
Las playas del desembarco de Normandía
Los escenarios clave del día-D
Indice
La historia tiene peso. Como cualquier cuerpo material que ejerce una determinada fuerza sobre su punto de apoyo. Lo sé porque, al igual que muchos, siento esa especie de presión en la espalda cuando me encuentro en determinados lugares donde han ocurrido sucesos históricos de una importancia capital para la humanidad. Y en todo el continente europeo existen muy pocos donde la historia pese más que en las playas de Normandía, allí donde las tropas aliadas desembarcaron el 6 de junio de 1944 cambiando el curso de la Segunda Guerra Mundial y el destino de millones de seres humanos.

Somos muchos los que hemos soñado desde hace tiempo con visitar este lugar cargado de misticismo. Durante la planificación de mi viaje por la región normanda me había reservado tres días enteros para conocer a fondo este territorio relativamente pequeño en el que se han levantado una cantidad muy importante de espacios museísticos relacionados con el día-D a lo largo de las últimas décadas. No fue tarea fácil elaborar una ruta que incluyese los lugares más valiosos y requirió de un estudio previo lo suficientemente concienzudo como para poder apostar por algunos y descartar otros. Con el fin de facilitar a los cantineleros dicha tarea, hoy quiero mostraros cuáles son los lugares imprescindibles para vuestra ruta del desembarco de Normandía.
Contexto histórico: la Operación Overlord
Antes de ir al grano permitidme una pequeña contextualización.
Se podría decir que en una primera fase de la guerra la Alemania nazi arrasó en prácticamente todos los frentes. En junio de 1940 había finalizado la ocupación de Francia, dejando un mapa desolador para las potencias aliadas. Las últimas tropas británicas que habían combatido en el país galo se habían visto obligadas a evacuarlo en Dunkerque con el rabo entre las piernas. El futuro inmediato no podía presentarse más desesperanzador. Hitler se paseó, gallito, por la capital parisina y las cámaras le inmortalizaron admirando la Tour Eiffel desde el balcón de Trocadéro, unas imágenes que aún hoy en día continúan provocando escalofríos.

Un año después, los nazis iniciaron la invasión de la Unión Soviética. Su líder Iósif Stalin comenzó a presionar a los aliados para que abrieran un segundo frente en la Europa Occidental, un hecho que, sin embargo, no ocurriría hasta mucho tiempo después.
A lo largo de diversas reuniones acaecidas en 1943 y 1944, los mandamases de las potencias aliadas (recordemos: estadounidenses, británicos y canadienses, principalmente) decidieron todos los detalles de una operación que llevaría el nombre en clave de Overlord, destinada a liberar Francia del yugo alemán. La primera fase de dicha operación consistía en reunir a todas las tropas en el sur de Inglaterra para, desde allí, desembarcar en el norte de Francia estableciendo «cabezas de playa» que aseguraran un primer enclave de dominación y la posterior llegada de refuerzos.
Después de retrasar la fecha en varias ocasiones por diversos motivos (principalmente meteorológicos), finalmente se optó por la madrugada del 6 de junio de 1944 como el día del desembarco de los primeros 156.000 hombres en la Francia ocupada. Este día pasaría a la historia como el día-D, o «el día más largo» por la exitosa película de 1962.

¿Y en cuanto al lugar elegido para el desembarco? La región de Normandía no era precisamente la opción más conveniente. El Pas de Calais era la opción óptima debido a que es el punto más cercano entre Francia y Gran Bretaña.
No obstante y debido precisamente a esta circunstancia, Calais se había convertido rápidamente en uno de los lugares más protegidos de todo el Muro atlántico, un conjunto de estructuras defensivas (casamatas, blockhaus, sistemas de túneles y trincheras equipadas con todo tipo de armamento pesado) levantado por los nazis a partir de 1941 para evitar una posible invasión desde el Canal de la Mancha.

A los altos cargos nazis les habían llegado informaciones acerca de un ataque inminente a gran escala. Lo que no sabían es que dichas informaciones provenían de falsos espías que en realidad trabajaban para los aliados. Espías como el catalán Joan Pujol, alias Garbo, hicieron creer al Tercer Reich que el desembarco iba a tener lugar en Calais. A esta maniobra de despiste y engaño se la denominó Operación Fortitude.
Así, mientras que el mayor contingente de tropas alemanas se concentraba en Calais, los aliados escogieron la costa normanda para llevar a cabo su masiva ofensiva. Pero existía un problema de vital importancia: en Normandía no habían puertos para descargar todo el material bélico necesario para una invasión a gran escala.
Dicha circunstancia obligó a diseñar dos puertos artificiales, llamados Mulberry, compuestos por diques de hormigón y varios muelles flotantes que serían transportados a través del canal y enclavados en sus dos nuevos emplazamientos, frente a dos de las cinco playas elegidas para el desembarco.

Estas cinco playas fueron rebautizadas con nombres en clave y cada una fue asignada a un ejército: las playas Utah y Omaha, al estadounidense; las playas Gold y Sword, al británico; y la playa Juno, al canadiense. Tras el desembarco, los aliados fueron ganando terreno progresivamente durante los días posteriores a pesar de la feroz resistencia por parte de los alemanes.

En los meses siguientes se sucedieron más combates encarnizados a lo largo y ancho del país galo que terminaron desembocando en su liberación definitiva el 30 de agosto de 1944, dándose por concluida la Operación Overlord. Algunos de estos combates tuvieron sin duda una gran trascendencia, pero ninguno como aquellos que se libraron el día-D.
Los escenarios del día-D
Sin duda existen muchas posibles rutas del desembarco de Normandía. Hay lugares que son imprescindibles que forzosamente hay que visitar, otros que son igualmente muy interesantes y, por último, sitios que son del todo prescindibles. Yo dediqué tres días completos y considero que es el tiempo necesario para visitar lo más importante y alguna cosa más.
De las cinco playas, yo exploré tres de ellas por concentrar el mayor número de escenarios clave (Utah, Omaha y Gold), además de visitar también la ciudad de Bayeux y el Memorial de Caen por ser el museo más amplio y completo de todos los que han proliferado en la costa normanda.
No os engañaré: se ha creado un auténtico mercado entorno al día-D en Normandía. Hay todo tipo de espacios conmemorativos, los hay más serios y rigurosos, otros resultan algo grotescos, pero no os preocupéis porque yo os voy a ayudar a clarificarlo todo con mis recomendaciones personales.
Mucha atención porque voy a citar los escenarios imprescindibles del día-D en un orden en el que prima el criterio temático del relato histórico. Tened en cuenta, sin embargo, que ésta no es la mejor opción a la hora de establecer una ruta, y que lo más cómodo es recorrerlos siguiendo un criterio geográfico, es decir, de este a oeste o bien en dirección opuesta.
Lo ideal es reservar un alojamiento cerca de la ciudad de Bayeux, que se encuentra en una posición céntrica, muy cercana a todos los atractivos. Pero no os preocupéis porque las distancias son realmente cortas y no tendréis problemas si os veis obligados a reservar algo más lejos. Mi alojamiento fue Chambres d’Hôtes La Fresnée en Mosles, a pocos kilómetros de Bayeux, recomendable 100%.
Unidades aerotransportadas
El Puente Pegasus, primer objetivo aliado (sector Sword)
Previo al desembarco propiamente dicho, el plan aliado consistía en enviar dos grupos de divisiones aerotransportadas tras las líneas enemigas. Los paracaidistas tenían como objetivo conquistar los puentes, accesos estratégicos de los pueblos, para garantizar la seguridad de las tropas que desembarcarían en las playas de Normandía. Cada grupo de unidades debía asegurar un extremo: los americanos debían aterrizar en el flanco oeste, en la zona de la playa de Utah, y los británicos hacerlo en el flanco este, cerca de la playa de Sword.

Estos últimos fueron los primeros en tocar suelo francés y en asegurar, sin demasiados impedimentos, los dos primeros objetivos de la Operación Overlord: el Puente Pegasus y el Puente Horsa, situados en las pequeñas localidades vecinas de Bénouville y Ranville. Las palabras en clave que utilizó el mayor británico John Howard para anunciar el éxito de la toma de ambos puentes fueron «ham and jam» («jamón y mermelada»). El día-D había comenzado.

De los dos puentes originales, el único que aún sobrevive es el Puente Pegasus, que en realidad fue el primero en ser liberado. Hoy en día se puede contemplar en el Memorial de Bénouville, a escasos metros de la réplica que se colocó en el lugar original en 1993. En una de las orillas del canal de Caen podréis encontrar el mítico Café Gondrée, que presume de ser la primera casa en ser liberada de toda Francia (hoy en día alberga, además, una tienda de souvenirs).
Recomendación: este es un lugar puramente simbólico, por lo que no resulta imprescindible si no disponéis de mucho tiempo. Si decidís visitarlo, no os llevará más de 15 minutos como mucho.
Sainte-Mère-Église y el paracaidista que quedó colgado del campanario (sector Utah)
Casi al mismo tiempo que sus socios británicos, los paracaidistas estadounidenses hicieron lo propio en el flanco occidental, justo al otro extremo. Allí debían ocupar una importante intersección de caminos ubicada en Sainte-Mère-Église y los puentes sobre el río Merderet, además de tomar el control de las vías de acceso a la playa de Utah. Sin embargo, el lanzamiento se desarrolló en condiciones muy complicadas a causa de los ataques de la defensa antiaérea alemana y muchos de los paracaidistas cayeron demasiado lejos de los objetivos.
Pasada la 1h de la madrugada, algunas de las tropas que conformaban las divisiones 82 y 101 Airborne fueron arrojadas por error en el centro del pueblo de Sainte-Mère-Église, donde encontraron una feroz respuesta por parte de los nazis.
La plaza de la iglesia es la atracción turística principal de esta pequeña localidad. De su campanario cuelga un maniquí que rinde homenaje a la heroica hazaña del soldado John Steele.
¿SABÍAS QUE…?
Desafortunadamente el paracaídas de John Steele quedó enganchado en uno de los pináculos del campanario. Había sido herido en un pie por la metralla durante su descenso. Aturdido, trató de liberarse de su arnés sin éxito y, tras hacerse consciente de su delicada situación, el soldado decidió hacerse el muerto para que ningún alemán le disparara. Y allí permaneció durante dos largas horas, mientras sus compatriotas eran víctimas del asedio nazi, hasta que fue capturado. Sin embargo, consiguió escapar unos días más tarde y, tras recuperarse de sus heridas en un hospital de Inglaterra, volvió a combatir con su unidad en Holanda y en la batalla de Las Ardenas. Al finalizar la guerra, recibió la condecoración de la Estrella de Bronce. Curiosamente Steele regresó a Sainte-Mère-Église 20 años después, en 1964, con motivo de la inauguración del Airborne Museum.

El interior del templo reserva otra curiosidad más al visitante, unas vidrieras en las que imágenes profanas y militares comparten espacio con lo sagrado: en una de ellas se representa a San Miguel Arcángel (patrón de los paracaidistas) venciendo al dragón nazi; en otra aparece la Virgen María rodeada de numerosos paracaidistas cual ángeles caídos del cielo. Seguro que no veréis vitrales semejantes en ningún otro lugar del planeta.
Las defensas alemanas
La batería de Longues-sur-Mer, la batalla vista desde el lado alemán (sector Gold)
Durante la introducción de este artículo ya os he hablado del Muro atlántico, un conjunto de fortificaciones que el gobierno del Tercer Reich mandó levantar entre 1941 y 1944 a lo largo de kilómetros y kilómetros de costa, desde Noruega hasta el sur de Francia, con el fin de prevenir y evitar una invasión desde el Reino Unido.
Temiendo que dicha ofensiva tuviera lugar en territorio francés, los alemanes reforzaron especialmente los puertos del norte del país, que fueron transformados en verdaderas fortalezas. Entre ellos, se instalaron resistentes baterías de largo alcance como la de Longues-sur-Mer, cuya función era mantener a distancia de la bahía a las flotas de invasión.

Esta batería alberga cuatro cañones protegidos por búnkeres y un puesto de control de tiro que se encuentran a unos 300 metros del litoral. Su alcance de aproximadamente 20 kilómetros representaba una importante amenaza tanto para la playa de Omaha como para la de Gold. Imaginad la batería empleándose a fondo disparando a diestro y siniestro aquella mañana del 6 de junio de 1944.
No dudéis en explorar todos los entresijos de estos búnkeres si queréis haceros una ligera idea de aquello que sentían los soldados alemanes al ver lo que se les venía encima desde estas robustas estructuras.

Recomendación: una ruta del desembarco no estaría completa sin la visita de una batería alemana. La de Longues-sur-Mer es la más popular de todas las existentes debido a su excelente estado de conservación y a su visita libre y gratuita. Además, es la única de la región que todavía conserva sus cañones originales. Su visita no os llevará más de media hora.
La batería de Crisbecq, una pequeña ciudad para la guerra (sector Utah)
Otro importante ejemplo de este tipo de baterías defensivas nazis es la de Crisbecq, a las afueras de la pequeña población de Saint-Marcouf. Aparte de las fortalezas de Le Havre y Cherburgo, esta batería estaba considerada como la más poderosa de toda la bahía del Sena y constituía la piedra angular del sistema defensivo alemán en este sector.

Debido a la amenaza que representaba para el sector de desembarco de la playa de Utah, Crisbecq fue la que sufrió los bombardeos más intensos antes, durante y después del día-D. Sin embargo, el increíble poderío de su artillería era tal que llegó a colocar a las tropas americanas en una situación crítica. Durante los días posteriores al desembarco trataron de conquistar esta posición en varias ocasiones sin éxito.

Crisbecq, que disponía de una guarnición de 400 hombres, era un verdadero campamento atrincherado equipado con cañones antiaéreos y rodeado por un perímetro defensivo sólido.
Tras diversos trabajos de restauración, hoy es posible visitar esta auténtica ciudad en miniatura a través de sus… ¡22 blockhaus! Imaginad tener todos los servicios necesarios a disposición de la guerra: enfermería, cocina, búnkeres de municiones, puesto de mando antiaéreo, cañones… Una auténtica barbaridad.
Recomendación: a diferencia de la batería de Longues-sur-Mer, aquí tendréis la oportunidad de experimentar en vuestras carnes cómo era la vida diaria de una guarnición en unos refugios subterráneos auténticos. Además, Crisbecq suele pasar desapercibida para la mayoría de los turistas. Un verdadero museo al aire libre cuya visita, eso sí, es de pago y requiere de unas dos horas.
La Pointe du Hoc y la misión suicida de los Rangers americanos (entre Utah y Omaha)
Sin ninguna duda el punto más estratégico de toda la costa normanda en aquel momento era un promontorio de acantilados de 30 metros de altura conocido como La Pointe du Hoc. Éste fue el lugar donde se llevó a cabo una de las gestas más heroicas de todo el desembarco de Normandía.
Los alemanes levantaron aquí una potente batería de artillería protegida por 200 hombres capaz de cubrir una superficie muy importante, nada más y nada menos que dos playas, la de Utah a su izquierda y la de Omaha a su derecha. Esta posición representaba una enorme amenaza para las tropas norteamericanas que iban a desembarcar precisamente en estos dos sectores.

Fue por ello que los aliados elaboraron un ambicioso (y temerario) plan para desactivar esta posición asignado al 2º Batallón de Rangers estadounidenses, que debían tomarla por asalto al amanecer del día-D… ¡escalando el acantilado con cuerdas y escaleras!
A pesar de lo resbaladizo de la pared de la roca, de la pesadez de las cuerdas mojadas con el agua de mar y del fuego de las tropas enemigas, estos hombres, que habían sido transportados en barcazas hasta el sitio, lograron con éxito la increíble hazaña de escalar el despeñadero en apenas unos minutos.

Una vez arriba, en medio de un paisaje que recordaba a un queso Gruyère por los cráteres de las bombas, los Rangers se entregaron a un enfrentamiento feroz y mortífero. De los 225 soldados de élite que comenzaron la arriesgada misión, unos 80 perdieron la vida y solo 90 quedaron todavía en condiciones para seguir combatiendo.
Recomendación: La Pointe du Hoc es uno de los lugares históricos más visitados de Normandía. No dudéis en acercaros para contemplar su llamativo aspecto, caracterizado por las huellas de los obuses en el terreno y por las ruinas de los búnkers alemanes que quedaron congeladas en el tiempo. La visita requiere de una media hora.
El desembarco en las playas
Utah Beach
La primera oleada de paracaidistas lanzada sobre el sector de Utah Beach no era más que una pequeña avanzadilla del posterior despliegue anfibio que se produjo en una playa cuyas defensas ya habían sido reforzadas meses antes por el mismísimo mariscal Rommel.
La playa de Utah, que en realidad se llamaba «La Madeleine», ubicada a unos pocos kilómetros del pueblo Sainte-Marie-du-Mont, fue la primera en ser asaltada con el fin de establecer una «cabeza de playa» en la región de Cotentin. También fue la primera que pude pisar durante mi estancia y os aseguro que fue una sensación que nunca olvidaré.

Su extensión, de 5 kilómetros, me pareció del todo inabarcable. Acababa de visitar el Utah Beach Landing Museum (sobre el que os hablaré más tarde), que se encuentra justo a pie de playa y, todavía algo aturdido por tanta información, de repente mis pies se posaron en uno de los escenarios clave de la guerra más cruenta jamás vivida.
Allí mismo donde jugaban los niños, despreocupados, habían perdido la vida unos 200 hombres aquel 6 de junio de 1944, una cifra paradójicamente baja en comparación con el resto de emplazamientos. Esto no se puede explicar, hay que vivirlo.

Una considerable cantidad de monumentos se han edificado en los alrededores del museo en homenaje a las diferentes unidades que participaron en la maniobra. Me llamó la atención especialmente aquel dedicado a las lanchas Higgins, las mismas que se utilizaron durante la Operación Overlord y que llevan el nombre de su diseñador.
Omaha Beach
La primera vez que divisé Omaha Beach fue desde el funesto balcón del Cementerio Americano de Colleville-sur-Mer. Desde allí la estampa es tan abrumadora que deja sin aliento, pero cuando accedes a la misma playa el panorama no resulta menos impactante.
La playa de Omaha, ubicada entre las localidades de Vierville-sur-Mer, Saint-Laurent-sur-Mer y Colleville-sur-Mer, ha pasado a la historia como «bloody Omaha» («la sangrienta Omaha») como consecuencia del espantoso número de bajas que se registraron allí por parte de ambos bandos (se estima que perecieron unas 3.000 personas).

Las inolvidables escenas de la película «Salvar al soldado Ryan» (1998), aunque muy fidedignas a la realidad, quedan lejos de las enormes dificultades por parte del ejército norteamericano por tomar la playa mejor defendida de todas debido a su orografía.
A lo largo de sus 8 kilómetros de distancia se han levantado, al igual que en Utah, numerosos monumentos que honran la memoria de las diversas divisiones que participaron en la batalla por Omaha Beach. Muy cerca, se encuentran también varios espacios museísticos como el Omaha 6th June Museum, el Overlord Museum o el Musée Memorial d’Omaha Beach. Este último es uno de los que visité durante mi viaje.

Terminada por fin la invasión, los aliados emprendieron la construcción de dos puertos artificiales, llamados Mulberry, con el fin de descargar material bélico. Uno de los dos, prácticamente desaparecido de la memoria, se encontraba precisamente aquí, en Omaha Beach.
Se acababa de terminar su construcción cuando una tempestad que azotó el Canal de la Mancha lo destruyó de forma violenta, a pesar de lo cual los estadounidenses consiguieron desembarcar una cantidad impresionante de material militar y de tropas al hacer encallar grandes barcos de transporte por medio de barcazas metálicas y de camiones anfibios. ¡Increíble!
El puerto artificial
El Mulberry de Arromanches-les-Bains (sector Gold)
El otro puerto artificial, situado frente a la playa de la localidad de Arromanches-les-Bains, sí que se conserva (aunque solo en parte) y os aseguro que es una de las visiones que más os impactarán de vuestra ruta por las playas del desembarco.

«Ya que no disponemos de puertos, tendremos que llevar los nuestros», declaró Winston Churchill, primer ministro británico, cuando ideó la que sería la mayor y más compleja maniobra de ingeniería militar de todos los tiempos. En su honor se bautizó a este segundo Mulberry, el de Arromanches, como Port Winston.

La ejecución del proyecto recayó en el jefe de Operaciones Combinadas, Lord Mountbatten, y en sus asistentes. Las piezas prefabricadas fueron transportadas con remolcadores que atravesaron el Canal de la Mancha detrás de la flota de invasión. La ensambladura de los diques, muelles de descarga y calzadas flotantes, similar a un gigantesco juego de Mecano, comenzó inmediatamente después del día-D en el lugar establecido. Hacia finales de junio se descargaba en este lugar un promedio de 6.000 toneladas diarias de material bélico.

La visión fantasmagórica de esos bloques de hormigón se asemeja a la columna vertebral del cadáver de un gigantesco monstruo marino.
Justo antes de que la marea subiera, tuve tiempo de poder acercarme a uno de ellos y llegar a tocarlo con la palma de la mano. Os puedo asegurar que haber sentido la historia tan de cerca es algo que nunca olvidaré.

Museos y memoriales
El Memorial de Caen, el museo imprescindible del día-D (sector Sword)
En el caso de que necesitéis tener una visión global acerca de todos los pormenores del conflicto antes de visitar los escenarios, os recomiendo encarecidamente que comencéis vuestra ruta por este memorial.
Con sus 14.000 m², se trata del espacio museístico más grande de toda Normandía dedicado, no solo al desembarco que tuvo lugar el 6 de junio de 1944, sino a toda la Segunda Guerra Mundial, incluyendo las causas que la provocaron y sus consecuencias a corto y largo plazo.

El memorial se encuentra en Caen, una ciudad que fue completamente devastada por los bombardeos en la llamada Batalla de Caen. De hecho, no fue liberada hasta el mes de julio, mucho después de lo programado.
Su interior está repartido en tres niveles principales dedicados a la Segunda Guerra Mundial, la Batalla de Normandía y la Guerra Fría, organizados a través de distintas temáticas excelentemente expuestas para comprender qué es lo que sucedió y por qué.

Recreaciones de barrios enteros y espacios envolventes como un cine de 360° ayudan a vivir una experiencia mucho más inmersiva y a sentir en primera persona una pequeña parte de la angustia que sufrieron sus protagonistas.
En resumen: un auténtico viaje al pasado que, si disponéis del tiempo suficiente, no podéis perderos por nada del mundo.

Durante mi visita pude ser testigo de cómo muchos jóvenes estudiantes franceses alucinaban con los miles de objetos históricos disponibles, entre armamento, indumentaria, herramientas propagandísticas, prensa y todo tipo de material audiovisual. Y todo original.
Recuerdo haber visto, entre otras cosas, un maletín que perteneció a Hitler, una máscara anti-gas, una pistola escondida en un libro, un cartel publicitario alemán en el que se instaba a la población a acabar con las personas con enfermedades mentales y una máquina Enigma, que servía a los nazis para cifrar y descifrar mensajes. «Ojalá hubiese podido tener una clase de historia como esta», pensé.

La visita al memorial incluye, además, la entrada a un búnker alemán auténtico, antiguo puesto del general nazi Wilhelm Richter, encargado de la defensa de las playas de Calvados en 1944, y el acceso a los jardines conmemorativos.
Recomendación: reservad al menos 4 horas para visitar este espacio museístico. Supone mucho tiempo invertido para un solo lugar en una ruta en la que muchas veces no se dispone de mucho tiempo, sin embargo merece la pena cada minuto en su interior. Eso sí, id preparados para vivir algunos momentos realmente intensos y emotivos. Para las personas con algo de claustrofobia quizás no resulte una visita agradable. Puntuación: 10/10.
El Airborne Museum de Sainte-Mère-Église (sector Utah)
Otro de esos museos que a mi juicio resultan imprescindibles en cualquier ruta del desembarco es el Airborne Museum, dedicado a las tropas de las fuerzas aerotransportadas estadounidenses y erigido justo al lado de la plaza de la iglesia de Sainte-Mère-Église durante los años 60 y 70.

A pesar de que sus instalaciones no son tan modernas como las de otros, su visita resulta muy interesante. ¿En qué otro museo puede uno meterse en un planeador WACO auténtico? ¿Dónde podría uno vivir la experiencia de acompañar en mitad de la noche a un equipo de paracaidistas en el interior de un avión C-47 original que participó en las operaciones del día-D?

Contemplar en primera persona la colección de objetos históricos y los diversos escenarios del Airborne Museum, con todo tipo de efectos visuales y de sonido, merece mucho la pena. Además, desde hace poco tiempo se cuenta también con un elemento que hará que vuestra visita sea mucho más completa, la Histo-pad, una tablet mediante la cual uno puede viajar literalmente al pasado recreando virtualmente los sucesos que allí ocurrieron.
Recomendación: reservad al menos dos horas para visitar con calma el Airborne Museum. Es sin duda uno de los espacios museísticos que no podéis perderos. Puntuación: 9/10.
El Musée du Débarquement de Arromanches-les-Bains (sector Gold)
En Arromanches-les-Bains hay dos museos muy destacados. Por un lado, el Museo Arromanches 360º, que alberga uno de los primeros cines circulares de Francia (y que no visité porque ya había estado en el cine 360º del Memorial de Caen) y el Museo del Desembarco, considerado el primer espacio museístico dedicado al día-D.

Reformado recientemente, este museo resulta de gran ayuda para comprender la espectacular maniobra de ingeniería militar que suponía la instalación de los puertos artificiales prefabricados. En su interior se realizan visitas guiadas gratuitas. De todos los objetos que hay, destaca sobremanera la gran maqueta de un Mulberry.
Recomendación: también considero a este museo como imprescindible. Su visita complementa a la perfección la experiencia de poder contemplar in situ los restos del puerto artificial que aún quedan en el mar. Yo tardé alrededor de una hora en visitarlo. Puntuación: 9/10.
El Musée Memorial d’Omaha Beach (sector Omaha)
En la zona de Omaha Beach existen varios espacios museísticos dedicados a la playa que más vidas se cobró.
De todos ellos, yo solo visité el Musée Memorial d’Omaha Beach, un espacio que, a pesar de contar con objetos originales, presenta una museografía bastante anticuada. Por ello, y teniendo en cuenta la gran oferta museística existente, yo lo califico como perfectamente prescindible. Lo mejor de todo, el documental que se proyecta cada cierto tiempo en su sala cinematográfica que sin embargo no justifica por sí solo el pago de la entrada.

Recomendación: museo totalmente prescindible. En caso de visitar un museo en el sector de Omaha, puede que sea más interesante el Overlord Museum. Puntuación: 5/10.
El Utah Beach Landing Museum (sector Utah)
Sin duda uno de los museos más modernos y completos sobre el día-D es el Utah Beach Landing Museum, situado a unos pocos metros de la playa de Utah. Con un espacio expositivo de 3.000 m², la muestra propone un recorrido museográfico muy cuidado en el que descubriréis una valiosa colección de objetos y vehículos históricos. Su joya indiscutible es uno de los pocos bombarderos B26 «Marauder» que aún existen en el mundo, expuesto en el impresionante hangar.

Otro espacio muy interesante es el excepcional mirador panorámico inaugurado en 1994 y que ofrece una visión excepcional de la playa de Utah. La arquitectura misma de este edificio recuerda a un blockhaus alemán, por cuya mirilla aumentada podemos ver al enemigo aproximándose hacia nosotros. No os marchéis de aquí sin entrar en su sala cinematográfica y ver el documental Victory Beach, galardonado en varias ocasiones.

Recomendación: en mi opinión merece mucho la pena dedicarle una hora a la visita de este museo como paso previo a la visita de Utah Beach. No os defraudará. Puntuación: 9/10.
Los cementerios
El Cementerio Americano de Colleville-sur-Mer (sector Omaha)
De todos los escenarios del desembarco de Normandía, aquellos donde uno se hace más consciente de la cantidad de vidas humanas que se perdieron en el conflicto son los cementerios militares que albergan los cuerpos de las víctimas.
De los muchos que hay, yo visité los tres más representativos. Reconozco que deseaba visitar estos lugares más que ningún otro por esa desgarradora emoción que no se puede explicar con palabras.

Si solo tuviéseis tiempo de visitar uno de ellos, sin duda el Cementerio Americano, alzado sobre la playa de Omaha en la localidad de Colleville-sur-Mer, sería la opción correcta. Cientos de miles de personas vienen aquí cada año para contemplar con un recogimiento atronador sus 9.386 cruces de mármol blanco perfectamente alineadas.

Tumbas pertenecientes, no solo a soldados que murieron en las playas el 6 de junio de 1944, sino también a muchos que lo hicieron por toda Normandía. Cuerpos que habían sido enterrados inicialmente en cementerios provisionales, que fueron exhumados después de la guerra y transferidos aquí, un área de 70 hectáreas que Francia le concedió a los Estados Unidos como gesto de agradecimiento.
Recomendación: imposible perderse uno de los lugares más icónicos y emotivos de la ruta del desembarco. Cada uno le dedicará el tiempo que considere necesario.
El Cementerio Alemán de La Cambe (sector Omaha)
Independientemente de las ideologías, no debemos olvidar la gran cantidad de muertos que la guerra dejó también en el bando alemán. Por supuesto no podía marcharme de Normandía sin visitar el lugar donde descansan más de 21.200 cuerpos que combatieron por la defensa del Tercer Reich.
A diferencia del Cementerio Americano, éste es mucho más convencional pero no por ello menos impactante. De hecho, fue el que me pareció más «bonito», si es que se puede definir así a un cementerio. Lápidas pequeñas sobresalen del corto césped en medio de un claro ocasionalmente intercalado de cruces de Malta agrupadas de cinco en cinco.

En el centro del recinto, un imponente túmulo coronado con una gran cruz de piedra y una estatua a cada lado marca el lugar donde fueron enterrados los restos mortales de 296 soldados no identificados. A partir de los años 50 se construyeron en la región normanda otros cementerios militares alemanes con un estilo similar al de La Cambe que albergan un total de 66.000 tumbas.

Recomendación: si estáis interesados en contemplar los estragos que la guerra provocó en el lado de los vencidos, no os perdáis el Cementerio Alemán. En apenas media hora podréis recorrerlo sin problema.
El Cementerio Británico de Bayeux (sector Gold)
El tercer y último cementerio militar que visité fue el Bayeux War Cemetery, que, con sus más de 4.000 tumbas, es el mayor cementerio de la Commonwealth edificado en Francia. Fue erigido en Bayeux debido a que muchos soldados británicos murieron aquí después de sucumbir a las heridas sufridas en el desembarco de las playas de Gold y Sword, mientras permanecían ingresados en hospitales improvisados tras la liberación de la ciudad.

Junto al cementerio se encuentra el Musée Memorial 1944 Bataille de Normandie, otro de esos espacios dedicados al día-D (el cual, en está ocasión, no visité).
Recomendación: de los tres cementerios citados, el Británico de Bayeux sería el descartado en caso de disponer de poco tiempo. Sin embargo, debo decir que es, al igual que los otros dos, muy interesante. No podéis dejar de acercaros si venís a visitar la hermosa ciudad de Bayeux.
Extra: visita de Bayeux
Durante cualquier ruta por los escenarios del día-D, sería un verdadero crimen no visitar una ciudad tan maravillosa como Bayeux. Al adentrarme sin demasiadas expectativas comprobé con gran sorpresa cómo Bayeux conserva prácticamente intacto su precioso casco histórico medieval teniendo en cuenta su proximidad con respecto a las zonas de combate.
Y es que la mañana del 7 de junio, un día después del desembarco, los británicos entraron en la ciudad sin necesidad de combatir, convirtiéndose en la primera ciudad de cierta importancia en ser liberada de la Francia continental.

A diferencia de Caen, epicentro de una cruenta batalla, Bayeux apenas sufrió daños, pasando a ser un auténtico hervidero de refugiados y soldados que buscaban un lugar en el que recuperarse de sus heridas. Así, la suerte quiso que hoy podamos disfrutar de una de las ciudades más bellas del norte de Francia, repleta de un gran número de atractivos patrimoniales, palabra de cantinelero.
Para empezar, un paseo por su casco histórico siguiendo el curso del río Aure, con todo tipo de rincones de ensueño, canales, puentes, casas con entramado de madera y antiguos molinos de agua.
¿Qué tal si continuamos por una de las catedrales más elegantes y bonitas que he visto nunca? Se trata de la Catedral de Notre-Dame, donde el románico normando y el gótico se dan la mano en una obra arquitectónica inmortal. No dudéis en visitar su esbelto interior, el mismo que llegó a albergar uno de los grandes tesoros de la humanidad, el celebérrimo Tapiz de Bayeux.
A pesar de que se le conoce como «tapiz», resulta que es más bien un bordado en lino muy especial por varias razones. En primer lugar, porque mide casi 70 metros de largo. En segundo lugar, porque se creó en el siglo XI con el objetivo de representar la conquista de Inglaterra de 1066 por parte de los normandos en 58 escenas en las que aparecen exactamente 626 personajes, 37 edificios, 41 barcos y 202 caballos (hay quien lo considera el primer «cómic» de la historia). Y en tercer lugar, por su excelente estado de conservación a pesar de los avatares históricos que ha sufrido.
El Tapiz de Bayeux ya no se encuentra en la catedral, donde se exhibía a los fieles una vez al año, sino en un museo especialmente diseñado para que pueda contemplarse la magnificencia de una obra incluida en el Registro de la Memoria del Mundo de la UNESCO. Podréis disfrutarlo bajo condiciones muy específicas, expuesto dentro de una vitrina en forma de herradura, en una sala totalmente a oscuras (solo el propio tapiz se encuentra iluminado). La visita se realiza con una audioguía que te explica cada una de las escenas y que va marcando el ritmo de los pasos de los visitantes. Una experiencia realmente única.

Para terminar la visita de Bayeux, adentraos en el Musée d’Art et d’Histoire Baron Gérard, un mágico viaje por la historia del arte a través de sus más de 600 obras de arte, incluidas 250 pinturas y grabados, 1000 piezas de porcelana y encaje de Bayeux, 800 piezas arqueológicas y etnográficas… Todo ello expuesto en un emplazamiento precioso como es el antiguo Palacio Episcopal, una de las residencias más destacadas de la región. No puede haber un epílogo más exquisito para tan exquisita ciudad.
En Bayeux damos por finalizada nuestra visita a los escenarios clave del desembarco de Normandía, no sin antes recomendaros un alojamiento situado en un lugar idóneo.
Alojamiento cantinelero
Chambre d’hôtes La Fresnée (Mosles)
Esta antigua casa del siglo XIX reconvertida en hotel es una base perfecta para hacer la ruta de las playas del Desembarco, pues se encuentra muy cerca de todos los puntos a visitar. Su dueña es una muy buena anfitriona y su perrita, la compañera de juegos ideal (¡la echaré de menos!). El desayuno, casero, con productos de la zona. Mi niño interior quiso probar uno de los karts a pedales que hay en su jardín. ¡100% recomendable!

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8 comentarios
Isa
No deja de fascinarme tu capacidad de convertir una ruta de viaje en una clase de historia, y que además, consigas emocionarme profundamente al describir cómo te sentiste en cada lugar.
Algún día reuniré tus posts y los encuadernaré como un libro, para poder tocarlos y tenerlos siempre cerca.
Enhorabuena, amigo.
Rafael Ibáñez
Querida Isa, eso me lo dices porque tú siempre me ves con buenos ojos… Me alegro tanto de que te haya gustado… Te mando un fuerte abrazo, guapísima!
Ricardo
Una lección magistral de Historia contada con un toque muy personal de uno de los lugares más determinantes de nuestra Historia reciente. Un enorme placer haber degustado cada palabra, y todas las recomendaciones que nos brindas. Tenia en mente visitar pronto la zona, sobre todo planificarlo bien y con tiempo. Pues cuando llegue el momento, sin duda se donde informarme, de nuevo leyéndote, por supuesto.
Rafael Ibáñez
Muchísimas gracias amigo Ricardo!! Conociéndote, vas a disfrutar en esta zona como en pocas, te lo digo yo… Un fuerte abrazo!
Auxi
Hola Rafa! Aquí estoy disfrutando de tu Máster Class sobre el Desembarco de Normandía que me está dando información muy detallada de todo lo imprescindible. Muchísimas gracias por tanta información y tanto nivel. Y las fotografías espectaculares. Seguimos viéndones por Instagram. Que disfrutes en tu próximo viaje por Irlanda que te regalaron para tu reciente cumpleaños!!!!!!!!! Un abrazo.
Rafael Ibáñez
Muchísimas gracias Auxi! No sabes cómo te agradezco que valores tanto el trabajo que hago porque detrás hay muchísimas horas de investigación y estudio, para mí es muy importante. Un súper abrazo, amiga!
Mª José Gragera
Hola Rafa!
Gracias por este articulo tan completo. La información que compartes me está siendo muy útil para planificar mi ruta y aprender más sobre la historia de los lugares que visitaré.
Un abrazo
Rafael Ibáñez
Muchísimas gracias a ti, María José, por tu comentario. No sabes cuánto me alegro de haber sido de ayuda, un fuerte abrazo!