo. Esta sala muestra el absolutismo en toda su fastuosidad. En uno de sus extremos, los tronos del rey y de la reina están custodiados por tres leones de plata, los mismos que velan por el ataúd de los monarcas cuando éstos son mostrados al público durante los funerales en la capilla del Palacio de Christiansborg.

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Gran Salón
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Tronos del rey y de la reina

Después de visitar las tres plantas volvimos a salir al exterior donde un trabajador nos indicó muy amablemente que todavía nos faltaba por visitar el sótano, que alberga las piezas del Tesoro real danés, entre las que destacan armas, objetos de marfil y ámbar, trajes originales de diferentes reyes y, especialmente, las joyas de la Corona, custodiadas bajo estrictas medidas de seguridad. De hecho para admirarlas uno debe primeramente atravesar una puerta acorazada y luego contemplarlas a través de potentes cristales protectores.

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Joyas de la Corona Danesa
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Corona de Christian IV, de 1596
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La Corona de los monarcas absolutos (derecha) fue utilizada en todas las coronaciones de todos los reyes desde Christian V hasta Christian VIII

¡Nos ha encantado el Castillo de Rosenborg! Antes de proseguir con nuestra ruta decidimos hacer algunas fotografías más del exterior. El destino quiso que justo en aquel momento nos topáramos con una amiga de Instagram, Fátima de la cuenta @fatima_sunshine_, que durante aquellos días también se encontraba visitando la capital danesa. ¡Qué bonitos encuentros te regala la vida!

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Castillo de Rosenborg
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Castillo de Rosenborg

Galería Nacional de Dinamarca

Justo al lado del Castillo de Rosenborg se encuentra la Galería Nacional de Dinamarca (Statens Museum for Kunst), probablemente la pinacoteca más importante del país. Este espléndido y moderno museo (entrada 110DKK por adulto, incluida en la Copenhagen Card) alberga la colección de arte más antigua del país (la mayoría de sus obras pertenecían a las colecciones privadas de los reyes daneses) incluyendo miles de cuadros, esculturas y testimonios escritos desde principios del Renacimiento hasta nuestros días.

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Sala de Rubens de la Galería Nacional

A lo largo de nuestro paseo por los 700 años de historia del arte europeo nos fuimos encontrando con lienzos de grandes maestros como Mantegna, Rubens, Rembrandt, Tiziano, Cranach el Viejo o El Bosco. Una importantísima colección inicial que fue ampliada posteriormente a lo grande gracias a una donación privada de arte moderno que incluía obras de artistas como Matisse, Braque, Munch, Modigliani o Picasso. Os podéis hacer una idea de lo que disfrutamos los cantineleros en este museo: ¡yo, con los Rembrandts y Matisses, Inma con su adorado Modigliani!

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Sala dedicada al arte nórdico

A pesar de todo lo comentado hasta ahora, el mayor atractivo que esconde la Galería Nacional de Dinamarca, al menos para nosotros, es poder contemplar la fabulosa colección de arte moderno danés. Nosotros desconocíamos absolutamente el arte de este país y fue todo un descubrimiento poder disfrutar de las obras de artistas como Christoffer Wilhelm Eckersberg, considerado el padre de la pintura danesa, y otros  como Møller, Nielsen, Hansen o Købke, por citar solo algunos pocos.

Se acercaba la hora de comer y pensábamos comer allí mismo pero no fuimos capaces de encontrar el restaurante de la Galería Nacional (solo su cafetería), así que nos aventuramos a seguir adelante con la ruta esperando encontrar algún buen sitio donde reponer fuerzas.

Barrio de Nyboder

Este peculiar barrio no suele aparecer en las listas de los lugares más visitados de Copenhague. de hecho se trata de una joya escondida, a pesar de que se encuentra a muy pocos minutos de la Galería Nacional y del Castillo de Rosenborg. El barrio de Nyboder está compuesto por varias hileras de pequeñas casas de un fuerte color anaranjado. Habíamos oído hablar de él por primera vez cuando leímos un artículo que hablaba sobre las localizaciones de La chica danesa. Por lo visto en Nyboder se rodó la escena en que Lili Elbe visitaba a escondidas a su amante con el fin de satisfacer la curiosidad que estaba comenzando a experimentar con respecto a sus emergentes instintos femeninos.

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Barrio de Nyboder
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Casas de color anaranjado de Nyboder

Pero este no es el único aliciente de Nyboder, pues tiene también una historia muy interesante: su construcción se debió al plan de expansión de la ciudad propulsado por el rey Cristián IV (¡nuevamente!). Durante su reinado la Marina Danesa real había crecido muy rápidamente y la necesidad de alojar a las familias de los marines se convirtió en algo muy urgente. La construcción de Nyboder, entre 1631 y 1641, respondió a este fin. Resulta curioso saber que las familias que vivían en este barrio obtenían alojamiento y estudios gratuitos a cambio de que sus hijos recibieran instrucción militar para entrar en la Marina una vez cumplieran los 16 años de edad.

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Barrio de Nyboder

A pesar de que, como es lógico, muchas de las casas han sido restauradas, el estado de conservación y el aspecto pintoresco de este barrio hace que todavía hoy allí se siga respirando un auténtico ambiente de otro tiempo (actualmente muchas casas están ocupadas por familias que desempeñan algún tipo de trabajo relacionado con el puerto y la marina danesa). La perfecta perspectiva de las hileras de casas, así como sus vivos colores anaranjados y las bicicletas aparcadas en las puertas, hacen de ésta una visita muy curiosa e interesante.

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Nyboder

Antes de proseguir con la ruta, vais a permitirnos que por fin repongamos fuerzas. El lugar elegido, un restaurante precioso de diseño nórdico, el Babette (también un hotel), donde nos comimos unas hamburguesas ecológicas acompañadas de unas patatas gourmet. ¡Deliciosas! Resultó ser un lugar muy recomendable a pesar del elevado precio aunque, ¡estamos en Copenhague! ¿Qué no es caro aquí?

Ciudadela de Kastellet

Después de comer entramos al recinto del Churchillparken, uno de los jardines más conocidos de Copenhague. Su nombre se debe al primer ministro británico quien, durante la Segunda Guerra Mundial, prestó ayuda al país danés favoreciendo enormemente su liberación. En su interior se encuentra el fuerte Kastellet, una de las ciudadelas militares mejor conservadas del norte de Europa.

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Iglesia de St. Albans, en el parque de Churchillparken
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Acceso a la ciudadela de Kastellet
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Acceso a Kastellet

La construcción de la ciudadela de Kastellet fue inspirada nuevamente por la voluntad del rey Cristián IV de Dinamarca, cuando éste se dispuso a levantar un afianzamiento de defensa para reforzar la parte norte de la muralla de Copenhague. Fue sin embargo su sucesor, el rey Federico III, quien terminó de ampliar el proyecto tras el asedio sueco a Copenhague que tuvo lugar durante la Guerra sueco-danesa a mediados del siglo XVII. El ingeniero encargado de diseñar la ampliación fue el holandés Henrik Rüse. Con el devenir de los siglos Kastellet ha ido formando parte de la historia militar danesa cuando por ejemplo sirvió de fortaleza para la defensa de Copenhague frente a los ingleses en 1807, o durante la invasión de los nazis en 1940, quienes ocuparon la ciudadela sin apenas resistencia.

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Edificios destinados al acuartelamiento militar en Kastellet
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Perímetro de Kastellet

Lejos quedan ya aquellos sangrientos acontecimientos y hoy Kastellet es un espacio pacífico que sirve a los habitantes de Copenhague y a los turistas como parque público al aire libre. En el interior de su perímetro en forma de estrella (por ello nos recordó vagamente a la ciudadela de Jaca) se encuentran, además de los barracones militares, la Casa del Comandante (actual residencia del jefe danés de defensa), una iglesia y un fotogénico molino de viento de estilo holandés que no debes perderte en tu visita a Copenhague. Es el último de los 16 que habían por toda la muralla de la ciudad asegurando los suministros de harina y avena en caso de asedio. El que vemos hoy, del siglo XIX, sustituye a uno anterior y todavía sigue funcionando.

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Molino de viento de Kastellet
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Molino de viento de Kastellet

A pesar del intenso frío, disfrutamos enormemente de nuestro paseo por el perímetro en forma de estrella de la ciudadela. Habíamos entrado en Kastellet por su lado sur y ahora saldríamos por su lado norte para dirigirnos al monumento más popular de Copenhague, ¿adivináis a cuál nos referimos?

La Sirenita (Den lille havfrue)

Allí estaba. Ubicada en el Parque Langelinie, junto al puerto de Copenhague, la estatua de La Sirenita se alzaba sobre un pequeño montículo de rocas posando para unos cuantos visitantes que salían y entraban de varios autocares turísticos. Esta pequeña escultura fue realizada a principios del siglo XX por el escultor Edvard Eriksen como respuesta al encargo que le había hecho Carl Jacobsen (el hijo del propietario y creador de la marca de cerveza Carlsberg y de la Glyptoteket, Jacob Christian Jacobsen) en homenaje a uno de los cuentos más populares de Hans Christian Andersen. La Sirenita es, sin ningún género de dudas, el símbolo absoluto de la ciudad y de Dinamarca.

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La Sirenita de Copenhague

Y lo es a pesar de que un gran número de visitantes se llevan una sonada decepción al contemplarla debido a su pequeño tamaño, algo similar a las burlas que suscita el Manneken Pis, símbolo absoluto de la ciudad de Bruselas. Pues bien, desde aquí me gustaría revindicar el valor de los monumentos pequeños que en ocasiones y contra todo pronóstico son capaces de convertirse en verdaderos iconos, hasta tal punto que entran a formar parte del imaginario colectivo.

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La Sirenita de Copenhague

El caso de La Sirenita es un caso muy ilustrativo. Desde el mismo momento en que fue instalada aquí en 1913, esta escultura de bronce ha sido el blanco de actos vandálicos más o menos reivindicativos durante las últimas décadas, actos que por otro lado no han hecho sino contribuir más aún a su fama: ha sido decapitada, le han amputado un brazo, la han pintado de rojo, de azul, incluso la han vestido con un burka y con un traje del Ku Klux Klan. Y todo porque es un símbolo, un icono de nuestra cultura occidental.

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La Sirenita

La principal ventaja de venir a Copenhague en pleno invierno es que no encuentras ni una tercera parte de los turistas que visitan la capital danesa en otras épocas del año. Nosotros pudimos disfrutar de todos los monumentos de la ciudad sin agobios de ningún tipo, incluyendo su monumento más frecuentado y fotografiado. Había gente, sí, pero pudimos hacer sin ningún problema todas las tomas que nos dio la gana y desde todos los ángulos posibles. Es bueno saberlo, ¿no es así?

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La Sirenita

Sankt Albans Kirke y Fuente de Gefion

Nos despedimos de La Sirenita y seguimos el camino que termina de completar el perímetro exterior de Kastellet. Hemos vuelto al Curchillparken, donde podemos admirar esta vez de cerca otro de los templos más interesantes de Copenhague, la iglesia anglicana de Sankt Albans, levantada a finales del siglo XIX en estilo neogótico (abierta solo durante algunas horas del día). A su lado, se levanta la fuente monumental de Gefion, inspirada en una leyenda nórdica y encargada por la familia Carlsberg para conmemorar el 50º aniversario de la cervecería. Fue una lástima no haberla podido ver en funcionamiento pues el frío congela las tuberías por donde pasa el agua.

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Fuente de Gefion, con la Sankt Albans Kirke al fondo
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Fuente de Gefion
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Sankt Albans Kirke

Tour por los canales y el puerto

En poco más de 10 minutos ya estábamos nuevamente en el puerto de Nyhavn, donde a Inma se le ocurrió una brillante idea que no teníamos prevista: ¡hacer un tour en un barco turístico por los canales de Copenhague! Y es que con la empresa Canal Tours teníamos la visita incluida con la Copenhagen Card (sin ella el coste es de 85DKK por adulto). Antes de comenzar el recorrido por los canales de la ciudad aprovechamos para tener una nueva visión del puerto de Nyhavn, esta vez desde el agua. Pero qué bonito es este lugar…

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Puerto de Nyhavn
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Fotografiando el puerto de Nyhavn desde el barco
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Fotografiando el puerto de Nyhavn desde el barco
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Fotografiando el puerto de Nyhavn desde el barco
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Casas de Nyhavn

De todas las modalidades nosotros elegimos el Grand Tour, un trayecto por los canales y el puerto que dura aproximadamente una hora. El barco turístico dispone de una cubierta de cristal en invierno para que los visitantes no pasen frío pero nosotros decidimos sentarnos fuera para disfrutar al máximo de las vistas. Allí, bien acurrucaditos, fuimos atendiendo a las explicaciones en inglés que daba nuestra guía sobre todos los monumentos que se encuentran a orillas del puerto y de los canales, ¡que no son pocos! El Teatro Real Danés (Royal Danish Playhouse), la Ópera, La Sirenita, el Palacio de Amalienborg, la Biblioteca Real Danesa (Black Diamond), el edificio de la Bolsa, el Palacio de Christiansborg,… ¡Todo un repaso por la historia de la arquitectura de Copenhague!

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Teatro Real Danés
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Ópera de Copenhague
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La Sirenita vista desde el agua
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Palacio de Amalienborg con la cúpula de la Frederik Kirke al fondo
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Biblioteca Real Danesa (Black Diamond)
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Edificio BLOX
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Edificio de la Bolsa de Copenhague

Barrio de Christianshavn

La suerte quiso que nuestro barco navegara a través del canal de Christianhavn, en el barrio del mismo nombre, una de las pocas zonas de Copenhague que aún nos faltaban por conocer. Justo en el momento en que atravesábamos este pintoresco canal, muy parecido a los canales de Ámsterdam, comenzó a nevar muy tímidamente. Aquello apenas duró cinco minutos pero alivió a nuestros corazones ávidos de que al fin nevara en Copenhague.

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Entrando al canal de Christiansnhavn

En Christiansnhavn, barrio donde vive gente creativa y soñadora, existen dos reclamos turísticos de primer orden. El primero de ellos es Christiania, una antigua área militar abandonada de unas 34 hectáreas que fue ocupada en 1971 por una comunidad hippie con el fin de crear un sistema de gobierno autogestionado y vivir la vida según sus propias leyes (incluyendo el consumo y la venta «legal» de drogas). Se estima que hoy en día siguen viviendo en Christiania alrededor de unas 1000 personas que continúan con ese estilo de vida alternativo, proclamándose a sí mismos independientes de la ciudad de Copenhague, de Dinamarca e incluso de la Unión Europea.

Nosotros decidimos no visitar este lugar. ¿Que por qué razón omitimos uno de los lugares más visitados de Copenhague? Sencillamente no nos llamaba la atención. Además, no queríamos sentir que molestaríamos ni invadiríamos el espacio privado de aquellas personas (de hecho está terminantemente prohibido hacer fotografías en todo el recinto de Christiania, excepto en algunos rincones concretos, principalmente por el tema de venta de drogas).

El segundo atractivo de Christiansnhavn es la Vor Frelsers Kirke (Iglesia de Nuestro Salvador), templo barroco cuya peculiar torre con chapitel en espiral y escalera exterior de caracol (inspirada en la de la Iglesia de Sant’Ivo alla Sapienza de Roma) sí pudimos ver desde el barco. Dos visitas, en definitiva, que quedarán pendientes para una próxima escapada a la capital danesa.

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Torre con chapitel en espiral de la Vor Frelsers Kirke

El barco regresó al punto de partida, el puerto de Nyhavn, donde ya caía la noche. Desde allí emprendimos el camino de vuelta al hotel siguiendo la misma ruta que el día anterior: desde la Plaza de Kongens Nytorv continuamos por la calle Strøget hasta la Rådhuspladsen.

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Llegando de nuevo al puerto de Nyhavn
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Puerto de Nyhavn
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En la calle Strøget se encuentra el Museo Guinness de los Récords. En su entrada hay una escultura a tamaño real del hombre más alto jamás registrado, se llamaba Robert Wadlow y medía 2,72 metros.

Antes de llegar al hotel, volvemos a pasar por el 7-Eleven de la Estación Central para comprar la cena. ¡Menudo día el de hoy! Estamos exhaustos pero había merecido la pena cada paso dado por las calles de esta increíble ciudad repleta de atractivos. Mañana toca volver a España pero antes cogeremos un tren para visitar… ¡el castillo más grande de toda Escandinavia!

Día 3

Amanece el tercer y último día en Copenhague, un día que pensamos aprovechar al máximo pues nuestro avión de regreso sale a las 20.15h de la tarde y el aeropuerto está a solo 15 minutos en tren de la Estación Central. Durante las dos primeras jornadas hemos podido visitar todos los atractivos que ofrece la ciudad de Copenhague, de modo que este tercer día lo destinaremos a visitar un monumento que se encuentra en la ciudad de Hillerød, capital de la región Capital de Dinamarca, a apenas unos 40 minutos en tren desde la capital. Se trata del gigantesco y elegante Castillo de Frederiksborg, uno de los más importantes de Dinamarca. De haber tenido algo más de tiempo, seguro que nos hubiéramos acercado a conocer otros monumentos cercanos como el Museo de Arte Moderno Louisiana o el Castillo de Kronborg en la ciudad de Helsingør, conocido popularmente como el castillo de Hamlet debido a que Shakespeare situó en este lugar (concretamente en el castillo que precedió al que podemos ver en la actualidad) la historia de su famosa tragedia. En esta ocasión, sin embargo, debíamos decantarnos por solo uno de ellos y elegimos el Castillo de Frederiksborg. ¡Pasamos a contaros cómo llegar hasta allí desde Copenhague!

Tomamos nuestro último desayuno en el acogedor Hotel Andersen Boutique, haciéndonos unos sandwiches extras que nos guardamos para después (¡una buena idea en este país tan caro!). Otra ventaja de este hotel es que, si tu avión sale tarde como salía el nuestro aquel día, pueden guardarte la maleta en una pequeña sala de consigna el día que haces el check-out, de manera que no tienes que preocuparte por ella durante el resto del día. Por sorprendente que parezca, había salido el sol aquella mañana en Copenhague, sin embargo el mal tiempo nos esperaba en Hillerød.

Castillo de Frederiksborg (Frederiksborg Slot)

Nos dirigimos a la Estación Central, donde gracias a la Copenhagen Card ni siquiera tuvimos que comprar el billete de ida, que normalmente cuesta unas 44DKK (el de vuelta sí tuvimos que comprarlo, debido a que el periodo de validez de la tarjeta ya había caducado). Simplemente buscamos el andén correspondiente y esperamos a que llegara el tren que se dirigía al norte de la isla de Selandia. El trayecto fue muy cómodo y el tren llegó puntual a la Estación de Hillerød, desde donde emprendimos un trayecto a pie de unos 15 minutos para llegar al castillo.

Este paseo es realmente bonito pues, después de atravesar algunas calles del centro, el ansioso visitante llega por fin al lago Slotssøen, desde donde obtiene unas espléndidas vistas del majestuoso Castillo de Frederiksborg, asentado como por arte de magia sobre tres islotes del susodicho lago.

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Castillo de Frederiksborg

A partir de ahí, el resto del camino transcurre bordeando el lago sin perder de vista el castillo en ningún momento. Acompañados por una colonia de patos, empezamos a sentir cómo el frío volvía a hacer de las suyas (incluso el lago se había congelado, ¡con lo bien que se estaba en Copenhague aquella mañana!), a pesar de lo cual algunas familias paseaban con sus carritos de niño, ¡esta gente está acostumbrada!

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Lago Slotssøen
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El Castillo de Frederiksborg sobre el lago Slotssøen

Así llegamos a la entrada del castillo. Teníamos ante nosotros el castillo más grande y valorado de toda Escandinavia, una obra maestra del Renacimiento nórdico. Para su construcción, el rey Christian IV (no podía ser otro) contó con los mejores arquitectos y artistas de la época, entre los que figuraba Hans van Steenwinckel el Viejo, quien diseñó Frederiksborg como residencia real para el monarca. Edificado entre 1560 y 1630, este castillo sustituyó a uno más antiguo que había sido propiedad de Federico II (en cuyo honor se nombró al nuevo edificio), padre de Christian IV. Aquel primer castillo, por cierto, había sido el lugar de nacimiento de Christian IV.

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Recorriendo el acceso principal

Por cierto, no sé si os había contado que Christian IV fue el rey más longevo de la historia de Dinamarca y por tanto el que más duró en el cargo. Después de su muerte, el Castillo de Frederiksborg siguió sirviendo como residencia de la familia real. Tras el incendio que sufrió en 1859, el edificio fue reconstruido gracias al apoyo social y, sobretodo, a una generosa contribución económica de… adivinad: ¡Jacob Christian Jacobsen! (¿os habéis dado cuenta de que estos dos personajes no han dejado de acompañarnos durante todo el viaje?). Desde que la reconstrucción fuera completada en 1878, el castillo ha albergado el Museo de Historia Nacional de Dinamarca.

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Plaza central del castillo
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Fachada del castillo

Para acceder al Castillo de Frederiksborg (entrada 75DKK por adulto, incluida en la Copenhagen Card) hay que cruzar un primer puente sobre el lago, después atravesar la plaza central, desde donde se contempla la imponente fachada de ladrillos rojos y tejados verdes, y finalmente cruzar un segundo puente.

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Detalle de la fachada del castillo
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Detalle de la fachada del castillo
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Castillo de Frederiksborg
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Puente del Castillo de Frederiksborg

Entramos justo a la hora en que abría sus puertas este espléndido monumento, las 10h de la mañana. Por suerte nos adelantamos a un numeroso grupo de japoneses que amenazaba con estropearnos cualquier instantánea. La primera sala del castillo (y Museo de Historia Nacional de Dinamarca) es el mejor de los aperitivos, una de las salas más impresionantes del conjunto, la Sala de la Rosa o de los Caballeros, reconstruida tras el incendio tal cual era durante el siglo XVII. Se trataba de la sala destinada a los banquetes  para las damas y los caballeros de la corte. Realmente hermosa.

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Sala de la Rosa

Tras subir a la primera planta accedemos al ala occidental, donde se encuentra el espacio que sin lugar a dudas es la joya que destaca sobre todas las demás que hay en el castillo. La Capilla Real, uno de los pocos lugares que se salvaron del incendio de 1859, te deja completamente con la boca abierta.

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Capilla Real del Castillo de Frederiksborg

Estrecha y alargada, decorada con un barroco exacerbado y apabullante, esta capilla nos recordó enormemente a la del Palacio de Versailles. Como éramos los primeros visitantes aquella mañana, tuvimos la gran suerte de recorrerla prácticamente a solas. Su elemento más destacado, el órgano, ricamente decorado con ébano, marfil y plata, fue construido por Isaías Compenius en 1610.

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Capilla Real

Continuamos adelante tratando de evitar al grupo de japoneses que nos pisaba los talones. El fantástico elenco de dependencias palaciegas, repletas de retratos reales y mobiliario de época, fueron sucediéndose una tras otra. Algunas de ellas, como la Sala de Audiencias o el Gran Salón, son realmente espectaculares y muestran el lujo del absolutismo danés.

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Sala de Audiencias, diseñada por el arquitecto Lambert van Haven para el rey Christian V en la década de 1680
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Dependencias del Castillo de Frederiksborg
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Dependencias del Castillo de Frederiksborg

Esta última, el Gran Salón, que se encuentra justo encima de la capilla, destaca sobre todas las demás por su amplitud y su prolífica decoración. Reconstruida por completo tras el incendio, su impresionante artesonado del techo está profusamente decorado. En uno de sus lados se encuentra una tarima elevada en la que se colocaban los músicos durante los bailes de gala que allí se celebraban.

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Gran Salón del Castillo de Frederiksborg
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Dependencias del castillo
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Dependencias del castillo

En la segunda planta se siguen sucediendo más dependencias palaciegas, mientras que la tercera planta está dedicada a la Dinamarca moderna pues está compuesta de salas donde se exponen retratos de políticos, monarcas y demás personalidades danesas actuales.

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Recámara de la Reina
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Dependencias de la segunda planta
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Dependencias de la segunda planta

De acceso público gratuito, los jardines del castillo fueron añadidos ya en el siglo XVIII, cuando el monarca Frederik IV encargó al jardinero real, Johan Cornelius Krieger, el diseño de un jardín de estilo barroco.

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De camino a los jardines
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Castillo de Frederiksborg desde los jardines
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Jardines de Frederiksborg

Lamentablemente nuestra visita al Castillo de Frederiksborg no coincidió ni por asomo con un día soleado, más bien al contrario (cada vez hacía más frío), lo que hizo que no pudiéramos disfrutar de los jardines en todo su esplendor. Tenían un aspecto desangelado, como si los cubriese un espeso halo de nostalgia. Sus fuentes y cascadas, en otras épocas del año rebosantes de agua, estaban apagadas debido al frío. Eso sí, mereció la pena llegar hasta aquí solo por disfrutar de las bellas perspectiva del castillo.

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Jardines de Frederiksborg
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Jardines de Frederiksborg

Regresamos a la estación de tren, donde esta vez sí debemos comprar nuestros billetes de regreso a Copenhague (nuestra Copenhagen Card de 48 horas había caducado a las 12h). Una vez sentados en el tren nos comimos los sandwiches que nos habíamos preparado durante el desayuno.

De nuevo en Copenhague

Aún nos quedaban algunas horas antes de coger nuestro avión de regreso, así que nos dimos una última vuelta por la capital, incluyendo el interior del Ayuntamiento, la Vor Frue Kirke y la calle Strøget.

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Calle Strøget
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Edificios de la Calle Strøget

Si queréis disfrutar de la mejor perspectiva de esta calle, os daremos el mismo consejo que nos dio nuestra amiga Carla del blog I am a passenger. Cuando lleguéis a la Plaza Amagertorv, situada en el corazón de la calle, no dejéis de subir al último piso del centro comercial Illum. Una vez allí buscad la cafetería y salid a su terraza. Merecerá la pena admirar las estupendas vistas y luego quedarse a tomar un café con croissant de merienda.

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Calle Strøget desde la última planta del centro comercial Illum

Ahora sí, desgraciadamente era ya hora de volver a casa. Recogemos nuestra maleta en el Hotel Andersen Boutique y cogemos el tren hacia el aeropuerto, donde cogemos puntuales y sin incidencias el avión de vuelta a Alicante. ¡Qué ganas teníamos de llegar a casa para ver a nuestra pequeña cantinelerita!

Copenhague ha resultado ser un frío parque de atracciones inagotable que nos ha conquistado con sus museos, sus palacios y sus canales. Una escapada perfecta que, espero, hayáis disfrutado tanto como nosotros.

¡Hasta la próxima cantineleros y cantineleras!

Alojamiento cantinelero

No fue nada fácil decantarnos por un alojamiento en Copenhague, casi todos eran realmente caros y con muy baja puntuación en Booking, nuestro buscador de hoteles de referencia. Finalmente encontramos una muy buena oportunidad en el Hotel Andersen Boutique, ubicado justo al lado de la Estación Central de Copenhague, lo cual nos vino de perlas pues ésta conecta directamente con el aeropuerto. Este hotel, además, es moderno, muy limpio y ofrece unos desayunos más que aceptables.

Hotel Andersen Boutique

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