Comunidad de Madrid,  CON MUCHO ARTE

La Catedral «outsider» de Justo Gallego

La visita de hoy corresponde a uno de esos lugares inclasificables que nos atraen irremediablemente, como un imán, porque están marcados por una naturaleza insólita. No puedo recordar cuándo escuchamos por primera vez el nombre de Justo Gallego, el protagonista de una historia que bien habría podido inventar la mente de un escritor de ficción: el hombre que decidió dedicar su vida entera a construir una catedral con sus propias manos. Lo que sí puedo recordar nítidamente es que desde aquel preciso momento nos entró la necesidad de ver algún día aquella obra con nuestros propios ojos. Después de mucho tiempo y aprovechando una nueva escapada a Madrid en coche, pudimos parar en la pequeña localidad de Mejorada del Campo, a unos 20 km de la capital, y cumplir al fin nuestro sueño.

El hombre de fe, el «loco de la catedral»

Justo Gallego Martínez nació en 1925. Desde bien jovencito tuvo claro que deseaba dedicar su vida a servir a Dios, por lo que ingresó como novicio en el convento de Santa María de la Huerta, al norte de Soria, esperando satisfacer su profundo anhelo espiritual. El destino quiso probar la fe de Justo el día que éste enfermó de tuberculosis y el monasterio decidió expulsarle por miedo a que pudiera contagiar al resto de la comunidad. Pero el destino no sabía con quién se la estaba jugando, no contaba con que existen seres humanos dotados de una pasión inquebrantable (hay solo unos pocos, pero los hay).

Justo regresó a su ciudad natal y, después de curarse de su enfermedad, tomó una decisión que no está al alcance de cualquier mortal: dedicar el resto de sus días a levantar un templo en honor a la Virgen, cosa que comenzó a hacer en el año 1961 sin ningún tipo de conocimiento previo en arquitectura ni albañilería y valiéndose de un amplio terreno de labranza que era propiedad familiar.

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Catedral de Justo Gallego en Mejorada del Campo
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Catedral de Justo Gallego en Mejorada del Campo
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Fachada principal

Una decisión como esta solo pudo despertar el desconcierto y la estupefacción de los habitantes de Mejorada, que desde un buen principio comenzaron a apodar a aquel hombrecillo como «el loco de la catedral». ¿Qué otra cosa podía estar haciendo sino una locura? Pero los años fueron pasando y Justo fue invirtiendo todo su patrimonio en aquella titánica empresa. Todo sin planos, sin proyecto y sin licencia de obra. Todo, como el propio Justo gusta de comentar, obrando según lo que dicta su cabeza, con la sola inspiración de unos cuantos libros sobre catedrales. De ahí que cuando uno se adentra en las entrañas del gigantesco edificio respire todo tipo de referencias, románicas, góticas y, sobretodo, bizantinas.

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Detalle de la nave central
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Tejado del claustro con pequeñas cúpulas
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El interior de la catedral recuerda al de algunos templos bizantinos, como Santa Sofía de Constantinopla

Considero que existen muchas formas de analizar lo que Justo hace. Desde luego la fuerza que le ha empujado a venir a trabajar aquí día tras día desde que asoma la luz del sol durante 57 años solo puede explicarse mediante la obsesión, dicen unos, o la pasión, dicen otros. Que la fe mueve montañas es algo que se ha dicho siempre pero solo se hace patente cuando uno se encuentra con lugares como este. Que un hombre sin formación alguna, utilizando mayoritariamente materiales reciclados, y con la única ayuda de algunas personas desinteresadas, haya podido no solo concebir sino levantar la estructura que hoy en día se alza en el corazón de Mejorada del Campo resulta algo inconcebible para cualquiera que no lo analice desde el prisma de la fe. No en vano a esta catedral, a pesar de que Justo la está construyendo en honor a la Virgen del Pilar, se la conoce como la Catedral de la Fe. Como en otros tiempos fueron levantados colosos increíbles, como las pirámides de Egipto o el círculo de piedras de Stonehenge con una precisión milimétrica y sin apenas medios, el templo de Justo es un ejemplo viviente del poder de la fe.

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Escultura de Cristo y pintura mural en el «altar»
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Interior del templo
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Catedral de Justo Gallego en Mejorada del Campo

Justo Gallego, artista outsider

Además de como un loco o un perfecto devoto, existe una tercera manera de comprender el trabajo de Justo Gallego, la cual pasaría por considerarlo un artista outsider. De hecho el nombre de Justo Gallego figura en el libro «Arte outsider, la pulsión creativa al desnudo» de Graciela García como uno de los pocos ejemplos de este tipo de artistas en toda España y también como uno de los más importantes. Pero, ¿qué es el arte outsider? Este es un concepto relativamente nuevo, surgido para definir a todas aquellas creaciones que están fuera (de ahí el término outsider, literalmente que se sitúa fuera) de los límites del circuito y el mercado oficial del Arte en mayúsculas.

Para resumirlo sin grandes estridencias, los artistas outsiders son aquellos que crean sin haber obtenido nunca una formación artística a partir de una necesidad pura e irrefrenable de expresar lo que llevan dentro, a menudo emociones y sentimientos difíciles de comprender para el resto de las personas y que dejan sin palabras a los que contemplan sus obras. A nosotros nos encanta asistir a la magia que provocan este tipo de peculiares artistas, capaces de tocar la fibra del espectador. Tal fue el caso, por ejemplo, del microescultor Manuel Ussá, quien exhibe sus trabajos en sendos museos que pudimos tener la oportunidad de visitar durante nuestra escapada a El Castell de Guadalest.

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Galería de bustos de santos, en una de las capillas de la catedral
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Una de las torres inacabadas de la catedral

Dentro de esta definición entraría también, sin ningún género de duda, el caso de Justo Gallego, un hombre cuyo único interés ha sido el de construir su catedral desviando todos los beneficios fruto de su reciente fama para tal fin. Una prueba de ello fue el famoso anuncio televisivo que la marca Aquarius lanzó en 2005 (seguro que muchos lo recordaréis), en el que Justo y su catedral aparecían como ejemplos de que «el ser humano es imprevisible», como rezaba el eslogan. Todo lo que recibió Justo como pago por aquella campaña fue invertido en proseguir con su obra pues esto es lo único que le interesa. Ni más ni menos.

A sus 93 años, Justo sigue dedicando la mayor parte de su tiempo en avanzar en su proyecto. Si es verdad eso de que cada uno de nosotros buscamos inconscientemente dejar una huella en el mundo, haciendo de nuestra vida nuestra propia obra, ¿habría algo más digno que lo que está haciendo Justo, quien ha renunciado a casi todos los placeres de la vida por dar forma a su obra? El resto del tiempo, lo dedica a vivir con sencillez y modestia, esos valores que tanto hemos parecido olvidar. Nada de comodidades de la vida moderna, la pequeña dependencia dentro de la catedral en la que vive Justo solo contiene todo lo que necesita para vivir: unos pocos utensilios para cocinar, una vieja calentador de gas y varias estampas de santos colgados en la pared. Todo un ejemplo de humildad cristiana.

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Mensaje escrito en una de las paredes del templo
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Tejado del claustro
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Claustro

Una experiencia única y un privilegio irrepetible

La visita a este templo del arte outsider es un cúmulo de experiencias que resulta complicado describir con palabras. En primer lugar porque resulta cuanto menos chocante encontrar una catedral en pleno proceso de construcción en pleno siglo XXI, solo comparable a lo que sentimos cuando entramos en el interior de la Sagrada Familia de Gaudí, con la única salvedad de que en este caso no encontraremos grúas altas ni obreros experimentados, sino a un señor muy mayor dando indicaciones a un vigoroso muchacho que se ha ofrecido a prestarle sus manos desinteresadamente durante sus ratos libres. En este sentido, ¿no resulta un privilegio irrepetible tener la oportunidad de ver trabajar al último descendiente vivo de aquel constructor medieval que dedicaba interminables horas a su oficio, artesanal, entregado y metódico?

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Catedral de Justo Gallego en Mejorada del Campo
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Claustro de la catedral
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Claustro de la catedral

En segundo lugar, la visita a la Catedral de Justo también supone una experiencia del todo insegura. Insegura desde sus cimientos hasta las estructuras más altas, aquellas por las que Justo lucha por tocar el cielo. Como buena catedral, la de Justo también dispone de cuerpo central dividido en 3 naves, cripta subterránea (donde ya está reservado el espacio para el nicho del propio constructor), claustro con columnata, sacristía y toda clase de escalinatas por las que accedemos a los diversos pisos y niveles. Sin embargo la visita por todos estos espacios, a pesar de ser fascinante en todos los sentidos, no está exenta de ciertos riesgos, pues no existe medida de seguridad alguna que vele por la integridad del visitante. De hecho uno siempre tiene la sensación de que en cualquier momento todo aquello va a venirse abajo.

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Escalinata de acceso al segundo piso
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Andamios cubriendo parte de la estructura externa del edificio
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Sacos de cemento se amontonan en una escalinata

Pero esta inseguridad se traslada también a la propia existencia futura de este colosal monstruo engendrado a base de ladrillos, hormigón, alambres, hierros y material reciclado. ¿Qué sucederá con la Catedral de Justo una vez este falte? Ingenieros y arquitectos titulados han calificado la construcción de «peligro real», pero si existiera un mínimo de interés y de respeto por la titánica labor de este hombre sin duda podrían ponerse medios para asegurar los cimientos y que su obra perdurase durante muchos años, pudiendo quedar como un verdadero ejemplo de lo que el ser humano es capaz de hacer si se lo propone. Desde aquí esperamos sinceramente que triunfe el arte más puro y sincero, aquel que es capaz de provocar la más absoluta conmoción emocional. Desde aquí suplicamos que no se venga abajo tanto sacrificio.

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Recorriendo el segundo piso
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Segundo piso de la catedral
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Interior de la Catedral de Mejorada del Campo

Sencillos carteles cuelgan de las paredes informando a los visitantes que no se permite hacer fotos ni molestar al propio Justo. Muchos dicen que es un tipo huraño, malhumorado y arisco. Justificado está. Imaginad cuántas veces habrá tenido que contestar una y otra vez a las mismas preguntas surgidas de la estupefacción y el desconocimiento, cuántos dardos envenenados en forma de estigmas se habrán arrojado sobre él. Son esos mismos estigmas sobre los que él ha edificado su iglesia.

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Silla andrajosa que Justo utiliza para sentarse a leer de vez en cuando los comentarios que los visitantes escriben en su libreta
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Justo Gallego trabajando

Informaciones prácticas

Este post finaliza con unos pocos datos prácticos a tener muy en cuenta sobre la visita de esta colosal obra:

  • La Catedral de Mejorada del Campo es de acceso gratuito y libre siempre y cuando el propio Justo Gallego se encuentre trabajando en su interior, lo cual suele ser casi siempre. Los visitantes pueden dejarle un donativo, como hicimos nosotros, para contribuir a la finalización de la obra.
  • Hemos de tener en cuenta que el edificio no cumple ninguna de las medidas de seguridad a las que estamos acostumbrados. En consecuencia, se hace ABSOLUTAMENTE IMPRESCINDIBLE tomar todas las precauciones posibles durante la visita, especialmente cuando subamos y bajemos escaleras, o cuando descendamos a la cripta. ¡Muchísimo cuidado con los niños!
  • Tal y como hemos mencionado anteriormente, la única norma que debemos cumplir es no hacer fotos ni molestar a Justo. Tened en cuenta que poder visitar su catedral es un regalo que él nos ha hecho a todos.

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¡Hasta pronto!

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