
Qué ver en el Noroeste murciano
La comarca del turismo rural
Indice
Lo primero que nos vendrá a la mente si pensamos en la Región de Murcia es sol y playa. Tranquilos, nos pasa a todos. La explicación es bien sencilla: las instituciones locales llevan décadas enteras destinando todos sus recursos turísticos a promocionar las maravillas naturales de la Costa Cálida y el Mar Menor, relegando a una cuarta división (si es que eso existe) el resto de atractivos que existen en esta maravillosa tierra.

Como no comparto esta visión tan sesgada, me veo en la obligación de escribir este artículo sobre la comarca del Noroeste murciano con el fin de dar a conocer, entre otras cosas, paisajes repletos de vegetación, fantasiosas formaciones geológicas con millones de años de antigüedad, abrigos y cuevas con pinturas rupestres que son Patrimonio de la Humanidad, yacimientos con vestigios de todas las épocas y culturas, el cielo más limpio de contaminación lumínica de toda la Península y pequeños pueblos de trazado medieval repletos de monumentos históricos. En definitiva, un auténtico paraíso para los amantes del turismo rural.

Como tierra de frontera entre cristianos y musulmanes allá en la Edad Media, el Noroeste murciano cuenta con un importantísimo legado patrimonial plagado de numerosos monumentos que nos trasladan a una época de confluencia de culturas, órdenes militares, fortalezas defensivas y peregrinaciones religiosas.

Como la acumulación de atractivos naturales e históricos es realmente abusiva, tanto que resulta insultante que este territorio siga siendo desconocido para muchos, me he propuesto mencionar aquellos lugares imprescindibles que no os podéis perder en vuestra visita a sus cinco municipios: Calasparra, Moratalla, Cehegín, Caravaca de la Cruz y Bullas. ¿Me acompañáis a descubrir el Noroeste murciano? ¡Vamos allá!
Calasparra
Arrancamos en Calasparra, cuyo nombre es indisoluble al de uno de los mejores arroces de España, de hecho fue el primer arroz del mundo en obtener el aval de garantía y calidad de la Denominación de Origen en 1986. La tradición arrocera en Calasparra se remonta siglos atrás debido a una situación geográfica privilegiada, a unas condiciones climatológicas envidiables y a un sistema de cultivo claramente diferenciado al de las demás zonas arroceras, donde la deshidratación natural del arroz y la lenta maduración del grano son las claras protagonistas.
Un pueblo histórico venido a menos
Hoy el pueblo de Calasparra no es ni la sombra de lo que fue, la única encomienda que la Orden de San Juan de Jerusalén tenía en el antiguo Reino de Murcia allá por el siglo XIII (además de la de Archena), de cuya gloria solo perviven algunos restos del Castillo de San Juan, el símbolo más representativo del poder de la orden hospitalaria en territorio murciano. La visita de la fortaleza, accesible en una breve subida a pie desde el pueblo, es sin duda lo más destacado de un casco histórico visiblemente empobrecido por las construcciones modernas y la dejadez de sus distintos gobernantes.
Sin embargo, algunos edificios sí merecen unos minutos de nuestro tiempo, como son la antigua Encomienda, la Torre del Reloj, el Molinico, la Iglesia de San Pedro Apóstol o la Casa Granero, sede del Museo del Arroz y del Museo Arqueológico. En éste encontraréis expuestos los restos materiales más destacados hallados en la villa y su entorno, desde fósiles con millones de años de antigüedad hasta objetos encontrados en los yacimientos cercanos.
El yacimiento de Villa Vieja
Uno de esos es el yacimiento islámico de Villa Vieja, que corresponde a una antigua alquería andalusí (comunidad rural situada en las inmediaciones de la medina) de más de 5.000 m² ubicada junto al río Segura, a unos 2 km del centro de Calasparra. Se cree que pudo haber sido fundada por linajes bereberes procedentes del Magreb asentados en Al-Andalus en el siglo XI y llegó a contar con un importante sistema de fortificación. Para visitar este yacimiento, es necesario contactar con el Ayuntamiento de Calasparra.

Los arrozales
Los propios arrozales, situados en la Vega Alta del río Segura y enmarcados entre la Sierra del Puerto y la Sierra del Molino, son un monumento natural en sí mismo. A pesar de que se trata de un recurso turístico aún por explotar, el ayuntamiento está comenzando a ponerse manos a la obra y a organizar diferentes rutas como la que tiene lugar durante la siembra del arroz, justo antes del verano, la denominada Ruta de los Espejos, un paseo nocturno a través de las terrazas cubiertas de agua del paraje del Bayo sobre las que se refleja el cielo y la luna llena.
Ya en época estival los campos ofrecen un aspecto alfombrado de un color verde intenso que se torna en dorado en septiembre, justo antes de la recolección del grano. ¿Desde dónde podemos admirar semejante espectáculo cromático? Desde el Mirador de Las Lomas, por supuesto, situado en el camino que conduce al Santuario de la Esperanza.

El yacimiento geológico del Cabezo Negro
En Calasparra también hay opciones para las mentes más científicas. En el mismo trayecto que conduce al santuario se encuentra un lugar de alto interés geológico y una de las más destacadas manifestaciones volcánicas de la Región: el conocido como Yacimiento del Cabezo Negro. Se trata de un pequeño volcán que se encontraba bajo el nivel del mar hace millones de años y que está formado, entre otras, por rocas lamproítas, que por lo visto son muy escasas en todo el planeta. Precisamente por este motivo este lugar ha sido propuesto como «Lugar de interés geológico español de relevancia internacional». La ruta es bien curiosa y no llega al medio kilómetro.

El Santuario de la Esperanza
Le toca el turno a uno de los lugares más visitados de toda la Región de Murcia, no solamente por motivos religiosos, sino por tratarse de un hermoso remanso de paz, especialmente cuando uno evita los domingos, que es el día elegido por muchas familias murcianas para organizar aquí sus particulares picnics.

El Santuario de la Esperanza está situado en una gruta excavada en la roca por las aguas del río Segura, cuando su nivel era considerablemente más alto que el actual. La leyenda cuenta que un pastor que guardaba su ganado en la cueva encontró aquí la imagen de la Virgen (llamada «la Pequeñica», debido a que hoy en día se venera junto a otra más grande) y que, cuando los vecinos de la villa intentaron cambiarla de sitio, se volvió tan pesada que todos comprendieron que no quería moverse de allí. Manías que tiene una…

El santuario terminó constituyéndose en el siglo XVII ampliando la cavidad natural original, al amparo de una altísima pared de piedra que lo mantiene camuflado y escondido en plena naturaleza. Envolviendo uno de los centros de peregrinaje más importantes de Murcia, un sencillo sistema de terrazas de diferentes alturas en cuyo nivel inferior cursan las aguas del río Segura. Este es precisamente el punto de partida de la senda de la Huertecica, que recorre la Reserva Natural de Sotos y Bosques de Ribera de Cañaverosa.
El Cañón de Almadenes y los abrigos del Pozo
Los términos municipales de Calasparra y Cieza son los que tienen el privilegio de compartir el Paraje Natural Protegido del Cañón de Almadenes, un profundo desfiladero kárstico por el que discurre, extraordinariamente encajado, el río Segura. Declarado Espacio Natural Protegido debido a su formidable biodiversidad, esta formidable garganta de varios kilómetros cuyas paredes verticales superan en algunos puntos los 100 metros de altura es, además de uno de los paisajes más impactantes de la provincia, un auténtico paraíso para los amantes del montañismo, la espeleología y el rafting.

De la mano de la empresa turística Qalat tendréis la oportunidad de realizar el descenso del río Segura atravesando parte de este cañón milenario, realizando además una breve parada para contemplar los Abrigos del Pozo, situados al pie de un escalón rocoso. La «cueva de los monigotes», como comúnmente se conoce a estos dos abrigos, fue habitada hace 8.000 años por grupos epipaleolíticos. Los amantes del arte rupestre se entusiasmarán contemplando las pinturas esquemáticas representadas en los diversos paneles por las personas que vivieron en la última fase del Neolítico.

La Cueva del Puerto
Y para terminar, ¿qué os parece visitar la cueva subterránea visitable más extensa de la Región de Murcia? Se estima que la Cueva del Puerto comenzó a formarse hace unos 15 millones de años bajo tierra, gracias a la acción del agua confinada que erosionó la roca desde abajo hacia arriba, creando hasta 9 kilómetros de redes de galerías subterráneas que parecen de otro mundo. Estamos ante uno de los mejores ejemplos de «cueva hipogénica».
Se ofertan dos modalidades de visita: la turística ofrece un cómodo recorrido de 700 metros de galerías iluminadas y acondicionadas para el turismo; la espeleológica, en cambio, explora zonas de difícil acceso mediante el uso de material especializado. Sea como sea, ¡no os la perdáis!
Moratalla
Tras visitar Calasparra continuamos la marcha hasta Moratalla, el municipio más extenso de todo el Noroeste murciano (y uno de los más extensos de España). Aunque no siempre extensión es sinónimo de un mayor número de atractivos, en el caso de Moratalla, como vais a ver, existen infinitos motivos para venir a visitarlo varias veces. Con la primera impresión al contemplar el perfil de la localidad, recortada en su parte superior por la silueta de su castillo y de su iglesia principal, uno ya siente amor a primera vista.
Un casco histórico con iglesia y castillo
Aunque el término municipal esconde tesoros de gran nivel, el propio pueblo tiene patrimonio de sobra: uno de los castillos mejor conservados de toda la Región de Murcia, modelo santiaguista de perfección y eficacia; un maravilloso templo renacentista inacabado, el de Sta. María de la Asunción; o la iglesia del Convento franciscano de San Sebastián, del siglo XVI, entre otros monumentos destacables.

Para rematar la faena, un laberíntico entramado urbano de origen medieval (que bien podremos apreciar desde lo alto de la Torre del Homenaje o desde el mirador de la Plaza de la Iglesia) y un museo dedicado a la Fiesta del Tambor, una celebración recientemente reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y que se remonta a aquellas manifestaciones populares que se organizaban para protestar en contra de los procederes de castigo por parte de la Inquisición.

El Centro de Interpretación de Arte Rupestre y los abrigos de Cañaíca del Calar
En el término municipal de Moratalla se conservan más del 50% de todos los abrigos con pinturas rupestres que se han descubierto hasta la fecha en la Región de Murcia, lo cual convierte a la villa moratallera en el foco más importante a nivel regional en arte prehistórico y en uno de los más destacados del Arco Mediterráneo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998.
A unos 7 kilómetros del pueblo, en las estribaciones orientales de la Sierra de los Álamos, se encuentra el precioso paraje natural protegido de Casa de Cristo, conocido como el «balcón del Noroeste» por sus excelentes vistas. Allí, la Ermita Casa de Cristo alberga hoy el único Centro de Interpretación de Arte Rupestre de la comunidad autónoma, cuya visita resulta imprescindible para conocer el rico patrimonio rupestre murciano y levantino.

Desde el Centro de Interpretación se puede concertar alguna de las visitas guiadas disponibles a los distintos abrigos rupestres que han sido puestos en valor en las inmediaciones, entre los que destacan los de Fuente del Sabuco, Chamanas de la Risca o Cañaíca del Calar. La visita de este último es sin duda la más interesante pues tiene la particularidad de que en apenas 600 metros de distancia se puede asistir a un amplio salto evolutivo en una época clave entre el Epipaleolítico y el Neolítico, evidenciado en dos estilos artísticos diferentes, el levantino en el Abrigo II y el esquemático en el Abrigo III. ¡Fascinante!

El Bosque «encantado» de Bajil
El Bosque de Bajil, uno de los últimos bosques mediterráneos autóctonos del Levante, es un laberinto en sí mismo, ya que no dispone de puntos de referencia visual y su tupida maquia de carrascas impide la visión panorámica, de ahí que haya servido de refugio desde la prehistoria a comunidades humanas. Esta razón, unida a su singularidad ecológica y geológica, han alimentado la creencia popular de que este bosque está encantado.

En sus entrañas encontraréis múltiples tesoros, como dos exo-cuevas subterráneas conocidas como La Iglesia y Los Morciguillos (aquí tuve el privilegio de asistir al descanso de los murciélagos); el Calderón Grande, un promontorio calcáreo con petroglifos donde se cree que antaño se practicaban rituales chamánicos; o la Cueva del Esquilo, un espectacular abrigo con pinturas rupestres medievales en las que destaca la enigmática representación de un barco como aquellos que hacían la ruta de las Américas (¿no es increíble encontrar semejante elemento costero en un lugar de interior?).
En el Cerro de las Víboras, donde descansan los restos de un poblado prehistórico que estuvo habitado durante el Calcolítico y el Bronce pleno, se encuentra el mal llamado «dolmen de Bajil», un megalito que aunque haya llegado alterado hasta nosotros, todavía conserva intacta toda su majestuosidad.

Las Cuevas de Zaén
Muy cerca del Bosque de Bajil se encuentran las espectaculares Cuevas de Zaén, el mejor lugar posible desde donde hacerse una idea de la desmesurada extensión y profundidad marina que tenía el Estrecho Norbético, la antigua conexión marina entre el Atlántico y el Mediterráneo. Imaginad un precipicio de roca natural compuesto por diversas cavidades gigantescas con millones de años de antigüedad sobre el que tendréis, además, unas vistas a la pedanía de Campo de San Juan de auténtico infarto.

A vuestro paso, fósiles, grutas y formaciones rocosas que otorgaron a este espacio natural la denominación de Lugar de Interés Geológico (LIG) sobre el que me atrevería a asegurar con absoluta rotundidad que se trata de uno de los lugares más impactantes y vertiginosos que he visto en todo el Levante español, ¡y prácticamente desconocido!
El Paraje de La Puerta
Moratalla ofrece todo tipo de opciones para el ocio en familia. Rutas tranquilas que hasta los más pequeños pueden hacer sin problemas y bonitas pozas naturales donde pegarse un buen chapuzón durante los meses de verano. Este es el caso de los muchos bellos rincones que encontraréis en las inmediaciones del río Alhárabe, cuyas aguas riegan la zona norte del municipio moratallero.

Especialmente bonito es el Paraje de La Puerta, en la zona de las inmediaciones del camping que lleva el mismo nombre, o las Pozas de Somogil, una pequeña joya termal que ya era muy popular desde el siglo XIX y a la que se accede atravesando el reino del majestuoso Barranco de Hondares, otra más de las maravillas paisajísticas que atesora el enclave moratallero.

El Estrecho de Bolvonegro
Allí donde muere el río Alhárabe y se fusiona con otro río, el Benámor, formando la génesis del río Moratalla, se encuentra otra de las maravillas naturales de toda la comarca del Noroeste: el Estrecho de Bolvonegro, otro enclave declarado Lugar de Interés Geológico (LIG) protegido por la Red Natura 2000 por su importante valor geológico, ecológico y arqueológico.
A lo largo de esta espectacular ruta lineal de 6 km de distancia (se tardan entre 2 y 3 horas en completarla) encontraréis diversos paneles explicativos que explican las distintas estructuras sedimentarias existentes, fallas, pliegues, fósiles, ripples y volcanes de fango, entre otras. Una auténtica clase de geología con un final de vértigo, el desfiladero tallado por el propio río Moratalla, una verdadera escultura natural sin parangón que os dejará literalmente sin palabras.

Por si faltara algo en esta apetecible ruta, al principio de la misma podréis disfrutar también de los restos arqueológicos del poblado íbero de Los Molinicos. En realidad, los íberos fueron los últimos en aprovechar un enclave que ya se encontraba habitado desde el 3.000 a.C.
La floración del lavandín y el espliego
La floración del lavandín y el espliego que tiene lugar durante el mes de julio concretamente en las pedanías de Campo de San Juan, El Sabinar y Campo de Béjar es conocida como «la Provenza murciana». Todo este territorio posee unas condiciones bioclimáticas muy especiales que lo convierten en uno de los más idóneos para el cultivo de plantas aromáticas y la elaboración de sus esencias naturales. De ahí que en los últimos tiempos su creciente fama esté atrayendo a turistas y compradores de todo el territorio nacional, incluso del otro lado del Atlántico.

Para aprovechar al máximo la magia de este espectáculo natural os recomiendo acudir durante la caída del sol para que los colores de los campos se intensifiquen aún más, prolongando vuestra visita hasta altas horas de la noche para disfrutar del cielo más limpio de contaminación lumínica de toda la Península Ibérica y uno de los más idóneos para la observación astronómica de toda Europa (certificado por la propia NASA).
Cehegín
Situada en el corazón de la comarca del Noroeste murciano, el municipio de Cehegín cubre con su faz blanca y ocre la superficie de un cerro flanqueado por los ríos Argos y Quípar. Desde la lejanía se asemeja a uno de esos pueblos de madera y cartón que coronan las montañas de corcho de los Belenes. Su casco antiguo, formado por estrechas calles de irregular trazado medieval, fue declarado Conjunto Histórico-Artístico por la gran cantidad de palacios nobles que atesora. Este fue sin duda uno de los motivos por los que fuera nombrada Maravilla Rural en el año 2019 por el portal digital HomeAway.
El pueblo de las casas señoriales
Una Escuela del Vino, un palacio señorial que pertenece a la sobrina de la Reina Fabiola de Bélgica, una ermita que acogió a un criminal, una de las cruces cristianas más antiguas de Europa, ¡y hasta una Magdalena templaria! Hay tanto que visitar en Cehegín que he preferido escribir un artículo independiente donde encontraréis abundante información sobre uno de los pueblos más bonitos de Murcia. Podéis leerlo AQUÍ.

El yacimiento de Begastri
A unos 3 kilómetros de Cehegín, sobre un cerro conocido como Cabecico Roenas, cuya toponimia alude directamente a unas «ruinas», se encuentra la llamada «ciudad perdida» de Begastri, un yacimiento que, a pesar de haberse excavado tan solo un 10% de su totalidad, es uno de los más prometedores del Levante español. ¿Qué se puede decir sino de un lugar que alcanzó la categoría de municipium durante la época romana y que llegó a ser sede episcopal en tiempos de los visigodos? Fue entre sus muros donde fue descubierta la famosa Cruz Monogramática, una de las cruces cristianas más antiguas de Europa.
No olvidéis visitar este yacimiento y también el casco histórico de Cehegín de la mano de los profesionales de la Asociación Cehegín Tierra Adentro.

Caravaca de la Cruz
Solo cinco ciudades en todo el mundo tienen el privilegio de ser reconocidas como Ciudades Santas de la Cristiandad y una se encuentra en el Noroeste murciano. Me estoy refiriendo a Caravaca de la Cruz, que disfruta del Año Jubilar in perpetuum gracias a una reliquia que atrae a miles de fieles cada año, la Vera Cruz. A pesar de que la leyenda oficial cuenta que fueron dos ángeles quienes descendieron del cielo portando el lignum crucis durante una misa oficiada por uno de los prisioneros cristianos del sayyib almohade durante la invasión árabe (propiciando así la conversión de éste al cristianismo), en realidad lo más probable es que fuese traída desde Tierra Santa por los caballeros templarios, amos y señores de una bailía que durante el siglo XIII incluía los territorios de Caravaca, Cehegín y Bullas.
¿SABÍAS QUE…?
Increíble pero cierto. El fragmento que hoy se custodia en el característico relicario con forma de crucifijo con doble par de brazos no es el original que apareció en Caravaca en el siglo XIII. Aquel primer lignum crucis fue víctima de un robo sacrílego durante la noche del 12 de febrero de 1934.
Desde un primer momento el pueblo caravaqueño no se creyó la versión oficial que apuntaba a que unos ladrones anónimos se hubiesen colado en el templo. Todas las sospechas recayeron sobre el propio capellán del templo, quien tuvo que salir de la ciudad escoltado por miedo a ser linchado públicamente. También se culpó al entonces alcalde de la ciudad, que pertenecía al partido republicano. Se dice que pudo ser la propia Iglesia Católica quien acometiera el robo para poner a salvo una de sus reliquias más valiosas de los desastres de la guerra que estaba a punto de estallar. Franco, finalmente, culpó a la masonería, como era su costumbre.
En cualquier caso, el fragmento que hoy podemos contemplar corresponde a uno que se trajo desde la Ciudad Eterna tras el robo del primero.

La ciudad santa
Para alcanzar el punto más alto de la ciudad, donde se encuentra la Basílica de la Vera Cruz, situada intra-muros de lo que fue la fortaleza templaria, se debe ascender por la misma cuesta por la que lo hacen los caballos del vino cada 1 y 2 de mayo de todos los años, festividad que ha sido declarada recientemente como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

Pero Caravaca tiene muchísimo más que ofrecer al visitante: el Museo Arqueológico situado en el interior de la Iglesia de La Soledad; la inconclusa iglesia renacentista de El Salvador, de proporciones gigantescas; la Iglesia Parroquial de la Concepción, con su impresionante artesonado mudéjar; el Convento de Ntra. Sra. del Carmen, fundado por San Juan de la Cruz y actual hospedería; el Convento de San José, fundado por Santa Teresa de Jesús, con su iglesia de decoración rococó (una auténtica joya); la Plaza del Arco, con el Ayuntamiento del siglo XVIII; y el Templete en el que se «baña» la Vera Cruz en un acto ritual cada 3 de mayo.

Las Fuentes del Marqués
Cuando alguien me pregunta cuál es, para mí, el lugar más cautivador de toda la Región de Murcia, el primero que siempre me viene a la cabeza es Las Fuentes del Marqués. Situado a tan solo 2 kilómetros del centro histórico de Caravaca, a los pies de las sierras del Gavilán y del Buitre, este paraje natural se asienta sobre manantiales de aguas cristalinas procedentes de diversos acuíferos. Su nombre posiblemente se deba a don Diego Uribe y Yarza, marqués de San Mamés de Aras, que a mediados del siglo XVIII era el dueño de toda la zona.

En el corazón de este enclave caravaqueño se yergue una elegante torre, declarada Bien de Interés Cultural, que alberga el Centro de Interpretación de la Naturaleza. Se trata de un edificio construido en el siglo XVI, aunque el romanticismo del siglo XIX le atribuyó un origen templario, de ahí que a partir de ese momento se le conociera como el Torreón de los Templarios.

Tal es la nostalgia que se respira en este lugar, especialmente cuando se viste con los intensos colores del otoño, que no es de extrañar que haya inspirado numerosas obras de arte y relatos legendarios. Si evitáis los fines de semana, disfrutaréis a solas de este remanso de paz y belleza sin parangón.
El complejo arqueológico de La Encarnación
En la pedanía caravaqueña de La Encarnación se encuentra uno de esos lugares que uno nunca puede creer que siga permaneciendo en el olvido. Es tal la cantidad de yacimientos arqueológicos que se concentran en las inmediaciones del denominado Estrecho de las Cuevas de la Encarnación que resulta casi inverosímil. Algunos de ellos todavía no han sido sacados a la luz, aunque se sabe que están ahí, aguardando pacientemente una segunda oportunidad. Es el caso de los poblados íbero-romanos de Los Villares y Los Villaricos, así como el poblado argárico de La Placica, donde fue descubierta la famosa diadema de oro que se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.
Los tres se encuentran situados estratégicamente sobre pequeños cerros que dominan un desfiladero flanqueado por elevadas paredes calizas, encajonando el río Quípar. Durante la Edad Media éste era un importante lugar de paso de personas y mercancías que conectaba Caravaca con Granada (y por tanto, el Levante con la alta Andalucía), razón por la que se cree que la actual Cueva del Rey Moro, fortificada con una muralla almenada, tenía la función de cobrar el portazgo a los que pretendían cruzar por aquí.

A muy pocos metros de ésta, en el mismo flanco del acantilado, encontramos el yacimiento más antiguo de toda la Región de Murcia y uno de los más antiguos de toda Europa. Visitar la Cueva Negra resulta un acontecimiento emocionante por la importancia capital de los hallazgos que prueban que este abrigo rocoso ya estaba habitado hace unos 900.000 años (final del Pleistoceno Inferior) por el Homo Heidelbergensis, que vendría a ser el precursor directo del Neandertal.
Entre los restos que se han encontrado durante las excavaciones más recientes, destaca una yesca del que podría ser el fuego más antiguo del que se tiene noticia hasta la fecha en el viejo continente y un hacha de mano o bifaz «achelense». Llama poderosamente la atención cómo un tesoro de semejante magnitud no disponga de protección ninguna, quedando absolutamente a merced de cualquier vándalo insensible. Desde aquí os pido que, en caso de que queráis acercaros, respetéis al máximo este lugar en proceso de ser excavado.

Pero esto no acaba aquí. A menos de un kilómetro de distancia del estrecho, se encuentra el Cerro de la Ermita, escenario elegido por varias sociedades históricas como lugar de culto. La actual ermita del siglo XVI se asienta justo en la misma ubicación de una necrópolis íbera (sus restos son visibles en el pavimento del interior de la iglesia, siempre y cuando se tenga la suerte de poder acceder), donde posteriormente los romanos construyeron un templo que fue ampliado hasta en tres ocasiones. Completan el conjunto arqueológico un segundo templo romano, más pequeño que el primero, y unas canteras romanas perfectamente delimitadas.
Que diversas civilizaciones con un intervalo temporal tan amplio (desde el Paleolítico inferior hasta la época renacentista) eligieran este enclave como santuario no puede ser casualidad y hay quien afirma la presencia de líneas telúricas que convergen en este punto.

El Museo de Música Étnica de Barranda
En otra pedanía, la de Barranda, se esconde una joya en forma de museo que reúne instrumentos musicales étnicos procedentes de los cinco continentes. Es uno de los dos espacios museísticos que el etnomusicólogo uruguayo Carlos Blanco Fadol ha creado (el otro se encuentra en Busot, Alicante) mediante los fondos de la colección que él mismo ha conformado a lo largo de cuarenta años de estrecha vinculación con pueblos indígenas de 145 países.

Cuando uno visita el Museo de Música Étnica uno no puede dejar de sentirse entusiasmado por las diversas funciones antropológicas que adquieren los instrumentos en sus respectivas culturas. Así, aquí podréis contemplar instrumentos asociados a la religión, la esclavitud, la magia y la brujería, algunos usados para enamorar y otros para la guerra. Los hay para todos los gustos (incluso algunos inventados por el propio Blanco Fadol) y ninguno os dejará indiferente.
Bullas
Terminamos nuestro recorrido por el Noroeste murciano en Bullas, pueblo del que destacaría por encima de todo su hospitalidad. El propio director de su Museo del Vino, Salvador Martínez, se encargó personalmente de organizarme todas las visitas disponibles en una jornada inolvidable en la que tuve el privilegio de conocer la Villa romana de los Cantos, de dar un paseo por el casco histórico acompañado por un historiador local, José Luís García Caballero, y también de visitar una de sus bodegas más importantes.
El pueblo del vino
El municipio de Bullas está indisolublemente ligado a la cultura del vino, cuyo principal referente es el Museo del Vino. Ubicado en una antigua bodega del siglo XIX que pertenecía a la familia Melgares de Aguilar, con sus 1.400 m² es el lugar ideal para conocer la importancia que ha tenido la actividad vitivinícola en el pueblo desde bien antiguo y que sigue teniendo también en la actualidad. En su interior se guarda un auténtico tesoro: tres esculturas romanas que aparecieron en el yacimiento de la Villa de Los Cantos.

Pero Bullas tiene más que ofrecer. Aunque la estructura del castillo templario se perdió para siempre, su memoria persiste en forma de algunos pocos restos presentes en algunos lugares del casco histórico, como son la Placeta y la Calle del Castillo. Un casco histórico repleto de calles con encanto y de algunos secretos, como la curiosa Torre del Reloj, levantada en el año 1900 justo en el mismo lugar donde antaño se encontraba la horca que se instaló después de que el rey Carlos II «el Hechizado» concediera a Bullas el privilegio de Villazgo y, por tanto, la independencia con respecto a la vecina Cehegín.

Cerca de la Plaza de España, donde la preciosa Casa de la Cultura (antiguo Palacio de los Melgares) y la Iglesia de Ntra. Sra. del Rosario comparten espacio, se encuentra una casa-museo realmente interesante, la de un terrateniente local, Don Pepe Marsilla. En ella se recrean los modos de vida de finales del siglo XIX y comienzos del XX, a través de la residencia señorial y de la vivienda de la servidumbre. Para terminar, una fecha señalada que no debéis olvidar si venís a conocer Bullas es el primer domingo de cada mes, cuando se celebra en la Plaza Vieja el mercadillo de artesanía de El Zacatín, reconocido en toda la Región.

Las bodegas
Se estima que solo en el casco urbano del pueblo se conservan unas 200 bodegas tradicionales, la mayoría de ellas construidas en los bajos de las propias viviendas entre los siglos XVIII y XIX. Hoy en día, la Ruta del Vino de Bullas contribuye a la conservación de la tradición vitivinícola bullense mediante la visita de algunas de sus bodegas más importantes que se encuentran inscritas en el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Bullas.
Yo tuve la oportunidad de conocer Bodegas Lavia, situada en el paraje de la Venta del Pino, de una gran belleza paisajística. Allí pude conocer todos los secretos de la variedad imperante de estas tierras, la uva Monastrell, de su tratamiento y del momento óptimo de la vendimia, a la par que degustaba una selección de vinos de la propia bodega. ¡Qué maravilla!

El yacimiento de Los Cantos
El municipio bullense también dispone, como no podía ser de otra manera, de su propio yacimiento visitable. Se trata de una villa romana conocida como Los Cantos, descubierta en 1867. Se trata de una explotación agropecuaria articulada en varios núcleos: una pars urbana, donde se ubicaba la domus o residencia estacional del propietario, con un complejo termal propio, y la pars frumentaria o sector dedicado a la manufactura y almacenamiento de la producción agrícola y ganadera.
Se cree que éste último incluía un torcularium o zona de prensado de uva, lo que vendría a reforzar una vez más que la cultura vitivinícola de la región viene de muy atrás en el tiempo.

Entre los descubrimientos que se desenterraron de Los Cantos, destacan sobremanera pequeñas esculturas de mármol que representaban a geniecillos estacionales o kairoi que muy probablemente decoraban la villa en calidad de fuentes. De las cuatro que fueron halladas, tres se exponen hoy en el Museo del Vino y la cuarta desapareció, el conocido como Niño de las Uvas, cuyo paradero continúa siendo desconocido. Para visitar este yacimiento, es necesario contactar con el Museo del Vino.
El Salto del Usero
Los murcianos eligieron el Salto del Usero como una de las siete maravillas de su región y no es para menos. Este lugar mágico situado en pleno cauce del río Mula en la ladera noroeste del Cerro del Castellar, en un paraje denominado El Molinar, conforma un espectacular conjunto de singulares formas geológicas gracias a la formación de cuerpos de travertinos originada por la erosión fluvial durante millones de años. La presencia del agua en este pequeño oasis en forma de una cascada de cuatro metros de altitud y una profunda poza ha provocado la proliferación de una abundante vegetación.

El sentimiento de estar frente a un lugar idílico explica la aparición de varias leyendas a lo largo del tiempo que no han hecho sino alimentar aún más su halo de encantamiento. Cada noche de San Juan se celebra aquí la escenificación de una de estas leyendas, durante la denominada «bajada de la mora», la cual narra el drama de un amor imposible entre una joven musulmana y un príncipe cristiano. Se cuenta que en una noche tormentosa «la mora» bajó desde el monte Castellar para ver a su amado y él no apareció. Imaginándose lo peor, se sumergió en el agua y desapareció.
Aviso importante: debido a la gran cantidad de personas que visitaban sin control el Salto del Usero, el Ayuntamiento de Bullas decidió limitar su aforo durante los meses de verano, de modo que aseguraos vuestra reserva previamente.
Y hasta aquí las maravillas de la comarca del Noroeste murciano. ¿Os habéis convencido ya de que en Murcia hay mucho más que sol y playa? ¡Acercaos hasta aquí y lo comprobaréis con vuestros propios ojos!
¿Te ha gustado este artículo sobre este rincón de la Región de Murcia? Si es así, ¡ayúdame a compartirlo! ¡Hasta pronto!


8 comentarios
Milagros Jimeno Blazquez
Rafa, un artículo increible, super completo, entiendo que te haya costado tanto tiempo.
Desde luego que lo guardaré como la mejor guia para conocer esta maravilla murciana.
Gracias Rafa.
Rafael Ibáñez
Ya sabes que aquí os espero impaciente para enseñaros todo lo que se pueda, querida Mila!!
Susana
Impresionante, tanto tu trabajo como los lugares por los que nos has llevado
Bravo
Rafael Ibáñez
Muchísimas gracias Susana! Un placer que lo hayas podido leer
Trotagumis
Nos ha encantado!! Qué maravilla de artículo y que maravilla de lugares. Nosotros si que necesitaremos tres años para verlo y eso que ya tenemos una parte hecha
Rafael Ibáñez
Ya sabéis que aquí os espero cuando haga falta 🙂
Beatriz
WOW! Qué sorpresa todas las maravillas que depara esta comarca . Tenemos que visitarlo juntos!
Rafael Ibáñez
Aquí os espero con muchísimas ganas, querida Bea!!