
Segovia
Donde habitan los recuerdos
Indice
Resulta difícil comenzar un post sobre Segovia, una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO que cuenta con tantos monumentos y tan importantes. No puedo evitar recordar la tremenda impresión que me llevé al ver el Alcázar en toda su extensión desde el Mirador de los dos Valles. Desde allí el edificio se asemeja increíblemente a la proa de un barco que surca los cielos desde el vertiginoso y pétreo espolón que circundan los ríos Eresma y Clamores, llevando a bordo bellas iglesias románicas, una dama en forma de catedral y la más asombrosa obra de ingeniería que el hombre haya concebido jamás. Pero Segovia no es sólo la ciudad de los monumentos, sino también de los recuerdos. Recuerdos que allí dejaron romanos, visigodos, musulmanes, cristianos… y también nosotros (modestia aparte). Pues sí, los cantineleros ya habíamos estado en Segovia, tanto juntos como por separado, mucho antes de conocernos. Eso supone muchos recuerdos esperándote en cada esquina. Porque los recuerdos habitan en Segovia.
Una vez más hemos decidido regresar a la ciudad de envidiable emplazamiento, entre arbolados parajes ribereños y el telón de fondo de la sierra del Guadarrama. Y hemos vuelto para crear nuevos recuerdos esta vez junto a nuestra pequeña. Porque a Segovia se viene siempre que uno quiere fabricar buenos recuerdos. La capital segoviana es la primera de las paradas que haremos de camino a la provincia de León, donde llevaremos a cabo una ruta de 3 días. En esta ocasión nos hemos propuesto volver a visitar lugares que ya conocíamos y también descubrir nuevos rincones, y es que Segovia, una de las más bellas ciudades de España, siempre te ofrece algo nuevo y sorprendente que desconocías que existía.
Invertiremos un día entero en admirar los monumentos de Segovia. A la mañana siguiente cogeremos el coche para visitar el Palacio Real de la Granja de San Ildefonso, a escasos 11 km de la capital, antes de retomar nuestro camino hacia el norte. Éste, junto al Palacio Real de Riofrío, constituyen una parte cultural indisociable del patrimonio de Segovia y el complemento ideal para su visita. Para ello pernoctaremos en el Hotel Apartamento Aralso, una excelente opción para familias con niños pequeños. ¿Listos para disfrutar de una de nuestras ciudades españolas preferidas? Pues arrancamos en 3, 2, 1…
Día 1: conociendo Segovia, la dama castellana
Hoy toca madrugar mucho si queremos estar en Segovia a primera hora de la mañana y aprovechar bien el día. A las 6’30h ya estamos los tres montados en el coche con ganas de comenzar otra de nuestras aventuras. Después de 4 horas al volante, volvemos a adentrarnos en la provincia de Segovia, una de las más interesantes de nuestra geografía desde el punto de vista patrimonial.
Antes de dirigirnos al hotel, muy próximo al centro de la ciudad, aprovechamos que vamos en nuestro vehículo para visitar dos lugares que se encuentran algo alejados del casco histórico.
Iglesia de la Vera Cruz
El primero de ellos está a unos 3 km al norte de la ciudad, en la ladera que asciende al arrabal del pueblo de Zamarramala. Situada en una ubicación con una de las mejores vistas sobre la ciudad de Segovia y su Alcázar, estoy hablando de la Iglesia de la Vera Cruz, uno de los edificios que ha suscitado un mayor número de interrogantes no resueltos de nuestro país.


Estamos frente a uno de los pocos templos de planta circular dodecagonal que hay en España. Resulta bastante plausible pensar que su construcción se inspiró en el Santo Sepulcro de Jerusalén, quizás porque estaba destinada a albergar la más sagrada reliquia de la Cristiandad, un fragmento de la Vera Cruz (se cree que concretamente en la pequeña Capilla del Lignum Crucis).
Su interior encierra un secreto difícil de admirar en cualquier otro lugar del continente: un edículo central en torno al cual gira su nave circular cubierto por bóveda de cañón, gracias al cual se considera a la Iglesia de la Vera Cruz el ejemplo mejor conservado de esta particularidad arquitectónica de toda Europa.

Dicho edículo está compuesto de dos cuerpos superpuestos cuya función aún es un misterio para los expertos. El inferior es un curioso espacio dodecagonal (quizás de funciones penitenciales) cubierto con una cúpula rebajada apoyada sobre columnas y cuatro accesos orientados a los puntos cardinales. El espacio superior, cerrado por una bóveda nervada, también es singular puesto que en él hay una mesa de altar con decoración mudéjar. En la actualidad aquí celebran sus actos religiosos los caballeros de la Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Malta, la propietaria del templo desde 1531, año en que ésta se unió a la del Orden del Santo Sepulcro.

Esta curiosa e inusual tipología ha hecho que tradicionalmente se adjudicara su construcción a la Orden del Temple (un error interpretativo que ha perdurado hasta nuestros días es la atribución a los templarios de los edificios religiosos de planta circular, véase por ejemplo el caso de Santa María de Eunate en Navarra), pero evidencias recientes hacen pensar que fue levantada por la Orden del Santo Sepulcro como encomienda dependiente de la Colegiata de Toro en Zamora. Una de esas evidencias es la inscripción encontrada en una lápida empotrada en el edículo, frente a la puerta lateral, donde puede leerse en latín lo siguiente: «los fundadores de este templo sean colocados en la sede celestial, y los que se extraviaron les acompañen en la misma. Dedicación de la Iglesia del Santo Sepulcro. En los idus de Abril, era de 1246 (13 de abril de 1208)». Vamos, blanco y en botella.
Al lado de la puerta de acceso hay una pequeña capilla donde al parecer, como ya hemos dicho antes, se habría venerado durante décadas una supuesta reliquia de la Verdadera Cruz, la cual se encuentra hoy en la iglesia parroquial del pueblo de Zamarramala. Por lo visto tuvieron que trasladarla allí para protegerla de los posibles robos de los vecinos.
Mirador del Alcázar y los dos Valles
Abrumados por la belleza y el misterio de la iglesia de la Vera Cruz, nos dirigimos ahora a los Jardines de la Fuencisla, una amplia área verde donde aparcamos el coche justo enfrente de dos edificios levantados en el siglo XVI, el Convento de San Juan de la Cruz (cuyo interior contiene el sepulcro del santo, quien ayudó a construir el templo con sus propias manos) y el Santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla (patrona de la ciudad). Nuestra intención era visitar desde allí dos lugares que jamás habíamos tenido la oportunidad de conocer durante nuestras visitas previas a la ciudad, concretamente dos miradores.

El primero de ellos es el Mirador del Alcázar y los dos Valles, probablemente el más espectacular de todos los que presume la capital segoviana (y sorprendentemente también uno de los menos conocidos). Para llegar hasta él hay que buscar el tramo de escaleras de piedra que está situado justo al lado de la Puerta de Arévalo (también llamado Arco de la Fuencisla), muy próxima al Santuario, y después seguir subiendo montaña arriba durante unos 15 minutos. La pronunciada subida requiere un pequeño esfuerzo (no recomendable para ir con niños pequeños, por eso mis dos cantineleras prefirieron esperarme abajo) pero la recompensa que aguarda al final os dejará sin aliento.

Mirador de la Pradera de San Marcos
Después de volver a bajar y reunirme con Inma y Elia, nos dirigimos a pie a la Pradera de San Marcos, otro precioso espacio verde muy próximo a los Jardines de la Fuencisla. Allí pudimos disfrutar, como tantas otras familias, de un buen paseo a orillas del río Eresma y de otra espléndida vista de la silueta del Alcázar.

Nos gustó tanto este mirador que no pudimos evitar quedamos un buen rato a disfrutar de nuestra pequeña quien se lo pasó en grande jugando en un parque infantil situado justo enfrente de la románica Iglesia de San Marcos. Desde allí la majestuosa presencia del Alcázar nos hizo pensar en otro castillo europeo de cuento de hadas que visitamos durante nuestro roadtrip por tierras bávaras, el castillo de Neuschwanstein (por cierto, la creencia popular dicta que ambos fueron fuente de inspiración de Walt Disney para su castillo de la Bella Durmiente. Como decimos en mi tierra, cualquiera sabe…).
Durante nuestro roadtrip por Baviera y Austria tuvimos la oportunidad de hacer la ruta de los tres castillos del Rey Loco Luís II de Baviera. ¿Te apetece recordarla con nosotros? ¡Haz click en el SIGUIENTE ENLACE!
¿Que si nos gustaron estos dos miradores? Ambos superaron ampliamente todas nuestras expectativas, por lo que consideramos su visita absolutamente imprescindible si venís a Segovia, tanto vosotros como vuestros niños pequeños os lo pasaréis en grande, ¡palabra de cantineleros!
Volvimos al coche para poner rumbo a nuestro hotel, el Hotel Apartamentos Aralso, situado en el Barrio de San Millán. Nuestro nuevo anfitrión Andrés es un tipo de aquellos a los que les gusta hacer las cosas bien: te ayuda con las maletas, luego te acompaña él mismo al parking privado del hotel (a unos 200 metros) y por último, con la ayuda de un mapa de Segovia, te explica absolutamente todo lo que hay que saber de la ciudad: monumentos más o menos importantes, rutas largas y cortas, restaurantes para comer y para cenar, así como el horario de laborable y festivo de cada uno de ellos. Un auténtico fenómeno.
Aquel día ya traíamos bocatas comprados de casa y nos los comimos tan a gusto en nuestro pequeño apartamento, donde habían tenido la amabilidad de proporcionarnos una cuna y unos cuantos juguetes para Elia. A pesar de que ella tiene la buena costumbre de traerse los suyos de casa, no le hizo ascos a los nuevos. Luego, descansamos un rato antes de salir a la calle y comenzar nuestra ruta a pie por esta ciudad Patrimonio de la Humanidad:
Palacio Ayala Berganza
Comenzamos nuestro recorrido haciendo una breve parada para admirar la fachada del Palacio Ayala Berganza, un gran palacete de finales del siglo XV reconvertido en hotel que, además de su innegable valor arquitectónico, presenta una de esas particularidades que ejercen en mí un fuerte poder de atracción. Ya sabéis cómo me gustan a mí los lugares marcados por los sucesos trágicos. Pues sí, soy algo morboso, ¿quién no lo sabe a estas alturas? Resulta que al Palacio Ayala Berganza se le conoce como la Casa del Crimen desde que en el año 1892 se perpetrara en su interior un crimen tan atroz que traumatizó a todos los vecinos del barrio segoviano de San Millán.

¿SABÍAS QUE…?
En esta antigua casona vivían únicamente Alejandro Bahín, un acaudalado hombre introvertido y solitario, y su sirvienta, Isabel García. Por lo visto se comentaba que este hombre tenía una gran fortuna porque a nadie daba cuenta de sus caudales (la envidia, que es muy mala). Una trágica noche entraron en la casa tres hombres con la intención de robar al pobre señor Bahín, al que asesinaron junto a la sirvienta. Lo que encontraron las autoridades al entrar en la casa pocas horas después del suceso fue una escena dantesca: allí encontraron los dos cadáveres, el de Alejandro Bahín se encontraba en el descansillo de la escalera con la cara ensangrentada y tapada con un pañuelo. En las uñas de los dedos tenía restos de la cal que había arrancado de la pared. Se dice que fue tal el ensañamiento que incluso ahorcaron al gato. El crimen ha pasado a la historia de la crónica negra española pues la noticia del caso mantuvo en vilo a medio país. Por cierto, se detuvo a los tres hombres y se les ajustició públicamente en el Cerro de la Horca, probablemente la última vez que se utilizó el método del garrote vil en la capital segoviana.
La casa se cerró y quedó marcada y maldita a partir de entonces, los segovianos trataban de evitar a toda costa pasar por delante de la Casa del Crimen, hasta que en 1898 el pintor Ingacio Zuloaga, que ya se había trasladado a Segovia, la utilizó como taller de pintura (¿Que no la quiere nadie? Espérate, ya me la quedo yo que a mí no me da reparo, pensó. Así son los pintores). Allí creó algunos de sus óleos más importantes, como Las brujas de San Millán, obra especialmente relevante en su trayectoria artística.
Iglesia de San Millán
A muy pocos metros de allí se encuentra la Iglesia de San Millán, uno de los muchísimos templos románicos que atesora Segovia (San Martín, Santos Justo y Pastor, San Marcos, San Lorenzo, San Andrés, la Vera Cruz…). No hay que olvidar que Segovia es, junto a Zamora, la ciudad con mayor número de iglesias románicas de toda España, nosotros visitaremos algunas de ellas durante la tarde de hoy. A todo eso debemos sumar otro importante número de conventos, monasterios, palacios y casas nobles. Y es que Segovia no solo se limita a sus tres monumentos mundialmente conocidos (Acueducto, Alcázar y Catedral). ¿De dónde proviene su enorme riqueza patrimonial? La razón principal reside en su pasado como emporio en el comercio de la lana, la ganadería trashumante y la industria textil. Durante la baja Edad Media fue, además, la residencia favorita de los reyes de Castilla. ¿Veis ahora por qué es necesario regresar una y otra vez a Segovia? Nunca terminas de conocerla por completo.

Situada en medio de una coqueta plaza de suelo de piedra, San Millán es la iglesia más significativa y de mayores dimensiones del románico de la ciudad. El edificio fue levantado sobre una necrópolis mozárabe y, según se cree, sobre un hipotético templo de la misma época del que no se ha descubierto ningún vestigio por ahora salvo la actual torre, que pudo ser el campanario de aquél. Concebida a modo de pequeña catedral, San Millán presenta evidentes semejanzas con la Catedral de Jaca, con la que comparte por ejemplo la alternancia de pilares cruciformes con columnas adosadas. Esta similitud se ha justificado por la presencia de población aragonesa en la zona durante la primera mitad del siglo XII. De su exterior destaca la elegante cabecera de cuatro ábsides y los atrios porticados, así como la decoración escultórica de sus portadas y aleros. Lastimosamente no pudimos visitar su interior por encontrarse cerrado al público aquel día.

Acueducto romano
Toca uno de los platos fuertes. Desde la Iglesia de San Millán tardamos solo 5 minutos en llegar hasta la Plaza del Azoguejo, uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad. Durante los días antes previos a nuestro viaje le habíamos estado diciendo a Elia que iba a ver un acueducto. ¿Un… acueducto?, repetía ella, como si la pobre pudiera saber lo que era aquello. Pero es que estábamos entusiasmados por el hecho de que pudiera admirar por primera vez en su vida uno de los monumentos más icónicos de la ciudad, de Castilla y León y también de España, así como también una de las construcciones de ingeniería civil más extraordinarias de la historia de la humanidad (no exagero, no). Esta iba a ser la primera, pero no la última, de eso estamos seguros.

De repente vuelve a aparecer ante nuestros ojos aquella colosal arquería de piedra que atraviesa la plaza de lado a lado como un cuchillo y ambos exclamamos entusiasmados «¡mira Elia! ¡El acueducto!» y Elia, sobresaltada, que no sabe ni dónde ni qué debe mirar. Parece que es la primera vez también para nosotros, pero en realidad no lo es. El recuerdo más tangible del Imperio Romano en la Península Ibérica medía en realidad más de 16 km de longitud hasta el manantial de la Fuenfría, de donde captaba el agua para abastecer a los habitantes de la ciudad (previo paso por desarenadores que eliminaban las impurezas). De los casi 800 metros y 167 arcos de la arquería existente en su tramo urbano, la parte más espectacular es aquella que salva el valle por la Plaza del Azoguejo, cuyo punto más elevado alcanza los 29 metros de altura.


Se cree que el Acueducto de Segovia fue construido siendo Trajano emperador, en el siglo II d.C. Esta datación se sustenta en los vestigios arqueológicos, especialmente en uno que fue hallado en la pila nº 115, en cuya fosa de cimentación apareció un sestercio de Trajano acuñado durante su VI consulado, es decir, entre los años 112 y 117 d.C. A nosotros nos parece fascinante lo que era capaz de hacer la civilización romana, aparte de dedicarse a ampliar las fronteras de su imperio batallando con to quisqui. La prueba de su ingenio la tenemos precisamente aquí: ¿alguien puede explicarme cómo demonios se ha mantenido de pie durante casi dos siglos semejante estructura realizada a base de sillares de granito sin ningún tipo de argamasa de unión?


Muy cerca del acueducto, en el barrio de los pañeros se ubica otra joya del arte románico, la Iglesia de los Santos Justo y Pastor, famosa sobretodo por albergar las espléndidas pinturas murales de su cabecera, descubiertas y puestas en valor ya en el siglo XX, y una imagen devocional muy curiosa, el Cristo de los Gascones, el cual presenta la particularidad de tener los brazos articulados que permitía mostrarlo como un crucificado o un yacente en las distintas representaciones litúrgicas de la Semana Santa. Era uno de los lugares que más ganas teníamos de conocer, pero por desgracia el templo también se encontraba cerrado así que nos quedamos con las ganas. Bah, queda para futuras visitas.


Andrés, el dueño del Hotel Apartamentos Aralso, nos había recomendado subir por la Calle San Juan para obtener la vista más completa posible del acueducto. Allí, junto a antiguos palacios que formaban parte del sistema defensivo, encontramos una extraña y simplona escultura de bronce de un diablo gordinflón (quien según la leyenda popular fue el encargado de levantar el acueducto en una sola noche) haciéndose selfies de espaldas al acueducto.
Mirador del Postigo del Consuelo
Bordeamos otra iglesia románica (¿cuántas van?), la de San Sebastián de los Caballeros, para llegar al Postigo del Consuelo, una de las antiguas puertas de la muralla medieval de Segovia. Podríamos haber llegado hasta ella subiendo las escaleras que hay en el extremo norte del acueducto, pero ya sabéis que a nosotros nos va eso de dar rodeos. Justo al lado del punto en el que este se soterra, si os asomáis a la muralla podréis observar unas vistas magníficas del acueducto desde arriba (otro extraordinario mirador en esta ciudad, qué locura…).

Desde este punto el acueducto se nos antoja todavía más preciso que desde abajo, todavía más perfecto. Si vienes a Segovia, haz el favor de no perderte cómo la sombra de este gigante de piedra se proyecta sobre el suelo dejando en penumbra a edificios, coches y personas.

Casa de los Picos
Proseguimos nuestro paseo con otro de sus edificios más populares, la Casa de los Picos, emplazada en la arteria principal de la capital segoviana, la Calle Real, itinerario que une el acueducto con la Plaza Mayor. Esta casa del siglo XV de singular fachada cubierta por enormes puntas de diamante dispuestas rítmicamente perteneció a la familia López de Ayala y Silva, y posteriormente a Alonso González de la Hoz, cuyo escudo campea sobre la puerta.

Muchas teorías han surgido en torno a su principal elemento decorativo, al igual que sucede con otra casa famosa en España de parecida característica y contemporánea suya, la Casa de las Conchas de Salamanca. Hay quien sostiene que su apariencia se debe a su carácter defensivo por levantarse junto a la desaparecida Puerta de San Martín. Pero existe otra explicación popular, la que se refiere a la pertenencia del inmueble a un judío, motivo por el cual el nuevo propietario, para borrar de la memoria este pasado, decidió recurrir a este elemento decorativo. Esta leyenda, si bien quizás no tiene base fundamentada, podría sustentarse en la situación vivida por la comunidad judía en el siglo XV. No olvidemos que los judíos fueron obligados en 1410 a confinarse en un barrio separado, una Judería que incluso fue cerrada mediante muralla y puertas. En 1492 llegó finalmente el edicto de los Reyes Católicos por el cual se propugnaba la expulsión de los judíos.
Iglesia de San Martín
Siguiendo la Calle Real, entre palacios y casas del siglo XV, llegamos a la hermosa Plaza de Medina del Campo, donde se levanta, además del Torreón de Lozoya (siglo XIV) y la estatua del comunero segoviano Juan Bravo, la espléndida Iglesia de San Martín, otro templo característico del románico segoviano erigido en el siglo XII y coronado por una torre mudéjar con chapitel barroco.

Levantada sobre los restos de unas antiguas termas romanas, este templo consta de elementos que corresponden a diversos periodos constructivos. Nuevamente tenemos que contentarnos con admirar solo su exterior (justo en ese momento cerraban el edificio, dándonos casi literalmente con las puertas en las narices) del que destacan sus galerías porticadas y su monumental portada occidental (una de las más grandes del Románico español), de aspecto muy similar al de la Iglesia de San Juan de los Caballeros (actual Museo Zuloaga) con un nártex adelantado y ricamente decorado con estatuas-columna.


Plaza Mayor e Iglesia de San Miguel
Llegamos a la Plaza Mayor, céntrico espacio porticado presidido por la Catedral, el Ayuntamiento (sobrio edificio del siglo XVII), el Teatro Juan Bravo y la Iglesia de San Miguel. El edificio actual fue levantado en el siglo XVI tras el hundimiento del anterior templo románico. Si bien no destaca especialmente por su bella factura, sí lo hace por haber sido el escenario de un hecho histórico, y es que fue aquí donde Isabel la Católica fue coronada reina de Castilla el 13 de diciembre de 1474 (una placa recuerda este acontecimiento en la fachada). Sin duda este fue un personaje muy relevante para la ciudad de Segovia.


Catedral de Santa María y San Frutos
Se dice que la Catedral de Segovia (entrada 3€ por adulto), apodada «la dama de las catedrales», es la última catedral de estilo gótico construida en suelo español. El templo que podemos admirar hoy sustituyó a la antigua catedral románica que se encontraba junto al Alcázar, semidestruida tras la Guerra de las Comunidades (1520-1523). Comenzó a erigirse en su actual ubicación una nueva en 1525 por orden del rey Carlos I, cuando otros países europeos habían entrado ya en el Renacimiento (no olvidemos que en España siempre hemos ido algo atrasados en cuanto a estilos artísticos y arquitectónicos se refiere), siguiendo el diseño del maestro de obras Juan Gil de Hontañón, quien fallecería un año después (lo sustituyó primero su hijo Rodrigo y a éste, otros maestros posteriores). Hasta allí se trasladaron algunos elementos de la antigua catedral para ser reutilizados en la nueva, como el claustro o parte de las rejas. El templo tardó casi dos siglos en concluirse.

De la tríada de monumentos emblemáticos segovianos, quizás la catedral es la que menos nos impresiona a nosotros, aunque es bien cierto que su exterior enamora. Su interior provisto de tres naves, crucero y girola con capillas radiales, en cambio, no es de los más bellos en los que hemos estado, aunque en él se guardan grandes obras de arte, unas que fueron realizadas explícitamente para la nueva edificación y otras que procedían de la antigua catedral. De entre todos ellos destacamos el retablo renacentista de La Piedad de Juan de Juni, el retablo mayor de Francisco Sabatini, el Cristo Muerto de Gregorio Fernández, el Tríptico del Descendimiento de Ambrosius Benson o el trascoro neoclásico de Ventura Rodríguez.


Recordemos que el claustro que podemos ver hoy en día era el que había originariamente en la primera catedral románica. Fue trasladado pieza a pieza hasta su nueva ubicación durante los años en que se comenzó la construcción del nuevo templo.

Quizás de todo el conjunto catedralicio destaca sobremanera su torre, que llegó a ser la más alta de España con sus 108 metros de altura gracias al chapitel de madera que se erigía contundente sobre la ciudad. Sin embargo en 1614 un rayo provocó un incendio en el chapitel que lo redujo a cenizas, siendo sustituido por un cuerpo de piedra octogonal y de estilo similar al de la cúpula del crucero.

Alcázar
Ya lo habíamos visto de lejos, desde distintos puntos de las afueras de la ciudad (desde la Iglesia de la Vera Cruz y desde diversos miradores), ahora llegaba el momento de verlo de cerca y de conocer su interior. Otro de esos monumentos que han alcanzado la categoría de máxima fama y excelencia, razón por la cual figura entre los más visitados de España: el Alcázar de Segovia. Desde la catedral seguimos la Calle de Daoíz durante 10 minutos hasta alcanzar la Plaza de la Reina Victoria Eugenia, situada justo en el otro extremo de la ciudad (por cierto, otro extraordinario mirador desde donde podrás obtener una de las mejores panorámicas de Segovia). Allí nos encontramos con el más bonito recuerdo de los reyes castellanos que habita en la capital segoviana.


El entusiasmo y la devoción mostradas por esta construcción pueden explicarse fácilmente. Lo primero que sorprende es su aspecto, más parecido al de un palacio del norte de Europa o al de un chateau francés que a un castillo medieval castellano. Todo se debe al rey Felipe II, al que fascinaban las construcciones verticales con tejados de pizarra propias de Flandes. Él se encargó de darle su fisonomía, aunque no la definitiva, pues durante el siglo XIX un incendio provocó que tuviera que volver a reconstruirse, esta vez bajo el influjo de las tendencias historicistas neomedievales tan en boga por aquel entonces (de ahí que parezca un castillo de cuento de hadas al estilo Neuschwanstein).

Sin embargo y antes de que Felipe II le metiera mano, este edificio ya había sufrido varias reformas desde el siglo XI (aunque su asentamiento se remonta a época prerromana). En el siglo XIII fue reedificado como palacio real y con la dinastía de los Trastámara alcanzó su época de máximo esplendor al convertirse en la residencia favorita de los reyes de Castilla cuando la corte era itinerante. Tras la instalación de ésta en Madrid, el Alcázar perdió su condición de residencia real y pasó a convertirse en prisión de Estado durante más de dos siglos hasta que en 1764 el rey Carlos III fundó el Real Colegio de Artillería en el palacio.
¿SABÍAS QUE…?
Una gran cantidad de sucesos históricos tuvieron lugar en el interior de los muros del Alcázar. Se dice que en 1367 el Infante Don Pedro, hijo del rey Enrique II de Trastámara, cayó al vacío desde una de las ventanas de la Sala de los Reyes y que la niñera que estaba a su cargo, temerosa del castigo por su descuido, se tiró tras él.
El palacio fue la residencia favorita del rey Enrique IV, hermano de Isabel la Católica, quien salió de sus puertas el 13 de diciembre de 1474 para ser proclamada reina de Castilla en la Iglesia de San Miguel de Segovia. En el Alcázar, además, celebró su boda Felipe II con Ana de Austria, su cuarta esposa.
Después de pagar la entrada en el edificio de la Casa de la Química (8€ por adulto) procedemos a entrar a través del puente que salva el foso, llegando en primer lugar el Patio de Armas, desde donde se puede acceder a diferentes estancias correspondientes a distintas fechas de construcción del Alcázar. La primera de ellas es la Sala del Palacio Viejo o de los Caballos, una de las más antiguas del palacio ya que data de la época de Alfonso X. Alberga dos preciosas armaduras de caballos con las de sus correspondientes jinetes.

Previo paso a la Sala de la Chimenea llegamos a la Sala del Trono, donde puede contemplarse el trono realizado para la visita de Alfonso XIII y la Reina Victoria Eugenia con motivo del centenario del dos de mayo de 1908. Como ocurrió en la mayoría de las cámaras, su techo está rehabilitado después de que quedara muy dañado durante un incendio que se declaró en el siglo XIX.

La Sala de la Galera recibe su nombre del antiguo artesonado que tenía la forma de un casco de barco invertido. Pertenece a la ampliación llevada a cabo por la reina viuda Catalina de Lancaster a principios del siglo XV. En su muro meridional podemos advertir las ventanas románicas que la conectan a la Sala del Palacio Viejo. El mural que adorna la pared del fondo, obra de Carlos Muñoz De Pablos, representa la proclamación de Isabel I como reina en la iglesia de San Miguel.

La siguiente estancia es la denominada Sala de las Piñas, mandada construir por Enrique IV. Toma su nombre de la peculiar decoración del artesonada con motivos que asemejan piñas. Llegamos a la Sala de Reyes previo paso de la Cámara Regia, cuyas puertas son una copia de las que hubía en el Palacio Real que Enrique IV tenía en el barrio de San Martín.

En la Sala de Reyes, quizás la más destacable de todo el Alcázar, encontramos una curiosa decoración comenzada en época de Alfonso X, quien mandó representar a los reyes de Castilla desde Don Pelayo hasta su padre Fernando III; en el siglo XV Enrique IV continuó la serie hasta llegar hasta él mismo, siendo definitivamente terminada por Felipe II, quien incluyó a las reinas propietarias, a los Reyes Católicos y a Juana la Loca, así como a cuatro condes: Fernán González, El Cid Campeador, Raimundo de Borgoña y Enrique de Lorena. En esta sala tuvo lugar la ceremonia civil del matrimonio entre Felipe II y su sobrina Ana de Austria.

La Sala del Cordón esta vinculada tradicionalmente a una leyenda: Alfonso X, mando decorar el cordón franciscano que la recorre tras un incendio provocado por un rayo que asolo parte del alcázar y atribuido a un castigo divino por la soberbia del rey. Justo a su lado se encuentra La Capilla, donde se celebro la misa de velaciones de Felipe II con Ana de Austria. La pequeña salita que hay al fondo de la Sala del Cordón es la que se cree que fue el Tocador de la Reina. Allí comenzó el incendio del siglo XIX que arrasó con la decoración de la mayoría de los techos y con el mobiliario.

La Sala de Armas se encuentra situada bajo la Torre del Homenaje y guarda una interesante colección de armas y armaduras de diferentes épocas. Para terminar nuestra visita y antes de salir del Alcázar echamos un rápido vistazo al Museo del Real Colegio de Artillería.

Regresamos al que había sido nuestro punto de partida, la Plaza del Azoguejo, y buscamos sitio para cenar. Pensaréis pues menudo paseíto se dieron aquella tarde. Lo cierto es que el centro histórico de Segovia es perfectamente asequible a pie, todo se encuentra relativamente cerca. Además, habíamos encontrado cerrados prácticamente todos los monumentos (haréis bien en reservaros otro medio día para verlo todo con calma). No hay mal que por bien no venga.
LOS CANTINELEROS RECOMIENDAN…
Recomendado por nuestros anfitriones del Hotel Apartamentos Aralso, El Secreto de San Clemente es un restaurante que se encuentra justo enfrente de la Iglesia de San Clemente, otra de las joyas románicas de la ciudad, y a muy pocos metros del Acueducto. Allí cenamos unos huevos rotos acompañados de una tosta de secreto de cerdo con cebolla caramelizada. Lástima que no probásemos sus tapas, ¡tenían una pinta estupenda!


¿Qué tal si terminamos este fabuloso día con un paseo nocturno alrededor del acueducto, algo que por cierto nunca habíamos hecho en ninguna de nuestras visitas anteriores? Sorprendentemente lo tenemos casi para nosotros solos, ¡esto hay que aprovecharlo!


Regresamos finalmente al hotel pensando vaya, lo que teníamos programado para mañana por la mañana ya lo hemos visto hoy (realmente no esperábamos que nuestro paseo nos cundiera tanto)… ¿Qué podemos ir a ver mañana? La respuesta parecía obvia: volver al Palacio de La Granja de San Ildefonso para recorrer con Elia sus bellos jardines, así que sin pestañear procedimos a reservar nuestras entradas a través de la página web para el día siguiente.
Día 2: paseando por los más hermosos jardines
Después de una plácida noche en nuestro apartamento del Hotel Aralso, voy a recoger el coche al párking, cargamos las maletas y nos despedimos de la encantadora y servicial pareja formada por Andrés y María. Ponemos rumbo en dirección al pueblo de San Ildefonso, a unos 15 km de la capital segoviana, en la vertiente norte de la sierra de Guadarrama. Después de 25 minutos al volante y un rodeo absurdo por cuenta de nuestro GPS (serán unos cuantos durante este viaje), aparcamos finalmente en la Calle Alameda.
Palacio Real de La Granja de San Ildefonso
El Palacio Real de La Granja de San Ildefonso es uno de los 19 Reales Sitios gestionados por Patrimonio Nacional, organismo público responsable de los bienes de titularidad del Estado que proceden del legado de la Corona Española. Su historia es extraordinaria: su construcción se debe al primer rey de la dinastía Borbón en España, Felipe V, quien se enamoró de este lugar durante una de sus cacerías por los alrededores. Los territorios pertenecían a los frailes jerónimos del Monasterio segoviano de El Parral, quienes habían edificado en la zona una hospedería y una granja (lo que explica su actual nombre). Como buen francés (nacido nada más y nada menos que en el Palacio de Versailles), consideraba la cultura y el arte como un medio para demostrar la grandeza real, por ello fomentó el desarrollo artístico y arquitectónico construyendo, además del Palacio de La Granja, el Palacio Real de Madrid y ampliando enormemente el Palacio de Aranjuez. Sin embargo La Granja no fue concebida como lugar de residencia de la corte, sino como el lugar de retiro para un monarca que pensaba dejar de serlo. En 1724, año de finalización del palacio, Felipe V abdicó su corona en su hijo Luis I pensando en disfrutar del lujo y la tranquilidad de su nueva casa, una recreación a pequeña escala de Versailles (quizás porque añoraba sus orígenes) con sus jardines, sus avenidas y sus fuentes.

Pero he aquí que una vez más el destino se interpuso en la vida de un rey. Pocos meses después de su coronación, el joven Luís I murió repentinamente a los 17 años recién cumplidos, y el padre que tuvo que volver a cumplir con sus obligaciones de rey. (Con lo felices que me las prometía…, pensaría él). Eso sí, el palacio ya estaba construido y estaba dispuesto a disfrutar de él, así que lo convirtió en su residencia estable. Felipe V, quien acabó siendo el monarca que reinó durante más tiempo en el trono de España (la historia lo recordaría como «el animoso», su mérito tuvo el hombre…), terminó viviendo en él 22 años más, hasta su muerte en 1746. Después de eso el palacio pasó a ser la residencia veraniega favorita de la dinastía.
Palacio Real
La visita se divide en tres partes: Palacio Real, jardines y Colegiata. Empezaremos entrando en primer lugar al palacio (entrada 9€ por adulto), un edificio de planta rectangular que consta de dos pisos: el primero de ellos es una sucesión de salones decorados con pinturas murales al fresco, mármoles, mobiliario y lámparas salidas de la Real Fábrica de Vidrio, ubicada a pocos metros de aquí. De todos ellos destaca el ala donde se encuentra el Museo de Tapices en el que se exhibe una magnífica colección de obras flamencas, francesas y españolas de los siglos XVI y XVII. El piso inferior está exenta de mobiliario y está reservada a una colección de esculturas que en realidad son réplicas de las que pertenecen a la colección original que Felipe V le compró a la reina Cristina de Suecia (hoy en el Museo del Prado).

Para diseñar el Palacio Real se contrató a notables arquitectos de la época, Teodoro de Ardemans, Filippo Juvara y Giovanni Battista Sachetti, aunque se dice que la verdadera artífice de que el sobrio proyecto inicial se transformara en una ambiciosa construcción fue la parmesana Isabel de Farnesio, segunda mujer de Felipe V.

Jardines Reales
Aunque la visita del palacio es interesante, la verdadera joya de este Real Sitio son sus jardines, aquellos que elevan la categoría artística de La Granja llegando a equipararla a otros bellos conjuntos palaciegos europeos como Versailles o Peterhof.



Fueron los franceses René Carlier y Étienne Boutelou quienes proyectaron estos preciosos jardines de 146 hectáreas de extensión siguiendo el modelo de los jardines de Versailles, aunque con una marcada influencia italiana (nuevamente debida al persuasivo criterio de la Farnesio), desarrollando diversas zonas de alineaciones de parterres y bosquetes delimitados por setos, tilos y castaños de Indias. Ahí es nada.

Al contrario que en Versailles, de terreno plano, en La Granja se aprovecharon las pendientes naturales de las colinas que circundan el palacio como ayuda para la perspectiva visual y como fuente de energía para hacer brotar el agua de cada una de las 21 fuentes monumentales de plomo (para evitar la corrosión) aunque pintadas a imitación de bronce que decoran el parque, consiguiendo una presión nunca vista hasta entonces en la época.



A propósito de las fuentes, sus escultores habían trabajado antes para Luis XIV en Versailles. Sin embargo el planteamiento que hicieron en La Granja resultó muy diferente sobretodo en cuanto al mensaje: mientras que los jardines de Versailles se articulan claramente en torno a la figura solar y omnipotente del dios Apolo, en los jardines del palacio segoviano está muy presente, además del dios, su hermana Diana, diosa de la caza, que curiosamente era el pasatiempo favorito de Felipe V. Eso significa que las fuentes de La Granja pretendían también aludir sutilmente al descanso y al placer de un rey retirado (o eso pensaba él). Por cierto, en los jardines de La Granja se encuentra uno de los más extensos laberintos que existen en España (lo cual supone un laberinto dentro de un laberinto, por si al rey le apetecía perderse aún más).



¿Y qué decir de nuestro paseo a través de los jardines de La Granja? Pues que a pesar de encontrarnos con todas las fuentes apagadas (solo las encienden algunos días contados al año, ¡ojala hubiéramos venido ayer!) y con la extensa Zona de las Ocho Calles cerrada al público (perdiendo por tanto la oportunidad de admirar algunas de las fuentes más espectaculares, como el Baño de Diana, ¡mecachis!), no dejamos de caminar y caminar durante toda la mañana visitando algunos lugares y esculturas de gran belleza como la Cascada Nueva (una inmensa escalera central de mármol repleta de esculturas), la Fuente de Andrómeda o la Fuente de Neptuno. Incluso nos dio por llegar hasta la cota más alta del jardín, denominada El Mar, un gran estanque que ejerce de depósito principal de las fuentes (cerca de allí pudo Elia ver de cerca a los pavos reales).


Real Colegiata de la Santísima Trinidad
No debe uno marcharse de La Granja sin mostrar sus respetos a los promotores de esta maravilla y acercarse a contemplar la preciosa colegiata edificada en 1723 anexa al palacio. La que fuera la antigua capilla de Felipe V y su esposa Isabel de Farnesio es hoy el lugar donde reposan sus restos. Por lo visto en su interior, embellecido por Sabatini, Bayeu y Maella, no se pueden hacer fotos (al igual que en el interior del Palacio Real) pero yo no me percaté de esa circunstancia, lo juro. Debí salir tan confiado de mi paseo fotográfico por los jardines que al entrar en la colegiata seguí considerando que era libre para hacer lo que mi real gana quisiera. Por eso, justo después de disparar mi cámara sin ningún reparo, el vigilante me pidió que la apagara, como es natural. Aún hoy todavía no me he recuperado del susto. En cualquier caso, comparto con vosotros aquella foto que tan furtivamente inmortalizó aquel momento. Si por casualidad algún representante del Palacio de La Granja o del mismísimo monarca actual está leyendo esto (vaya usted a saber…) y me pide que la retire, con mucho gusto le haré caso sin la menor vacilación.

LOS CANTINELEROS RECOMIENDAN…
Hoy nos apetecía darnos un capricho, y no hay mejor lugar en San Ildefonso para darse un capricho de buena cocina segoviana que el restaurante Casa Zaca, un antiguo negocio familiar que complementa a la perfección la comida tradicional con la elegancia de un ambiente moderno y sofisticado. Allí comimos torta de queso segoviano con mermelada de tomate, costillas de cordero y entrecôt (macarrones para Elia). ¡Todo estaba absolutamente delicioso!

Después de llenar nuestras panzas con la mejor comida segoviana proseguimos nuestro viaje en dirección al norte. Ya sabéis que queremos llegar a la provincia de León, donde haremos una ruta de 3 días, pero antes haremos noche en Rueda, provincia de Valladolid. Una vez allí aprovecharemos para visitar dos pueblos muy especiales, Medina del Campo y Urueña.
Breve apunte sobre el Palacio Real de Riofrío
No obstante, desde aquí queremos recomendar a cualquier visitante que, una vez bien visitado el Palacio Real de La Granja, no pierda la oportunidad de conocer otro Real Sitio, el Palacio Real de Riofrío, separado de aquel por unos 20 km. Nosotros tuvimos la suerte de visitar este lugar durante una escapada en 2012. El edificio, un palacio italiano construido a la medida de Isabel de Farnesio, se encuentra en medio de una extensa finca de 625 hectáreas repleta de encinas por la que corretean gamos y ciervos.
Su historia parece sacada de un culebrón de los buenos: después de morir Felipe V el trono recayó en su hijo Fernando VI, hijo también de su primera esposa María Luisa de Saboya. Al parecer Fernando no se llevaba demasiado bien con la segunda esposa de su padre, la Farnesio, y decidió darle facilidades para que viviera apartada en Riofrío. Pero he aquí que ella nunca llegó a vivir en este palacio porque… ¡chas! Otro giro del destino: Fernando VI murió repentinamente sin descendientes, por lo que el trono recayó en… !Carlos III, el hijo de Isabel! Como imaginaréis su situación cambió de la noche a la mañana: ea, pues hago las maletas y me mudo al Palacio Real de Madrid, que ahora soy la madre del rey, debió de pensar. Fue un visto y no visto. El Palacio de Riofrío quedó entonces como pabellón de caza. Hoy en día algunas de sus bellas dependencias albergan un Museo de la Caza que incluye recreaciones de diversos hábitats con dioramas y animales disecados. ¡Merece mucho la pena porque el palacio es precioso!
Alojamiento cantinelero
El Hotel Apartamentos Aralso es una opción ideal para familias con niños pequeños que quieran venir a Segovia, pues el apartamento dispone de una pequeña cocina y parking privado (de pago). Ubicado en el tranquilo barrio de San Millán, a solo 3 minutos de la Iglesia de San Millán y a 5 minutos a pie del acueducto, se trata de un alojamiento familiar regentado por una pareja encantadora, Andrés y María, a los que estamos muy agradecidos por los detalles que tuvieron con nuestra pequeña Elia. Cómodo, limpio y práctico.


Y hasta aquí nuestro relato sobre la capital segoviana. Muy pronto podréis disfrutar del diario completo que incluirá, además del post sobre Segovia, la ruta completa de 3 días por la provincia de León.
¡Hasta pronto cantineleros y cantineleras!


4 comentarios
Reyes
Enhorabuena Rafa por el post, como siempre estupendo además de venir cargado de información tanto del viaje como histórica. Eres una máquina
Rafael Ibáñez
Muchísimas gracias Reyes, tú siempre nos miras con buenos ojos, así da gusto
Emma
Increíbles fotos y aportaciones históricas. Poco más puedo decir porque me he quedado impactada con las imágenes, ¡precioso!
Rafael Ibáñez
Muchísimas gracias querida Emma! Un verdadero placer que nos sigas y que te haya gustado nuestro post sobre Segovia. Un super abrazo cantinelero!